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Un candidato de paja contra Al Sisi para la farsa electoral en Egipto

Musa Mustafá Musa, líder de un pequeño partido que apoya al régimen dictatorial, presentó su candidatura por sorpresa a última hora

Las elecciones presidenciales egipcias de finales del mes de marzo se han convertido en una especie de culebrón barato, como los que llenan las pantallas de las televisiones egipcias durante las noches de Ramadán. A medio camino entre la comedia y el drama. En una sorpresa de última hora, Musa Mustafá Musa, el presidente del pequeño partido Gad (mañana, en árabe), presentó su candidatura el lunes al mediodía, tan solo unos minutos antes del cierre del plazo marcado por la Junta Electoral. Por si había alguna duda de su papel de candidato de paja del régimen, hace tan solo unos días, el muro de su página de Facebook lucía una fotografía de apoyo a la reelección del mariscal Abdelfatá Al Sisi.

El líder del partido Ghad, Mousa Mostafa Mousa, tras presentar su candidatura este lunes en El Cairo, Egipto.
El líder del partido Ghad, Mousa Mostafa Mousa, tras presentar su candidatura este lunes en El Cairo, Egipto.Khaled Elfiqi (EFE)

Como víctimas de una maldición faraónica, todos los candidatos que se osaron desafiar al presidente en las urnas fueron cayendo en desgracia uno por uno. El ex primer ministro Ahmed Shafiq renunció después de haber sido deportado de Emiratos Árabes y haber sido sujeto a varias semanas de arresto domiciliario. Otro militar con credenciales, Sami Anan, ex Jefe del Estado mayor entre 2005 y 2012, fue arrestado pocos días después de haber saltado al ruedo presidencial. Anuar Sadat, el sobrino del presidente asesinado por militantes yihadistas en 1981, y Jaled Ali, un popular abogado progresista, se retiraron de la cursa alegando la intimidación y arrestos sufridos por los miembros de sus campañas y la falta de neutralidad de las instituciones públicas. Incluso el Metro de El Cairo ha hecho público su apoyo a la reelección de Al Sisi.

Sin embargo, Musa no parece haber padecido ninguno de estos problemas. Según la Junta Electoral, que el miércoles anunciará de forma oficial los nombres de los contendientes, Musa presentó las firmas de apoyo de 47.000 ciudadanos y de 27 diputados. De acuerdo con la ley, todo aspirante debe recabar las rúbricas de más de 25.000 egipcios, o bien de al menos 20 diputados. El todopoderoso mariscal exhibió músculo al acumular el respaldo de más de un millón de ciudadanos y unos 500 diputados de los 596 del Parlamento. Entre sus apoyos, figuraba el del partido de Musa. “Apoyábamos al presidente Al Sisi antes de tomar la decisión de participar”, declaró a Reuters el vicepresidente de la formación, tratando de justificar lo inexplicable.

“El régimen quiere algún competidor para aparentar que son unas verdaderas elecciones, pero debe ser un candidato que puedan controlar”, declaraba hace unos meses a este diario el analista Wael Eskandar. Durante el fin de semana, pareció que ese papel lo representaría Sayed al-Badawi, presidente del histórico partido Wafd, otro que respalda a Al Sisi. No obstante, la cúpula de la formación frustró las ambiciones de al-Badawi y votó en contra de su candidatura. Así que Musa será finalmente el candidato de paja del régimen. Este político consiguió dar un golpe dentro del partido Gad en 2011 y arrebatar su presidencia a Ayman Nur, un opositor liberal que fue encarcelado por el régimen Mubarak. De hecho, Nur se enfrentó al raïs destronado en las amañadas presidenciales de 2005. Curiosamente, trece años después, el líder del Gad vuelve a ser el único adversario de un presidente autoritario en una farsa electoral.

La candidatura sorpresa de Musa llegó tan solo un día después de que un conocido disidente, Hisham Genina, íntegro zar anticorrupción cesado por Al Sisi y asesor de la campaña abortada de Sami Anan, fuera brutalmente agredido por unos desconocidos a la salida de su casa. Genina fue ingresado en el hospital, y a pesar de haber sido apuñalado y golpeado con palos, su vida no corre peligro. Ante este panorama, recordatorio del oscuro y violento lugar en que se ha convertido el Egipto de Al Sisi, diversas personalidades políticas, entre ellas Anuar Sadat y el islamista moderado Abdel Moneim Abulfutuh, firmaron un manifiesto solicitando la suspensión del proceso electoral. En su defecto, instaron a la ciudadanía a boicotear los comicios.

“La crisis de legitimidad de Al Sisi se puede agravar los próximos meses, y Egipto convertirse en un lugar más peligroso”, comenta preocupado un veterano analista que prefiere guardar su anonimato. Con la economía en mitad de un doloroso ajuste estructural, y el terrorismo, fuerte sobre todo en la península del Sinaí, golpeando de forma cíclica el país, se ha desplomado la popularidad de la que gozaba el mariscal Al Sisi en las elecciones de 2014. Su despiadado régimen, que ha encarcelado a miles de opositores y ha intensificado la aplicación de la pena de muerte tras dudosos juicios, ya se mantiene solo gracias a la represión.

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