Una vacuna puede ser culpada sin pruebas médicas de provocar una enfermedad, según la UE
El Tribunal de Justicia europeo acepta como indicio sólido "la proximidad temporal" entre una inyección y la aparición de una patología
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictado que se puede culpar a una vacuna de provocar una enfermedad, aunque no esté demostrada científicamente la relación de causalidad. La polémica sentencia llega por la demanda de los familiares de J. W., un hombre que fue vacunado en Francia contra la hepatitis B en 1998 y 1999. Poco tiempo después desarrolló una esclerosis múltiple. Murió en 2011. Él, su esposa y sus dos hijas denunciaron en 2006 al gigante farmacéutico Sanofi Pasteur, fabricante de la vacuna, alegando que un supuesto defecto del producto habría provocado la enfermedad.
Ahora, el tribunal europeo sentencia que “a falta de consenso científico, el defecto de una vacuna y la relación de causalidad entre éste y una enfermedad pueden probarse mediante un abanico de indicios sólidos, concretos y concordantes”, según ha destacado la institución en un comunicado.
"Corremos el riesgo de actuar con creencias, no con ciencia", lamenta el presidente de la Asociación Española de Vacunología
La sentencia tumba los argumentos del Tribunal de Apelación de París, que asumió el caso en Francia. Los jueces franceses señalaron que no existía un consenso científico que respaldase la existencia de una relación de causalidad entre la vacuna contra la hepatitis B y la esclerosis múltiple. Las autoridades sanitarias nacionales e internacionales rechazaron la asociación entre la probabilidad de sufrir una enfermedad desmielinizante, característica de la esclerosis múltiple, y la vacuna contra la hepatitis B, según reconoce la sentencia europea. El tribunal francés subrayó además que no se conocen las causas de la esclerosis múltiple y que alrededor del 95% de las personas que padecen la enfermedad no tienen antecedentes familiares, como en el caso de J. W.
“La proximidad temporal entre la administración de una vacuna y la aparición de una enfermedad, la inexistencia de antecedentes médicos personales y familiares de la persona vacunada y la existencia de un número significativo de casos registrados de aparición de tal enfermedad a raíz de la administración de la referida vacuna pueden constituir, en su caso, indicios suficientes para constituir tal prueba”, según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
El presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós José García Rojas, se declara “un poco asustado” por la sentencia. “Si ponemos una vacuna antigripal a un anciano que padece una enfermedad del corazón y, al día siguiente, muere de un infarto, es casualidad, no causalidad”, señala. “Establecer una relación de causalidad requiere rigor científico. Al convertir la evidencia científica en algo discutible, corremos el riesgo de actuar con creencias, no con ciencia”, alerta.
“Sanofi Pasteur reitera que sus vacunas son seguras, efectivas y protegen contra enfermedades infecciosas. Nuestras vacunas contra la hepatitis B son seguras y bien toleradas. Han sido aprobadas por las autoridades sanitarias y vendidas durante más de 30 años”, ha declarado la multinacional farmacéutica en un comunicado remitido a la CNN.
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