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Negociar la paz con el ELN, un desafío para el Gobierno de Gustavo Petro

Aunque han manifestado disposición al diálogo y existe un contexto internacional favorable, la historia de esa guerrilla que se duplicó con Iván Duque, lo hace complejo

Catalina Oquendo
Militantes del ELN, en una casa colindante al río San Juan, Colombia
Combatientes del ELN en un poblado del río San Juan, en el departamento del Chocó, en 2017.Federico Rios (REUTERS)

Con el nuevo Gobierno en Colombia se abrieron también las esperanzas de una eventual negociación con el ELN, la última guerrilla activa en el país. Un día después de la elección de Gustavo Petro como el primer presidente de izquierda, ese grupo armado anunció que está dispuesto a buscar la paz. “El ELN mantiene activo su sistema de lucha y resistencia política y militar, pero también su plena disposición para avanzar en un proceso de Paz que dé continuidad a la Mesa de Conversaciones iniciada en Quito en febrero de 2017″, afirmó esa guerrilla en un comunicado firmado por su Comando Central (COCE).

En campaña, Petro también había manifestado su intención de alcanzar un acuerdo de paz con esa guerrilla, una petición sentida por comunidades campesinas que sufren por minas antipersonales, desplazamientos y asesinatos que comete ese grupo armado. Pero la realidad es que negociar con el ELN nunca ha sido fácil. Esta guerrilla es la que más intentos de diálogo ha tenido con diferentes gobiernos y todos han sido infructuosos.

El ELN es de raíces católicas, fundado en 1964 e inspirado en la revolución cubana. Sin embargo, ha hecho mutaciones a través de los años y hoy es difícil etiquetarla. La vieja comandancia se ha ido relevando por cuadros medios que responden a los territorios y se muestran más pragmáticos y con menos restricciones a participar en economías ilegales y aunque fortaleció su presencia en lugares donde antes dominaban las FARC, es una guerrilla derrotada estratégicamente.

En 2021, según el Ejército, tenía 2.350 combatientes y presencia en regiones como Catatumbo y Arauca, en el nororiente del país; así como en Nariño y Chocó, por el occidente. Pero también tendría presencia en Venezuela. El general Luis Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia, ha calculado que 1.200 combatientes se mueven en los estados venezolanos de Táchira, Apure, Zulia y Amazonas.

Andrés Aponte, editor del libro ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN?, del Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep, dice que “es una guerrilla que no tiene problema para dialogar, pero sí para negociar”. Explica que en la historia se han hecho cinco intentos fallidos y que esto tiene que ver con la estructura federada del ELN y sus lógicas territoriales, tan diferente a las FARC. “Que sea federada no quiere decir que sea sin unidad o fragmentada, sino que cada frente puede cuestionar a la comandancia en temas ligados a la guerra, la paz y la distribución de recursos”, explica Aponte ahora consultor de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Los últimos acercamientos del ELN fueron con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Con Cuba como garante, varios de los representantes del Comando Central del ELN (COCE) se instalaron en La Habana. Pero unos meses después de que Duque llegara al poder, el ELN perpetró un atentado con carro bomba contra la Escuela de Cadetes General Santander, en Bogotá, que dejó 22 muertos y decenas de heridos. La posibilidad de dialogar volvió a alejarse. Duque exigió a Cuba que expulse a los miembros del COCE y solicitó que sea incluido en la lista de países que apoyan el terrorismo por permitir su estancia allí.

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Esta sería la primera vez también que el ELN tenga que negociar con un Gobierno de izquierda. “No va a tener excusa para no negociar, el costo político sería alto si no lo hace. La victoria de Petro hace ver que su vía armada es obsoleta”, explica Aponte que, sin embargo, no considera disruptivo el comunicado donde el ELN manifiesta su disposición al diálogo.

coche bomba en la Escuela General Santander, en Bogotá
Una mujer abraza a un policía cerca del lugar del estallido de un coche bomba en la Escuela General Santander, en Bogotá. LUISA GONZALEZ

Con vientos a favor en el ámbito internacional

Juan David Gutiérrez, profesor asociado de la Universidad del Rosario y experto en las relaciones entre conflicto armado y petróleo, señala que hay una serie de vientos a favor de una eventual negociación pero también fuertes obstáculos tanto en lo local como en el ámbito internacional.

