Cuando el ciudadano acude a la ventanilla equivocada
La mayoría de las reclamaciones a la Defensora del Pueblo de la UE no son de su competencia
Presentar una queja ante la Defensora del Pueblo europeo es sencillo. Basta entrar en su página web, responder un cuestionario y completar un formulario con la reclamación. La mayoría de los que siguen esos pasos no tendrán, sin embargo, el compromiso de la defensora de tratar de buscar una solución. Y no porque su causa no lo merezca ni por dejación de funciones (nada que ver con el “vuelva usted mañana” de Larra). Simplemente, han acudido a la ventanilla virtual equivocada. Así lo indica el último informe del organismo, que cifra en casi dos de cada tres los casos en que el ciudadano acude a la defensora para resolver cuestiones sobre las que no tiene competencias.
El error de la gran mayoría es que sus reclamaciones no se refieren a la falta de transparencia o la mala administración de las instituciones comunitarias, el ámbito de trabajo de la defensora, Emily O'Reilly. Para los litigios con las Administraciones más cercanas ya están sus equivalentes autonómicos o nacional. También quedan fuera temas puramente políticos, legislativos o sobre decisiones de los tribunales.
El año pasado se presentaron 1.880 quejas (cinco cada día). De ellas solo en 711 correspondía intervenir a la defensora, y finalmente se abrieron 245 investigaciones formales. Los españoles fueron los ciudadanos europeos que más quejas presentaron (un total de 308) con gran diferencia sobre su perseguidor, Polonia, con 163. Para los próximos años, la entidad espera que problemas relacionados con el Brexit creen múltiples reclamaciones. En el caso de los españoles, la mayoría están relacionadas con temas judiciales, protección al consumidor, transparencia y banca. Y muchas son remitidas a sus homólogos nacionales por falta de competencias.
Aun así, la cifra de quejas sobre las que la defensora de la UE no tiene capacidad de actuación es la más baja desde que hay registros. En el pasado llegaron a triplicar a las que sí entran en el mandato de O'Reilly, cuya oficina lleva años repitiendo a la mayoría de los que presentan una queja: “Disculpe, pero no es aquí”.
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