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Alemania rechazó en seis meses más migrantes que en todo 2015

Berlín cortó el paso a más de 13.000 personas en la primera mitad del año, la mayoría llegados desde Austria

Decenas de migrantes aguardan para coger un tren en una estación de Múnich (Alemania), en septiembre de 2015.
Decenas de migrantes aguardan para coger un tren en una estación de Múnich (Alemania), en septiembre de 2015. AFP

En su última comparecencia ante la prensa nacional e internacional en Berlín, la canciller Angela Merkel defendió su política de asilo impulsada el verano pasado y afirmó que todas las personas que son perseguidas recibirán asilo y los refugiados serán protegidos como establece la convención de Ginebra. Pero la situación que impera en las fronteras alemanas muestra una realidad diferente y señala que el Gobierno está aplicando nuevas medidas destinadas a frenar la entrada de refugiados al país.

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En los seis primeros meses del año, Alemania rechazó la entrada de 13.324 personas que intentaron ingresar en el país para solicitar asilo, más del doble de las que fueron rechazadas en todo 2015. Las nuevas estadísticas que revelan una política de acogida fueron dadas a conocer por el Ministerio del Interior en una respuesta a una demanda presentada por el Partido La Izquierda y revelan que la política de bienvenida, que imperó en el país en el verano pasado, pasó a la historia.

Según Interior, la policía impidió la entrada al país a 10.620 personas en la frontera germano-austriaca, 240 en la frontera con Francia, otras 118 en la frontera con Holanda y a 2.030 personas en los aeropuertos. Alemania reintrodujo el control en sus fronteras en septiembre de 2015, a causa de la avalancha de refugiados que estaba llegando al país.

Bulgaria se quiere blindar

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Con la ruta de los Balcanes prácticamente cerrada al 100%, Frontex pone ahora el foco en las entradas de inmigrantes y refugiados por tierra a la UE desde Turquía. Y debido a esta preocupación, la agencia de control y vigilancia de fronteras exteriores comunitaria anunció este fin de semana un refuerzo en la vigilancia de la línea fronteriza entre Bulgaria y el país Euroasiático, y también entre Bulgaria y Serbia a petición del Gobierno de Sofía.

“En las próximas semanas desplegaremos oficiales, coches patrulla, perros y equipos de visión nocturna”, dijo Berndt Koerner, director ejecutivo de la agencia, a través de un comunicado. Además de la ayuda técnica, Frontex enviará más agentes —actualmente ya hay 80 oficiales desplegados en el país— para apoyar a las autoridades nacionales búlgaras a “detectar inmigrantes escondidos en coches, autobuses y trenes”, explica Frontex. Estas medidas se añadirán a una valla de espino de más de 80 kilómetros que el Gobierno conservador de Boiko Borísov mandó levantar en plena oleada de refugiados en 2015.

Bulgaria ha sido siempre una ruta que ha despertado poco interés mediático a pesar de los más de 11.000 migrantes que entraron al país de manera irregular en 2014, según fuentes diplomáticas, 31.174 en 2015, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y más de 7.000 en lo que va de año. Pero el actual cierre de las fronteras en Macedonia y la instauración de controles más exhaustivos por las autoridades helenas han causado un "desplazamiento", según Frontex, de cientos de personas hacia esa parte de Europa oriental.

Bulgaria colabora desde al año pasado con Turquía —y también Grecia— para intentar frenar la inmigración ilegal e intercambiar información entre las tres capitales. Hasta el pasado 3 de agosto, Bulgaria había reubicado solo a seis migrantes de los 160.000 que se comprometió la UE desde Italia y Grecia, según la OIM, aunque el total que espera salir de ambos países supera con creces el millón.

A causa de la llegada de refugiados en 2015, las autoridades también endurecieron los controles de documentos en la frontera, una medida que ahora se aplica con dureza. Las personas que no posean un documento de identidad vigente o que no tengan una visa, tienen prohibida la entrada al país.

El rigor para impedir la entrada de nuevos refugiados al país también se está aplicando en el interior con respecto a la expulsión de refugiados, cuyas peticiones de asilo fueron rechazadas por las autoridades. En los seis primeros meses del año, un total de 13.743 personas se vieron obligadas a abandonar Alemania, un 31% más que en el mismo periodo del año pasado. Los más afectados fueron personas provenientes de los países balcánicos, que fueron declarados como países seguros, una situación que corta de raíz la posibilidad de que kosovares, serbios o albaneses puedan pedir asilo político en Alemania.

La respuesta del Ministerio del Interior a la petición del partido La Izquierda también incluye una estadística que refleja la otra cara de la política de bienvenida a los refugiados. En el año 2015, hubo 30.553 peticiones de refugiados para regresar voluntariamente a sus países de origen. La mayoría de las peticiones -9.349 casos- fueron hechas por ciudadanos albaneses. 3.322 iraquíes y 2.035 afganos también pidieron volver a sus países.

“La gente prefiere regresar a sus países por varias razones. El proceso de asilo dura demasiado tiempo, no hay cursos de idioma y las autoridades también rechazan la agrupación familiar”, dijo la diputada de La Izquierda, Ulle Jelpke, al comentar la respuesta del Ministerio del Interior que recibió su partido. “Alemania actúa de forma irresponsable al enviar a la gente a Irak o a Afganistán”.

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