Los migrantes de la ‘jungla’ de Calais se duplican hasta los 10.000 desde junio
La afluencia descontrolada echa por tierra la estrategia del Gobierno para desmantelar el infame asentamiento
La jungla de Calais, el asentamiento en el que se hacinan miles de desamparados que huyen de la guerra y la miseria, pone de nuevo de relieve estos días la errónea estrategia europea ante el fenómeno migratorio. En solo un trimestre, la población errante que intenta pasar al Reino Unido prácticamente se ha duplicado y ya roza los 10.000 habitantes en medio de ratas, escasos servicios y permanentes riñas interétnicas. Dos meses después del Brexit, en Francia aumentan las voces de quienes exigen abrir la mano y que sea Londres quien cargue con el problema.
La voz de alarma la han dado la policía y las organizaciones humanitarias. La prefectura de Calais maneja como cifras oficiales la presencia de 6.900 migrantes en el campamento y precisa que en junio había 4.500. La Asociación para el Alojamiento de Emigrantes eleva el número a 9.106. Y el sindicato policial Alliance dice que “se llegará a 10.000 en los próximos días”.
Alain Privot, presidente de la Liga de Derechos Humanos de Francia, comenta por teléfono que estamos “ante un problema enorme” porque esos migrantes están “dispuestos a todo, incluso a arriesgar sus vidas” para alejarse de sus zonas de origen. “Hay que atajar los problemas en esas zonas de origen. Si no, el fenómeno seguirá y aumentará”.
La llegada masiva de migrantes a Calais ha coincidido con el buen tiempo veraniego en el Mediterráneo, que ha facilitado el paso la costa europea. La mayoría de los llegados a la costa noroeste francesa proceden de Italia. Además de Calais, se han instalado en otros campamentos en los que, como el de Grande-Synthe, se hacinan otros millares de migrantes.
El fenómeno ha echado por tierra la doble táctica puesta en marcha en febrero por el Gobierno francés para poner fin al inmundo asentamiento: distribuir a miles de migrantes a centros de acogida –solo en la zona están previstas 5.000 plazas, de las que 2.000 ya están ocupadas- y colocar en el campamento contenedores convertidos en viviendas provisionales. La zona sur del asentamiento fue desalojada entonces, pero ha vuelto a ser ocupada por tiendas de campaña y chabolas.
En medio del caos y con una vigilancia policial insuficiente –la mayoría de los cientos de agentes se dedican a impedir que los migrantes suban a los camiones con destino a Inglaterra-, las riñas en el asentamiento son constantes. Sobre todo de noche. Dos migrantes han muerto en los dos últimos meses. En la noche del pasado día 22, se enfrentaron unos 400 afganos con otros tantos sudaneses con el resultado de un muerto y seis heridos graves.
Sarkozy quiere renegociar los acuerdos migratorios con Londres para que los ingleses asuman más controles
La policía, a través de sus sindicatos, asegura que la situación está “peor que nunca” y que es hora de dejar de hacer el trabajo a los ingleses. Es lo que opina el expresidente Nicolas Sarkozy. Quiere renegociar los acuerdos de Touquet, por los que Francia e Inglaterra acordaron que París controlara a los migrantes en Calais a cambio de una suma –ahora 80 millones de euros anuales- aportada por Londres. Policías británicos actúan en Calais y franceses, en Dover, al otro lado del canal de la Mancha.
Pese a que el propio Sarkozy firmó los acuerdos como ministro del Interior en 2003, ahora quiere que sean los ingleses en su propio territorio los que controlen y determinen quién tiene o no derecho al asilo. “Pido la apertura en Inglaterra de un centro de tratamiento de peticiones de asilo de quienes están en Calais, de forma que sean los ingleses quienes hagan el trabajo que les corresponde. Serán ellos los que tendrán que organizar los charters para devolver a sus países a quienes ellos rechacen”.
El presidente de la región Norte-Paso de Calais, Xavier Bertrand, del partido de Sarkozy, también quiere renegociar un acuerdo que se ha convertido ya en un permanente “mercado de trileros”.
En campaña para las elecciones presidenciales del año que viene, Calais será de nuevo arma arrojadiza como mal ejemplo de política migratoria. Es en esa región donde la candidata Marine Le Pen, presidenta del ultraredechista Frente Nacional, obtuvo el 42,2% de los votos en las regionales del año pasado. Fue la indiscutible ganadora en la primera vuelta (40,6% de los votos frente al 24,9% para Bertrand), pero la izquierda apoyó a este en la segunda para cerrar el paso a Le Pen.
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