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Valls estudia prohibir la financiación extranjera de la construcción de Mezquitas

El jefe del Ejecutivo francés aboga por que todos los imanes que ejercen en el país sean formados dentro de sus fronteras

El primer ministro francés, Manuel Valls, estudia prohibir “por un tiempo” la financiación por parte de países extranjeros de la construcción de mezquitas en suelo francés, según declara en una entrevista al diario Le Monde. Días después del último atentado yihadista en Francia, el jefe del Ejecutivo socialista aboga también por reflexionar sobre una nueva “relación con el islam en Francia” y que todos los imanes que ahí ejercen sean formados dentro del país.

Varios musulmanes rezan en memoria del sacerdote Jacques Hamel durante el rezo en una mezquita en Francia.
Varios musulmanes rezan en memoria del sacerdote Jacques Hamel durante el rezo en una mezquita en Francia.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

“Debemos construir un nuevo modelo, el ministro del Interior está trabajando en ello”, explica el primer ministro, en reacción a las declaraciones del pasado miércoles del rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur, sobre la necesidad de repensar las instituciones del Islam en Francia. “Quiero, entre otras cosas, que los imanes sean formados en Francia y no fuera. Estoy a favor de que, por un tiempo por determinar, no pueda haber ninguna financiación extranjera en la construcción de mezquitas”, añade.

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Francia cuenta con unas 2.500 mezquitas, para una población musulmana estimada a entre cuatro y cinco millones. El propio Boubakeur calculaba hace un año que hacía falta redoblar el número de salas de rezo. La ley francesa de 1905 de separación del Estado de la Iglesia prohíbe la financiación pública de lugares de culto, que recurren en ocasiones en aportaciones exteriores, en particular de los países del Golfo o del Magreb, como Marruecos y Argelia.

Así, el caso de la financiación extranjera es regularmente fuente de polémica. La última se ha centrado en torno a la Mezquita en Nur de Niza, propiedad del ministro saudí de Asuntos islámico, el jeque Ben Abdel Aziz Al-Cheikh, recién inaugurada. El exalcalde de la ciudad, el conservador Christian Estrosi, se había opuesto a su apertura por considerar que suponía “un gran peligro para la ciudad”. La delegación del Gobierno dio luz verde y la justicia, a la que recurrió Estrosi, estimó que negar su apertura supondría una violación de la libertad de culto.

Tras el anuncio de Valls, Estrosi no ha tardado en volver a protestar: “Le pido al Gobierno que actúe de acuerdo con sus declaraciones” y que cierre la mezquita propiedad del ministro de Arabia Saudí “que predica la Sharia y la destrucción de las iglesias”, indica en un comunicado. Eric Ciotti, diputado conservador, ha recordado por su parte que hace solo 10 días había presentado una enmienda en ese sentido, entonces rechazada por el Gobierno, y apuntado a la “hipocresía” del primer ministro.

La aportación extranjera representa en torno al 20% de la financiación total de la construcción de mezquitas

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Los datos

Para Bernard Godard, antiguo consejero sobre el Islam en el Ministerio del Interior (2007-2014), existe cierta fantasía en torno a este asunto. Calcula que la aportación extranjera representa en torno al 20% de la financiación total de la construcción de mezquitas, a veces procedentes de particulares. Esta se concentra en las grandes mezquitas. “Casi el 80% de las mezquitas son medianas o pequeñas”, a menudo simples salas de rezo, “y estas las financian los fieles con sus donaciones”, añade.

Sobre todo “pretender que hay una vinculación entre la financiación y lo que está pasando con el yihadismo no tiene sentido”, añade. “Los que donan lo hacen para mostrar que hacen algo por los musulmanes, pero no hay ninguna presión doctrinal. En el caso de los saudíes, lo último que quieren son problemas con las autoridades locales”, añade. Arabia Saudí, muy activa en la construcción de mezquitas en los años ochenta, se concentra ahora sobre todo en distribuir fondos para el mantenimiento de los templos, añade.

A pesar de la ley, es frecuente también que las municipales participen en la construcción de los templos, centrando su aportación en la parte cultural. Fue el caso por ejemplo de la mezquita de Créteil, en las afueras de París, inaugurada en 2008. El Ayuntamiento se hizo cargo de la librería, el hamam, la sala de exposición y el restaurante del establecimiento, sumando así el 20% del coste total. “No nos vamos a engañar, hemos tenido la lectura más flexible posible de la ley”, admitía en marzo a Libération el alcalde, Laurent Cathala.

Poner freno a la posible influencia exterior en las mezquitas pasaría también por los imanes y por ello Valls ha propuesto también que sean formados en Francia. Existen dos escuelas en Francia, una gestionada por la Gran Mezquita de París, y otra por la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia, vinculada a los Hermanos Musulmanes. Pero se estima que la gran mayoría de los predicadores se forman en el extranjero o mediante cursos a distancia. En torno al 80% de los imanes son de hecho extranjeros, aunque la cifra de franceses evoluciona muy gradualmente, según Godard.

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