“Hay un gobierno (electo) dispuesto a negociar, quizás a retomar la agenda que ya estaba iniciada con la administración de Santos, un presidente afín a la movilización ciudadana, que es algo que ha manifestado el ELN en sus aproximaciones, un gobierno dispuesto a restablecer las relaciones con Venezuela y con un prospecto de retomar relaciones comerciales, lo que ayudaría para que la élite empresarial le dé un poco más de holgura a Petro para negociar”, explica.

La viabilidad de una negociación con el ELN pasa también por los vaivenes en el escenario internacional. “Por cuenta del petróleo, de Estados Unidos y la frontera con Venezuela, este es uno de los conflictos más internacionalizados”, apunta Gutiérrez. Y en el actual escenario favorecen los acercamientos de Estados Unidos a Venezuela, la rápida comunicación entre Joe Biden y Gustavo Petro y los cambios en la región que apuntan a una región integrada y progresista. “Si se sumara Lula en Brasil, podría ser un actor muy importante en la negociación, así como la normalización de las fronteras porque debilitaría las rentas ilegales que existen”, agrega el experto.

El carácter del ELN como un ejército binacional -aunque no todos los analistas coinciden en ese punto- hace que Venezuela tenga un rol fundamental en una eventual negociación. “Será importante el papel que pueda jugar como garante y suerte de actor de poder que lleve al ELN a decidir dejar las armas y a avanzar a una negociación política”, dice Jorge Mantilla, director de Dinámicas del Conflicto de la FIP. La ecuación también implica mejorar las relaciones con Cuba, deterioradas con Duque, e involucrar a Estados Unidos, por los asuntos relacionados con los pedidos de extradición de cabecillas.

En el mediano plazo, sin embargo, el escenario puede ser cambiante y no favorecer una eventual negociación. Juan David Gutiérrez señala el riesgo de un cambio de signo político en las elecciones de mediano plazo en Estados Unidos, así como el futuro de Venezuela. “Venezuela es un acompañante muy importante, pero es un compañero de camino que es un interrogante”, apunta en referencia a los cambios internos que vive el país vecino.

Los desafíos

Si bien el acuerdo de paz con las FARC dejó unos mínimos que tendrían que cumplir los guerrilleros del ELN, como la justicia transicional, uno de los desafíos para Gustavo Petro será no usar la misma agenda que en el Acuerdo con las exFARC. De acuerdo con el libro ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN?, esta “no es una guerrilla de campesinos colonos de la periferia del mundo centroandino que se expande hacia las zonas más integradas, a la que se puede ofrecer proyectos de desarrollo rural y curules (escaños) en el Congreso para sus dirigentes, sino una confederación de distintos grupos regionales, que representan problemas específicos de sus regiones”.

También tendrá que identificar a los nuevos líderes de esa guerrilla. Las dificultades para una eventual negociación se ven profundizadas por el surgimiento de “una nueva camada de líderes regionales y cuadros medios dentro de la estructura de mando del ELN, que se están distanciando de los dirigentes históricos y de sus referentes fundacionales como “Gabino”, “el Cura” Pérez, e incluso de la imagen mitificada de Camilo Torres”, agrega el libro del Cinep.

Dado el impacto humanitario de las acciones del ELN en estos cuatro años y el enfriamiento de los contactos con la administración de Duque, los analistas insisten en que será urgente restablecer la confianza entre las partes que hoy está destrozada.

“Es importante que el nuevo Gobierno permita que la comisión de paz del Congreso se reúna con los miembros del ELN que están en Colombia. Eso pasa por cumplir los protocolos que Duque desconoció. Y, por parte del ELN, tendrán que establecer dinámicas de des escalamiento, como lo han hecho con los ceses al fuego bilaterales; y reducir la violencia en zonas donde el impacto humanitario del ELN ha sido importante como Arauca y Catatumbo”, dice Mantilla.

Y en cuanto al método, coinciden los analistas, la clave serán los diálogos subregionales que aprovechen el trabajo de la sociedad civil en esos territorios. “Pensaría un formato incremental, acumulativo que fuera resolviendo problemas como el de Catatumbo, Arauca o Chocó y avanzar a una serie de acuerdos humanitarios regionales”, concluye Mantilla.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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