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Justice, la noche ya no les confunde

Hicieron bailar a medio mundo en 2006, pero cinco años después se hizo el silencio. Ahora el dúo francés vuelve más maduro

Álex Vicente
Xavier de Rosnay, delante, y su socio Gaspard Augé posan para ICON en aquel punto en el que París se convierte en Manaos.
Xavier de Rosnay, delante, y su socio Gaspard Augé posan para ICON en aquel punto en el que París se convierte en Manaos.Ed Alcock

Un crucifijo cubierto de un líquido viscoso. Podría ser gasolina. Visto bajo la luz, el material cobra un reflejo irisado. Si todo va a saltar por los aires, que sea entre colores alegres. Las canciones que esconde esa carátula, escuchadas a todo volumen en un despacho de su discográfica parisina, parecen contener este mensaje. Diez temas compuestos y grabados en una ciudad sumida en el horror, bajo un sol de invierno, en una casa perdida.

Hay ecos de Giorgio Moroder y Donna Summer, de sus admirados Beach Boys mezclados con bases electrónicas, de unos Jackson 5 revisitados por Trent Reznor. Así suena Woman, el regreso de uno de los mayores fenómenos musicales de la década pasada, el dúo francés Justice.

¿A qué se han dedicado desde su último álbum, Audio Video Disco, publicado en 2011? “A vivir. A disfrutar de nuestros amigos y nuestras familias”, responden al unísono. Van vestidos con sendas bombers de colores distintos y camisetas con motivos gráficos que hacen que uno se pregunte si se llaman por las mañanas para ponerse de acuerdo. Su aspecto sigue siendo juvenil, aunque ya no tienen 20 años. Más bien se acercan a los 40. El rictus travieso de Xavier de Rosnay, hoy padre de familia, se ha vuelto algo melancólico. Gaspard Augé se ha cortado la melena y ganado un poso maduro.

"Nuestra vida ha cambiado. Ha llegado cierta madurez. Sería muy triste hacer música como niños de 20 años”

Dicen que se plantearon Woman como si fuera un disco de góspel, capaz de proporcionar un sentimiento de comunión a quienes lo escucharan. “En este periodo de nuestras vidas nos sentimos cómodos con la idea de proponer cosas positivas. Es un momento luminoso y solar. Hacer música oscura es muy fácil. Lo difícil es lo contrario”, afirma De Rosnay.

“Nuestra vida ha cambiado. Aunque no seamos Bob Dylan, porque no volcamos nuestras tripas sobre el papel, ha llegado cierta madurez”, confirma Augé. Durante la veintena vivieron de noche y llenaron clubes con su electrónica teñida de disco digerible por las masas. ¿Cambia su trabajo cuando a uno ya no le apetece acostarse de madrugada? “Claro que cambia. Y no intentamos ir contra ese cambio. Sería muy triste hacer música como niños de 20 años. Los grupos que envejecen bien son los que hacen la música que corresponde a su edad”, responde De Rosnay.

En realidad, Justice nunca fueron chicos malos, sino niños buenos cubiertos de tatuajes y crecidos en la periferia residencial de París (De Rosnay comparte patronímico con un militar de la guardia de Luis XVIII). Su encuentro se produjo en una fiesta, “en 2002 o 2003”, cuando ambos trabajaban de grafistas. “Nos caímos bien, pero nada más. Al conocerlo, no me dije que iba a ser él”, recuerda De Rosnay.

Portada del último disco de Justice, 'Woman', con una cruz con líquido viscoso.
Portada del último disco de Justice, 'Woman', con una cruz con líquido viscoso.

Meses después, en una cena improvisada alrededor de una raclette, conocen a Pedro Winter, el manager de Daft Punk y fundador del sello Ed Banger. Le hacen escuchar el que será su primer éxito: una remezcla de Never be alone, canción de los británicos Simian, de la que sólo salvarán su contagioso estribillo. El resto es historia: We are your friends, en la versión remezclada por Justice, se convertirá en uno de los temas de 2006.

Más tarde, le seguirá otro aún más exitoso: D.A.N.C.E. De ese primer álbum, Cross, venderán casi un millón de ejemplares. Son los días del primer iPhone, de las Ray-Ban de colores, en el ecuador de una década sin nombre, justo antes de que estalle la crisis económica. Justice ganan Grammys y llenan el Madison Square Garden. Kanye West acude a sus conciertos y los Jonas Brothers los siguen en MySpace.

Juran no sentir nostalgia por aquella época. “Fue muy divertido, pero estamos muy bien como estamos”, dice De Rosnay. “Yo me siento a gusto con mi edad”, asegura Augé. Compartiendo cigarrillos, cruasanes y miradas cómplices, también sorprende que sigan soportándose. “Si ha funcionado es porque somos bastante distintos. Si fuéramos idénticos, no habría durado 13 años”. ¿Igual que una pareja? “Puede ser, puede ser…”, encajan con deportividad. “Ahora existe menos pudor entre nosotros. Ya no nos da vergüenza que el otro nos encuentre ridículo”. Mejor definición de la madurez, imposible.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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