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Barcelona ensayará un bachillerato de tres años contra el abandono escolar

Tres institutos de la capital catalana flexibilizarán el currículo de esta etapa el próximo año para preparar al alumnado para la universidad y ciclos formativos de grado superior

Jessica Mouzo
Entrada del Instituto Jaume Balmes de Barcelona
Entrada del Instituto Jaume Balmes de BarcelonaJoan Sánchez

Barcelona ha vuelto a poner sobre la mesa una recurrente propuesta educativa que pulula desde hace años en el sector de la enseñanza: el bachillerato en tres años. El Consorcio de Educación de Barcelona (CEB), formado por la Generalitat y el Ayuntamiento, pondrá en marcha el año que viene una prueba piloto para flexibilizar esta etapa posobligatoria en tres institutos de la capital catalana. El objetivo es rebajar las tasas de abandono escolar en la etapa posobligatoria y preparar al alumnado tanto para los estudios universitarios como para los ciclos formativos de grado superior. 

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Según las encuestas de Eurostat, la tasa de abandono escolar prematuro —esto es, los jóvenes de entre 18 y 24 años que han dejado el sistema educativo sin completar estudios posobligatorios, como bachillerato o ciclos medios— asciende al 18,3% en España. En la Unión Europea es del 10,6%. "Detectamos que hay un abandono en esta etapa y hemos iniciado un camino de bachilleratos más flexibles, integradores y competenciales", ha explicado este jueves en rueda de prensa el presidente del CEB y director de Centros Públicos de la Generalitat, Josep González Cambray. En Cataluña, la tasa de abandono prematuro en 2018 era del 17%.

La Administración catalana ha seleccionado tres institutos para ensayar el curso que viene este bachillerato flexible de tres años, que consistirá en distribuir en ese período todo el contenido que el sistema compacta en dos cursos e incluso añadir contenidos adicionales con perfil más profesional. Los tres centros mantendrán, no obstante, la oferta de realizar el bachillerato tradicional, en los dos años. "Hemos seleccionado centros donde, por el currículo que dan, es más fácil hacer esta adaptación y también donde vemos que hay alumnos susceptibles de acogerse a este bachillerato", ha puntualizado González Cambray.

El presidente del CEB no ha concretado cómo se articularán exactamente los currículos académicos ni tampoco si serán itinerarios cerrados o moldeables según el tipo de alumnado. "Los tres centros están ahora mismo haciendo la adaptación curricular con la Inspección Educativa, dentro de los márgenes que permite su autonomía de gestión y en función del perfil de su alumnado", ha justificado. Con todo, lo que sí ha avanzado el Departamento de Educación de la Generalitat es que los centros tendrán margen de maniobra para incorporar, además de los contenidos propios de la etapa educativa, metodologías o modalidades de la formación profesional. Así, en el Instituto Infanta Isabel se incorporará la opción de cursar la etapa en tres años en el bachillerato ordinario. En el Instituto Ferran Tallada, donde también se aplicará esta prueba piloto, se añadirán enseñanzas deportivas de salvamento y socorrismo en los cursos de primero y segundo. En el Instituto Balmes, tercer centro donde se ensayará el bachillerato flexible, se incorporarán en esta etapa unidades formativas de los ciclos de informática. 

La medida del bachillerato en tres años ha rondado en numerosas ocasiones entre los despachos políticos, aunque con justificaciones y aplicaciones diversas. De hecho, incluso Cataluña en 2006, durante el Gobierno de Pasqual Maragall, se planteó esta etapa en tres años para determinados alumnos con el fin de combatir el abandono prematuro. El Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero también hizo una aproximación en esta línea. El PP llevó en su programa electoral en 2011 una propuesta para ampliar el bachillerato a tres años, pero a costa de recortar uno a la enseñanza obligatoria. Ninguna de ellas, no obstante, salió adelante. El otoño pasado, la actual ministra de Educación, Isabel Celaá, recuperó el modelo del bachillerato en tres años en su borrador de reforma de la LOMCE, pero con una propuesta muy diferente a la expuesta por el PP: permitir cursar el bachillerato en tres años a los alumnos repetidores del primer curso para fidelizar a este grupo y reducir el abandono.

El plan piloto de Barcelona, aunque cercano a la propuesta de Celaá, no limita el acceso al bachillerato de tres años a los estudiantes que repiten primero de bachillerato o con necesidades educativas especiales. Cualquier alumno de estos tres centros podrá decidir, desde antes de empezar esta etapa postobligatoria, cursar el bachillerato en tres años o en dos. "El valor añadido está en que, de inicio, ya facilitamos las herramientas para adaptar el bachillerato. Desde el principio, ya se encontrarán con esta facilidad y flexibilidad para seguir con sus estudios", ha indicado González Cambray.

"Abandono salvaje"

Entre la comunidad educativa, el modelo del bachillerato en tres años para fidelizar al alumnado y evitar el abandono escolar ya es una propuesta de largo recorrido. "Aunque en los círculos políticos no se haya asumido tanto, en el mundo de los expertos en educación se habla desde hace mucho tiempo. Hemos creado un muro entre la ESO y el bachillerato y el resultado es un abandono salvaje e injustificado", valora Ismael Palacín, director de la Fundación Bofill, un centro de investigación en educación.

La Fundación Bofill celebró hace un par de semanas unas jornadas en las que exponía, de hecho, la preocupación del sector por las altas tasas de abandono prematuro. Según el centro de investigación, el curso pasado, por cada 100 alumnos que inician bachillerato, lo finalizan dos años después, unos 80. En el caso de los ciclos formativos de grado medio, se gradúa el 46%. "Tenemos un sistema educativo muy polarizado con más de un 40% de estudiantes universitarios, pocos de Formación Profesional y mucho abandono. Los que no van a la universidad, no van a ninguna parte. Sin reducir universitarios, lo que hay que hacer es crear una FP valorada y de calidad. Ponemos muchas barreras, como el título de ESO, que apartan, no dejan seguir estudiando y tampoco protegen de la pobreza. Y faltan medidas de segunda oportunidad y de reeganche", zanja Palacín.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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