El fantasma de Trump planea sobre la cumbre del G7
Obama acusa al candidato republicano de "ignorancia" de los asuntos mundiales
El candidato republicano a la presidencia de EE UU, Donald Trump, no está presente en la cumbre del G7. Pero eso no le ha impedido dejar huella en la reunión de líderes de países industrializados en la idílica península japonesa de Ise-shima. Y no de una manera positiva: según el presidente estadounidense, Barack Obama, los mandatarios mundiales se encuentran “sacudidos” por las declaraciones del rimbombante millonario, que ponen en evidencia su “ignorancia” de los problemas mundiales.
“No están seguros de hasta qué punto tomar en serio algunas de sus declaraciones”, señaló Obama en una rueda de prensa al término de las primeras sesiones de trabajo del grupo que reúne a EE UU., Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón. “Pero se sienten sacudidos por ellas, y tienen motivos”.
“Muchas de las propuestas que ha planteado exhiben o bien una ignorancia de los asuntos mundiales, o una actitud desdeñosa, o un interés en acaparar tuits y titulares de prensa”, en lugar de centrarse en resolver los problemas de EE UU. y garantizar su seguridad en el exterior, insistió el presidente estadounidense sobre Trump. Un hombre que ha asegurado que expulsaría a los musulmanes de Estados Unidos, construiría un muro para impedir la entrada a los inmigrantes mexicanos y recomienda a Japón dotarse de sus propias armas nucleares. Un hombre por el que nadie apostaba al principio pero que se ha hecho con la candidatura republicana —a falta de que lo rubrique la convención de su partido— y al que las encuestas presentan en una carrera cada vez más apretada contra la previsible candidata demócrata, Hillary Clinton, de cara a las elecciones de noviembre.
Para Obama, esta reunión de dos días será la última de su mandato del G7, un grupo de países afines que lucha por mantener su relevancia en los tiempos actuales frente a otros foros más representativos de la nueva realidad mundial. Si el G20, el grupo de las mayores economías del mundo, engloba el 85% del PIB mundial, la aportación del G7 ha caído del 68% en 1992 al 47% en 2015.
La primera jornada se ha dedicado sobre todo a la economía global, un área donde los Siete han puesto de manifiesto las diferencias en sus enfoques. Aunque están de acuerdo en que el crecimiento es aún débil y encara riesgos, difieren sobre las fórmulas a aplicar y en qué proporción. Es algo que a todas luces impedirá que adopten medidas de gran alcance y se limiten a declararse en favor de una combinación “equilibrada”, a gusto de cada país, de medidas monetarias, fiscales y estructurales.
Mientras Japón y Canadá defienden una mayor flexibilidad en el gasto, Alemania o Reino Unido son partidarios de reformas estructurales.
Según Japón, suscita preocupación la situación de las economías emergentes. El viceministro de la Presidencia, Hiroshige Seko, declaró a los medios que su primer ministro, Shinzo Abe, comparó la caída actual en los precios de las materias primas, de un 55% entre junio de 2014 y enero de 2016, a la que sufrieron durante el estallido de la crisis financiera, entre julio de 2008 y febrero de 2009. Es una comparación que, según viene a decir Japón, resalta la necesidad de poner en marcha programas de mayor gasto público, similares a los que se aplicaron entonces.
Hasta el momento, los líderes han examinado “cómo usar todas las herramientas a nuestra disposición para lograr un crecimiento que consiga que la gente pueda volver a trabajar, que los salarios crezcan”, indicó el presidente de EE UU, Barack Obama, en una rueda de prensa. Según Obama, la crisis de la deuda griega se ha aliviado, y eso ayudará a la situación económica global, pero “aún nos queda mucho trabajo por delante”.
Los Siete también dedicaron tiempo a hablar sobre seguridad marítima en Asia Pacífico, uno de los asuntos que más preocupan al país anfitrión, que —como Estados Unidos— ve con preocupación las reclamaciones territoriales cada vez más contundentes de Pekín en los mares del sur y del este de China.
“El primer ministro, Shinzo Abe, encabezó el debate sobre la situación actual [en esos mares]. Otros líderes del G7 dijeron que es necesario que el G7 envíe una señal clara”, declaró Seko.
China, por su parte, ha replicado que el mar del sur “no tiene nada que ver con los países del G7”. Pekín “se opone a que países individuales hinchen el tema del mar del Sur de China en beneficio propio”, ha dicho la portavoz del Ministerio de Exteriores, Hua Chunying. El jefe de la diplomacia china, Wang Yi, había advertido horas contra “cualquier debate o acto que pueda agravar las tensiones en la región”.
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