¿Atentará AQMI en Europa?
La intervención militar emprendida por Francia en el norte de Malí no produce una amenaza terrorista que ya existía previamente, también para Europa occidental
Cualquier europeo que se sienta concernido por lo que está ocurriendo en el norte de Malí tiene motivos para plantearse al menos cuatro interrogantes. En primer lugar, esa zona del mundo tan relativamente cercana a nosotros, ¿es verdaderamente un foco de amenaza terrorista para Europa occidental? Caso de serlo, ¿es posible, en segundo lugar, hablar de una organización a la que considerar fuente principal de dicha amenaza terrorista? Tercero, ¿se incrementa la amenaza para Europa occidental después de que Francia haya optado por una intervención militar en aquella zona del Sahel? Cuarto, ¿qué se pretendería con la ejecución de algún atentado en Francia u otra nación del mismo entorno europeo?
El mero hecho de que Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) y Ansar al Din hayan conseguido mantener desde la pasada primavera un condominio yihadista en el norte de Malí hace que este escenario sea un foco de amenaza terrorista no sólo para el resto del país y de la región sino también para Europa occidental. Esas tres organizaciones yihadistas mantienen una retórica hostil hacia el mundo occidental en general y la Unión Europea en particular. Francia sobre todo, pero también España, han sido especialmente aludidas. Además, en los últimos años han acumulado importantes recursos económicos y ampliado sustancialmente el número de sus militantes.
De esas tres organizaciones yihadistas, AQMI proporciona el liderazgo último y constituye la principal fuente de amenaza terrorista. A ella se subordinan en la práctica tanto el MUYAO como Ansar al Din. En el marco de la jerarquía de mando y de la división de funciones entre estas entidades, AQMI advirtió públicamente, el pasado mes de mayo, a través de una proclama de su máximo dirigente, Abdelmalek Drukadel, de que mientras a las otras correspondería implantar mediante la acción local una concepción rigorista de la ley islámica en Azawad, reservaba para sí “cualquier actividad relacionada con la yihad internacional”. AQMI cuenta con células y redes que movilizar en Europa occidental, cuya rearticulación fue ordenada por Drukadel el pasado año.
La intervención militar emprendida por Francia en el norte de Malí no produce una amenaza terrorista que ya existía previamente, también para Europa occidental. Poco antes de que Osama bin Laden fuese abatido en mayo de 2011 había dado instrucciones para que el jefe de operaciones externas de Al Qaeda se trasladase al norte de África y asumiera, en colaboración con Drukadel, la planificación de atentados al otro lado del Mediterráneo. Si bien AQMI, el MUYAO y Ansar al Din han centrado sus esfuerzos en consolidar un condominio yihadista, ello no ha volatilizado la agenda del yihadismo global en y desde África septentrional. Las tres organizaciones yihadistas no solo se han coordinado entre sí sino que han atraído a otra afín: Boko Haram.
AQMI ha amenazado desde hace años con atentar en Europa occidental. Que intente hacerlo, por cuenta propia o en colaboración, en el contexto de una confrontación militar en el norte de Malí cuya dinámica puede prolongarse mucho, es muy verosímil, en particular dentro de Francia. Su predecible empeño obedecería a una lógica de disuasión con la que buscaría erosionar la aquiescencia de la opinión pública francesa hacia la implicación de sus Fuerzas Armadas, poco probable tratándose de un escenario en el que los intereses estratégicos y económicos del país son decisivos, o afectar la disposición de otros Gobiernos europeos a conceder apoyo. Francia ha reforzado su plan de alerta antiterrorista. Pero la amenaza que emana del Sahel afecta a otras naciones europeas, incluida, también por su mayor proximidad a ese foco, España.
Fernando Reinares es investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos.
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