Los satélites reflejan limitados efectos tras el ataque a la base siria
El bombardeo de EE UU en Shayrat destruyó aviones y hangares, pero no afectó gravemente a las pistas
Las imágenes de alta resolución captadas por satélites de la compañía israelí Image Sat International (ISI), diez horas después del ataque lanzado el viernes por Estados Unidos contra la base área siria de Shayrat, reflejan la destrucción de depósitos de armas y de combustible y de una batería de defensa antiaérea SA6 de fabricación rusa. Las fotografías, difundidas por Ynet, la edición digital de Yedioth Ahronoth, apuntan a que el bombardeo con 59 misiles de crucero desde dos destructores en el Mediterráneo causó grandes daños en puntos de las instalaciones militares, pero tuvo un efecto limitado sobre la operatividad del aeródromo.
Fuentes militares sirias revelaron a France Presse que habían sido alertadas de la intervención estadounidense horas antes de que se llevara a cabo. Aunque no mencionaron quién les informó, aseguraron que el aviso les permitió trasladar varios aviones de combate a otras bases. Rusia fue notificada con antelación por EE UU a través de sistema de comunicación establecido por ambas partes para evitar incidentes en Siria, un mecanismo de distensión que fue desactivado precisamente el viernes por el Kremlin.
Los satélites de la compañía norteamericana DigitalGlobe disponían también de imágenes anteriores al impacto los Tomahawk en las instalaciones áreas sirias. Han sido reproducidas ahora junto con otras posteriores al ataque, lo que permite comparar visualmente la entidad de los daños causados. Tanto los informadores del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos como los testigos contactados por la BBC dieron cuenta en un primer momento de la destrucción casi completa de la base, a la vista de las explosiones e incendios registrados.
El Pentágono había declarado que la base de Shayrat fue atacada porque de sus pistas partió un avión sirio para bombardear con gas sarín la ciudad de Jan Sheijun, donde causó más de 80 muertos. Además de los Mig-23, en esas instalaciones están destacados los Su-22 de la Fuerza Aérea de Siria. Ambos modelos fueron retirados del servicio hace dos décadas en Rusia. Tras su intervención en el conflicto sirio, las fuerzas rusas comenzaron a utilizar este aeródromo como puesto avanzado para sus helicópteros de ataque, informó la BBC.
El Departamento de Defensa de EE UU aseguró que tras el bombardeo habían sido destruidos o gravemente dañados varios aviones, búnkeres para aeronaves, almacenes de munición y depósitos de combustible, así como sistemas de defensa y radares. La operación fue lanzada con el objetivo de “reducir la capacidad del Gobierno sirio de utilizar armas químicas”.
Shayrat fue precisamente uno de los principales centros de concentración de este arsenal prohibido en Siria hasta 2013, cuando un ataque masivo con gas causó más de un millar de muertos en la provincia de Damasco. El régimen aceptó entonces entregar todas sus armas químicas para que fueran destruidas por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, un organismo de la ONU.
El Ministerio de Defensa ruso fue más parco a la hora de dar un parte de daños en el aeródromo sirio: un almacén, un edificio auxiliar, una cantina, un radar y seis Mig-23 que se hallaban en talleres. Las pistas y el resto de las plataformas para los aviones no sufrieron apenas desperfectos. El recuento militar ruso también sostuvo que solo 23 de los 59 misiles disparados impactaron en Shayrat.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos informó la noche del viernes de que aviones del régimen sirio habían vuelto a despegar de la base atacada en la madrugada anterior.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.