El PP cuestiona la viabilidad económica del pacto y a Rivera
Los dirigentes populares descalifican el rol de "percha" y "pichón" del líder de Ciudadanos
Es un pacto de izquierdas, sustentado en ideas zapateristas y mayoritariamente recogidas del programa del PSOE y podría costarle a los españoles 50.000 millones de euros. Este es el resumen de las razones oficiales esgrimidas por el PP para rechazar ahora el acuerdo alcanzado y firmado por Pedro Sánchez y Albert Rivera. Varios dirigentes de la cúpula del PP admiten en privado que la filosofía del pacto sería perfectamente asumible si el candidato a presidente no fuese al final Sánchez sino Mariano Rajoy.
La primera y más evidente reacción de los miembros del Gobierno en funciones de Mariano Rajoy y de la dirección del PP al pacto entre PSOE y Ciudadanos fue la de arremeter con virulencia contra Albert Rivera y su palabra empeñada en la pasada campaña de facilitar el Gobierno a la lista más votada. Algunos cargos populares rescataron tuits y declaraciones en ese sentido del dirigente de la formación emergente para cuestionar escandalizados su credibilidad.
Uno de los portavoces parlamentarios de Ciudadanos, Miguel Gutiérrez, interlocutor durante estas semanas en público y en privado con dirigentes del PP, destacó por su parte que había buscado durante todo el día algún aspecto concreto de oposición desde las filas populares a las 200 reformas contenidas en el documento del pacto y no lo había encontrado. El punto más preciso en el que volvieron a incidir varios responsables del PP fue el de la supresión de las Diputaciones Provinciales, como hizo la vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy, pero para enfatizar sobre todo los problemas internos que empezaban a aflorar en las filas socialistas. El PP avivará esas discrepancias con mociones en los Ayuntamientos y en el seno de la Federación de Municipios y Provincias.
La dirección del partido encargó por su parte la elaboración de un argumentario interno para, tras estudiar el documento, poner de relieve los aspectos más críticos y comparar con algunas ideas que se atribuyen como propias y que creen copiadas. Esas coincidencias serían los reiterados grandes pactos de Estado que Rajoy entregó a Sánchez y Rivera: la lucha contra el paro; la educación, Europa y el euro; la estabilidad económica; la unidad de España y la lucha contra la corrupción.
El argumentario adolece de razones de peso precisas en su decálogo de resumen: dice dos veces que el pacto “no es bueno para España porque es de izquierdas”; apunta que podría costar hasta 50.000 millones de euros pero luego nadie en el PP pudo explicar de dónde sale esa cifra; y sostiene en el bloque de la oposición política que el pacto pretende derogar muchas medidas acordadas en esta legislatura con la mayoría absoluta de los diputados populares y que retoma “la división del zapaterismo en temas polémicos”.
El último punto de ese decálogo acepta que “lo único bueno que tiene es lo que copian al PP”. El propio Rivera, el jueves desde Arco, asumió que muchas propuestas se las ha escuchado públicamente al actual presidente en funciones en estas semanas. Y recordó que eso es lo que quiere discutir en persona con Rajoy, por lo que por la tarde le mandó una carta oficial reclamándole una entrevista lo más urgente posible y antes del pleno de investidura de la semana que viene.
Percha o pichón
Rajoy se volverá a ver con Rivera pero ya tras esa investidura. Así lo estableció el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernado, antes de lamentar el rol jugado en esta negociación por Rivera como mera “percha” o “pichón” de Sánchez.
En el PP, en privado, admiten que Rivera tiene razón, que el texto con muchas de sus reformas podría ser aceptado y hasta les podría servir en el futuro de base para retomar sus propias negociaciones para la investidura de Rajoy y que en el fondo su oposición tiene que ver con que sostienen que el Gobierno de gran coalición entre los partidos constitucionalistas lo debe encabezar el número uno de la lista más votada: es decir Rajoy.
La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, lo volvió a reafirmar el jueves y aseguró que esa posición no cambiará. También comentó que había leido “ampliamente” el “pacto de impostura” y lo descalificó por “inconcreto en lo importante e insustancial en lo secundario”.
Santamaría lo rechazó en genérico como “una enmienda muy amplia al programa de reformas que ha llevado a la recuperación” de España y se atrevió a cuantificar la influencia en ese acuerdo del programa socalista en un 95%. Otros dirigentes del PP usaron el mismo procedimiento para minimizar el papel de Ciudadanos y exagerar la influencia del PSOE pero fijaron ese porcentaje en el 80%.
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