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Tribuna
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Un planeta 50-50 todo el año

La igualdad entre hombres y mujeres debe ser recordada por todos durante todos los días

Una mujer trabajando en un comercio en Gran Vía, Madrid.
Una mujer trabajando en un comercio en Gran Vía, Madrid. Samuel Sanchez (EL PAÍS)

Más de un siglo llevamos las mujeres reivindicando, en este nuestro Día Internacional, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, no la igualdad de sexos como los negacionistas de este debate plantean tramposamente. ¡Claro que las mujeres somos diferentes a los hombres! Ahí radica la atracción entre sexos, pero eso no debería impedir gozar de idéntica equidad y justicia. Que es lo que se reclama.

Cuando en julio del año pasado Hillary Clinton se impuso como la primera mujer candidata a la Casa Blanca, la circunstancia era histórica. Y lo recogieron las grandes cabeceras norteamericanas. Pero, bajo los titulares de la nominación histórica, The Washington Post y Chicago Tribune publicaron la foto de su marido Bill, The New York Times la de dos mujeres negras y The Wall Street Journal la del perdedor Sanders. Todos evitaron llevar en portada a la protagonista “histórica” Hillary. ¿Alguien cree que una candidata puede hacer una campaña normal —digamos que como un hombre— con este panorama? La respuesta es NO. Para llegar al top una líder ha tenido que romper a martillazos lo que eufemísticamente se llama techo de cristal. Y cuando lo rompe, y llega, se le destaca carácter mandón, no liderazgo: la dama de hierro Thatcher, la ruda Merkel y la dudosa May porque no es madre. Terrible. Aunque no hay que salir de casa para encontrarnos artículos con prejuicios contundentes como este: ¿por qué las feministas son más feas que las mujeres normales? Lo que sugiere otra pregunta: ¿exigir sus derechos le convierte a una mujer en anormal y le resta belleza?

Hoy, las calles de ciudades en países y culturas diferentes volverán a llenarse de mujeres para reclamar que la igualdad de oportunidades no sea un asunto de género sino de derechos humanos. Naciones Unidas apela a “un planeta 50-50 en 2030, en un mundo laboral en transformación”. Hace bien Naciones Unidas en poner énfasis en el trabajo, porque no habrá empoderamiento económico de ellas mientras no se acabe la brecha salarial (que a nivel global es del 24%), mientras no se rompa la brecha de liderazgo (estereotipo atribuido a ellos) y mientras no se distribuyan las tareas no remuneradas del hogar entre hombres y mujeres. Por eso, al inicial Día de la Mujer se ha añadido el adjetivo de Trabajadora, requisito, el del trabajo, imprescindible para que cualquier persona sea independiente y pueda tomar sus propias decisiones.

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A lo largo de este siglo de lucha, especialmente en los últimos 50 años, las mujeres han roto techos como el que les impedía ser algo distinto a secretarias, maestras o enfermeras por los fatigosos estereotipos que les atribuían ser más serviciales, comunicativas y pacientes. Pero queda mucho por conquistar, especialmente para animar a niñas y mujeres por el gusto hacia las ciencias. Y aquí los medios de comunicación tenemos una enorme tarea y responsabilidad. Para no oscurecer a las mujeres, algo especialmente doloroso cuando consiguen hitos históricos. Y, en sentido contrario, para no darles visibilidad con estereotipos negativos. Aún con todo, lo más importante es impedir que desde los medios se justifique la violencia machista. Ni una, ni dos veces, se leen artículos con comentarios como “llega el sol y las chicas muestran con total descaro cuáles son sus prioridades”. O “de noche, un poco putón es necesario, pero de día, una debe ir más recatada para evitar... violaciones”. O este otro: “Se celebró una absurda manifestación contra la violencia que llaman de género, serían de esperar otras contra el cáncer de próstata o el suicidio”. Artículos que han sido publicados sin que los directores hayan muerto de vergüenza. Es hora de exigir que ningún medio permita semejantes atropellos.

Y exigir que se elijan más prescriptoras, que hay excelentes en todos los campos. Que se reporten en igualdad los éxitos femeninos. Que desde las tribunas de opinión se anime a las mujeres a denunciar el acoso social y laboral. Que se difunda que la violencia machista es una lacra social, no crímenes individuales. Que no llamemos fallecida a una mujer asesinada por su pareja. Que al maltratador se le califique de criminal. Y que las televisiones no exhiban estos crímenes con sensacionalismo, titulares escabrosos, imágenes sangrientas y declaraciones justificativas del asesino. Es la única vía de salir de esta terrible pesadilla: demandar y conseguir 365 días al año de dignidad, respeto y equidad.

Ganará la sociedad. No solo las mujeres.

Gloria Lomana es periodista, miembro del International Women’s Forum y premio Fedepe (Federación de Mujeres Directivas).

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