Fillon se sitúa como el peor candidato para Le Pen y el mejor para la izquierda
Los socialistas arrancan la precampaña con gran desventaja divididos y enfrentados por el liderazgo
El inesperado triunfo de François Fillon en las primarias de la derecha francesa coloca por vez primera a los conservadores con opciones de ganar las dos vueltas de las elecciones presidenciales de primavera. Con su programa identitario y liberal, daña las expectativas de la ultraderecha porque le resta apoyos, pero da oxígeno a la dividida izquierda para elaborar un contraprograma de defensa del modelo social francés.
Todos los sondeos de los últimos años han coincidido en que Marine Le Pen, la líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), ganará la primera vuelta de las presidenciales. Las últimas encuestas, con Fillon ya favorito, han dado un vuelco.
La de Odoxa del pasado 25 le da ganador en la primera con el 32% de los votos frente al 22% para Le Pen, a la que barrería en la segunda ronda con el 71% de apoyos. El sondeo de Harris Interactive del domingo pasado augura escasa diferencia en la primera vuelta y una aplastante victoria con el 67% de votos en la segunda.
Fillon ha abierto una nueva vía en la derecha al recuperar con un éxito inapelable sus principios tradicionales sin complejos. Su defensa de los valores tradicionales, la identidad, la familia, la historia y la cultura francesas, su herencia cristiana…ha dejado a la ultraderecha sin una parte esencial de los principios que defendía en exclusiva.
Incluso ante el problema de la crisis migratoria Fillon resta apoyos al FN. Frente a la xenofobia de la ultraderecha, el nuevo líder conservador propone un referéndum sobre el reparto europeo de cuotas de refugiados y se muestra partidario de que los migrantes “asimilen”, más que integrarse, la cultura francesa. De paso, alerta de los peligros del multiculturalismo.
Y hasta le resta apoyos al FN entre los católicos. Le Pen no tiene buenas relaciones con la Iglesia católica. Casi el 40% de los votantes del FN son simpatizantes del movimiento homófobo Manif pour Tous, que ha mostrado su simpatía sin resquicios a Fillon.
En el terreno económico, propone una reforma laboral más dura, eliminar el límite de las 35 horas semanales, suprimir medio millón de puestos de funcionarios (el 10%), ayudas fiscales de 50.000 millones a las empresas, alargar la edad jubilación a los 65 años (hoy 62) y restringir las ayudas sociales.
La izquierda y la ultraderecha coinciden en criticar esa filosofía y hasta utilizan términos similares al mostrar que sus respectivas campañas se centrarán en atacar ese flanco de la nueva derecha. Ambos califican a Fillon de “ultraliberal” y se centran en recuperar votos de trabajadores y desempleados que votan en buena parte al FN.
“Tiene el peor programa social que haya podido existir”, reaccionó Le Pen en Europe 1 nada más conocer el triunfo del ex primer ministro. “Es una de las figuras más antisociales”, aseguró el Partido Socialista. “Complicará el voto del votante de la izquierda a su favor si, por desgracia, esa izquierda no llega a la segunda vuelta”, añaden los socialistas, a los que todos los sondeos los dan por eliminados en la primera ronda.
La izquierda se asoma la irrelevancia absoluta mientras la derecha y la ultraderecha preparan sus tropas
Pero si bien el programa liberal de Fillon facilita un programa alternativo de la izquierda, sus divisiones internas lastran hoy todas sus aspiraciones. La fragmentada izquierda ha fracasado en su intento de tener solo un candidato como única fórmula para evitar el anunciado desastre electoral precedido por las derrotas en las últimas municipales, europeas, departamentales, regionales y parciales al Senado.
En estos momentos, en la izquierda hay siete candidatos: desde el independiente Jean-Luc Mélenchon apoyado por los comunistas a los exministros Emmanuel Macron y Arnaud Montebourg, pasando por los de la izquierda radical y los Verdes.
Pero más grave que esta cacofonía es que la división y las tensiones han llegado a la cúpula de los socialistas y del Ejecutivo. Mientras el presidente François Hollande medita si se presenta o no a su propia sucesión con la popularidad más baja para un jefe de Estado en la historia de la República (4% de aceptación), su propio primer ministro, Manuel Valls, le reta diciendo que él está “listo” para tomar el relevo.
El presidente de la Asamblea Nacional y respetada figura del PS, Claude Bartolone, ha animado públicamente a Valls a que se presente a las primarias incluso si Hollande decide ser candidato. Y el primer ministro no ha rechazado esa inédita posibilidad. Stéphan Le Foll, portavoz del Gobierno y amigo de Hollande, ha tenido que salir este lunes al paso en Europe 1: “No habrá primarias entre el presidente y el primer ministro. No es imaginable”. Si Valls da el paso, “dejará de ser primer ministro en ese momento”, ha alertado.
Mientras la derecha y la ultraderecha tienen ya sus ejércitos en orden de batalla a cinco meses de las presidenciales, la izquierda se asoma a la irrelevancia absoluta.
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