Pekín vive su primera alerta roja por contaminación
Los niveles de polución son, no obstante, inferiores a los de la semana pasada, cuando solo se declaró una alerta naranja
Pekín ha amanecido este martes bajo su primera alerta roja, el nivel más alto de una escala de cuatro, por contaminación. Las escuelas se encuentran cerradas, las obras paralizadas y las empresas estatales ofrecen horario flexible a sus empleados. El tráfico, generalmente pesado en una ciudad de 21 millones de habitantes y un parque móvil de más de 5 millones de vehículos, se ha vuelto mucho más fluido: tan solo pueden circular la mitad de los automóviles privados, mediante un sistema de alternancia entre las matrículas pares e impares.
La recomendación de la Oficina para la Protección Medioambiental de Pekín es que se evite salir al aire libre en la medida de lo posible, y en caso de hacerlo, que se porte mascarilla protectora. El Departamento de Transporte ha añadido cerca de 25.000 autobuses al servicio habitual para acomodar a los cerca de 2 millones de pasajeros extra resultantes de las restricciones al tráfico privado.
Paradójicamente, los niveles de contaminación no son este martes los más altos que se han vivido recientemente. A primeras horas de la tarde, la concentración de partículas PM2,5 -de un diámetro menor a las 2,5 micras, las más peligrosas por su capacidad de infiltrarse en los pulmones- llegaba según los medidores de la Embajada de EE. UU. a los 344 microgramos por metro cúbico de aire, 10 veces más del máximo de 25 microgramos/m3 que la OMS considera tolerable. La semana pasada, cuando solo se impuso una alerta naranja -la segunda más alta-, la concentración de esas partículas nocivas superaba los 630 microgramos. Mientras en París se inauguraba la cumbre contra el cambio climático, En algunos puntos de la ciudad llegó a superar los 1.000 microgramos.
La decisión de las autoridades municipales de Pekín parece haber sido tomada en reacción, precisamente, a las quejas de los ciudadanos ante la falta de medidas drásticas contra la contaminación la semana pasada. Aunque el sistema de alertas se adoptó en 2013, hasta ahora el gobierno municipal de la capital china, que sostiene que las medidas que se han ido adoptando están logrando avances en la lucha contra la contaminación, se había resistido a declarar los niveles más altos.
Según el responsable de la campaña para clima y energía de Greenpeace en Asia Oriental, Dong Liansai, la alerta roja “es una señal muy bienvenida de una actitud diferente por parte del gobierno de Pekín”. “No obstante, esto, el último episodio en una serie de ‘airpocalipsis’ que ha sufrido Pekín, también sirve como claro recordatorio de lo mucho que aún queda por hacer para garantizar un aire sano para todos”, opinaba en un comunicado.
En un editorial, el diario oficial “China Daily” publica por su parte que la decisión municipal de declarar la alerta roja “merece el aplauso, pues muestra que las autoridades han escuchado la preocupación de los residentes”.
Tras una reforma del sistema de alertas en marzo, la alerta roja debe declararse solo si se prevé una contaminación grave -de un nivel de 200 o más- durante más de 3 días, según ha precisado el responsable del centro de control medioambiental de Pekín, Zhang Dawei, en declaraciones a la agencia oficial Xinhua. “La última vez la fuerte contaminación no cumplió esos requisitos para la alerta roja”.
Aunque las explicaciones oficiales no parecen convencer a los ciudadanos, que se lamentan de que las medidas bajo la alerta roja no atajan la principal fuente de contaminación, el uso de carbón para la producción de electricidad y para los sistemas de calefacción. En las redes sociales chinas abundaban las críticas.
“La principal razón para que esta vez sí se haya declarado (la alerta roja) es que la última vez no estaba Xi (Jinping, el presidente chino, que la semana pasada viajó de gira a París y África). Pero ahora está de vuelta”, opina un internauta que se identifica como “Zhanrangongfang”.
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