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La guerra siria se cobra 170.000 vidas en 40 meses

El régimen de Bachar El Asad recupera terreno frente a los rebeldes

Los combates entre Ejército y rebeldes aumentan en Alepo.Foto: reuters_live
Natalia Sancha

El conflicto sirio se ha cobrado ya más de 170.000 vidas en 40 meses, aseguraba la semana pasada el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos con base en Londres. El Ejército sirio prosigue en Alepo su avance contra los diferentes focos rebeldes en el país arrebatando a los insurrectos las grandes urbes y las arterias principales que les unen a la capital.

El epicentro de los combates entre el régimen y los sublevados se centra desde hace dos semanas en la periferia norte y este de Alepo, al norte del país, donde hace días murieron 50 personas bajo el fuego cruzado y la lluvia de barriles-bomba lanzados por la aviación siria. Tras tres años de enfrentamientos, el régimen ha lanzado una dura operación militar para recuperar la segunda mayor ciudad de Siria y polo económico.

Los uniformados sirios han logrado hacerse con el control del estratégico complejo industrial Sheij Nayar (al noreste de la ciudad) tratando de sellar el cerco alrededor de los combatientes del Frente Al Nusra (escisión de Al Qaeda) y del grupo Liwa Al-Tawhid que intentan resistir el embiste. “El Ejército está recuperando terreno y los hombres de Al Nusra están arrinconados en el norte y noreste de Alepo. El centro de la ciudad está más o menos tranquilo y bajo control y en un par de meses controlaremos toda la periferia de Alepo”, aseguraba al teléfono un miliciano afín al Ejército sirio que prefiere no revelar su nombre.

Se estima que Hezbolá, que también lucha en Alepo junto al régimen sirio, ha perdido a 500 de sus hombres en Siria

Al igual que hiciera en Damasco y Homs, el Ejército de Bachar el Asad prosigue una misma estrategia intentando cercar a los insurgentes con el fin de estrangular las vías de avituallamiento tanto de alimentos como de municiones y presionar por una rendición de los rebeldes. Desde hace varios meses, el Ejército sirio rodea también la última bolsa de insurrectos en la periferia este de Damasco, en la zona de Yubar. “Sera cuestión de meses, pero una vez no tengan qué comer ni con qué disparar, se tendrán que rendir. Duma sigue siendo la principal base de los terroristas [como el régimen sirio califica a todas las diferentes facciones rebeldes] en la periferia de Damasco. Raqa es la única capital de provincia bajo control de los terroristas del Estado Islámico y de ahí solo queda el norte de Homs, el norte de Alepo y parte de Deraa [en el sur del país] en manos rebeldes. Básicamente controlamos más del 70% del país. Lanzaremos operaciones en todas esas zonas para acabar con ellos”. Este era el balance que hacía hace apenas un mes a este diario un coronel del Ejército sirio mapa en mano en el frente de la periferia damasquina.

En los últimos meses, el régimen sirio ha logrado recuperar —y ello con el apoyo de la milicia libanesa chií Hezbolá— todo el corredor oeste desde Kasab (localidad siria situada en el norte con la frontera turca) hasta el sur de la frontera con Líbano. No obstante, la lucha se reavivó la semana pasada al oeste de Siria donde unos 700 rebeldes replegados en las montañas que separan Líbano de Siria combaten simultáneamente contra Hezbolá y el Ejército sirio. Según la prensa local libanesa, en la última semana Hezbolá habría perdido a 10 de sus hombres y capturado a 14 rebeldes en la región de la Bekaa, al este del Líbano.

Al tiempo que Hezbolá combate en el terreno, la aviación Siria lo hace desde el aire intensificado los bombardeos en territorio libanés y dejando un muerto y 11 heridos. Los poblados chiíes de la Bekaa se hacían eco de los combates con un reguero de funerales anunciados durante el fin de semana. Se estima que Hezbolá, que también lucha en Alepo junto al régimen sirio, ha perdido a 500 de sus hombres en Siria.

El revés asestado a los rebeldes por el Ejército sirio en el último año ha invertido drásticamente el balance en el terreno. A finales de 2012 los insurgentes avanzaban hacia las puertas de Damasco y el régimen de Bachar el Asad se tambaleaba. La semana pasada, un desafiante el Asad pisaba de nuevo la alfombra roja para jurar sobre el Corán el cargo de presidente para un tercer mandato de siete años. "Pronto veremos a países árabes, regionales y occidentales, que respaldan el terrorismo, pagar un precio caro" aseguraba en su discurso.

 Del precio pagado por el pueblo sirio con 170.000 vidas, 56.000 han sido civiles (de los cuales 9.000 niños), 65.000 soldados sirios y 46.000 combatientes rebeldes. A estos espeluznantes números se suma el desastre humanitario con la mitad de la población siria (12 millones de personas) obligada a abandonar su residencia habitual, seis millones de desplazados internos y tres de refugiados sirios desperdigados por los países vecinos. Tras el avance del Ejército sirio, los organismos internacionales comienzan a plantear el colosal desafío de la futura reconstrucción de una Siria marchita.

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