_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mosquitos

De forma ingenua la gente cree que nuestros secretos, confidencias, pensamientos y opiniones están a salvo

Manuel Vicent
Icones de WhatsApp y Facebook messenger.
Icones de WhatsApp y Facebook messenger.Phil Noble (REUTERS)

Como mosquitos, que alegres y confiados desafían a la araña, nos intercambiamos secretos por SMS, e-mails, WhatsApp, Twitter, Facebook, blogs e Instagram con la creencia de que ese caudal de imágenes y palabras, algunas calientes y comprometidas, la mayoría estúpidas o banales, sale de estos dispositivos electrónicos y se posa aleatoriamente en una nube donde permanece preservado a nuestra exclusiva disposición. De forma ingenua la gente cree que nuestros secretos, confidencias, pensamientos y opiniones están a salvo en ese trastero celestial, puro e incontaminado, cuando en realidad esa nube es una gigantesca computadora situada bajo tierra donde la humanidad a modo de enjambre de alegres y confiados mosquitos se encuentra cada día más atrapada. En ella se almacenan todos los mensajes que emitimos con nuestros cacharros digitales y que las grandes empresas de comunicación, el poder y la policía utilizan a su conveniencia. Los secretos de nuestra vida están secuestrados y disponibles en esa telaraña, puesto que el acuerdo de confidencialidad es pura falacia. Se trata de un robo y a la vez de una amenaza en toda regla. Imagínense que en vez de bits se almacenaran en un gran depósito general nuestras cartas y documentos escritos. Habría que ser idiotas para creer que estarían allí bien guardados sin que nadie los leyera, los utilizara o revendiera. Las redes sociales se han convertido en verdaderas redes físicas, similares a las de las arañas más peligrosas que atrapan nuestros pensamientos para convertirnos en víctimas de algún depredador. Pero existe algo peor. Si dentro de mil años esa nube digital desapareciera por un cambio climático o la gran computadora universal fuera bombardeada, la humanidad sin memoria tendría que volver al neolítico, comenzar por la pintura rupestre e inventar al final el papel y el lápiz.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_