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No es una broma: el ejemplo perfecto de emprendedor, según los expertos, es Homer Simpson Su osadía le ha llevado a embarcarse en cientos de negocios siempre teniendo por bandera un radical desprecio por el peligro y un ningún temor al fracaso. ¿No es esta la fórmula del éxito? Nadie se explica cómo Homer Simpson ha llegado a ser inspector de seguridad del sector 7-G en la Central Nuclear de Springfield. El caso es que su consabida suerte le ha granjeado una ocupación que le permite mantener una vida cómoda, aunque el hecho de no haber trabajado para llegar hasta donde está hace que no sienta ningún amor por su ocupación. Por eso, en cuanto se le presenta la ocasión, despliega su autoconfianza y se embarca en cualquier otro negocio. Osadía llevada al extremo, sin duda, pero la valentía es uno de los valores más importantes de cualquier persona de negocios. “Un emprendedor que no cree en sí mismo tiene un recorrido muy corto”, asegura Julio García, formador de profesionales en emprendimiento y habilidades sociales. “Siempre debe tratar de ser como una marca puesta en un escaparate, saber venderse y tener una seguridad total en lo que hace”, explica el coach, que añade: “Tal vez el exceso de autoconfianza lleve a Homer demasiado lejos, pero nadie puede negar que él es su principal valedor”. Aunque los consumidores no lo saben todavía, Homer tiene la certeza de que él es la solución a sus problemas. También que sabe que “la solución a cualquier problema de la vida está en la tele”, por eso no tiene problemas en inventar una canción pegadiza e invertir en marketing e imagen de marca para difundirla cuando compra una máquina quitanieves. ¿Inversión importante? Tal vez. Aunque la promoción de sus servicios es fundamental si quiere que sus clientes potenciales le conozcan. Tal y como subraya Juan Luis Saldaña, MBA y profesor de marketing en Kühnel Escuela de Negocios, “en ocasiones, es más importante una buena idea que cualquier otro factor. Claro que el dinero ayuda, pero el ingenio puede abrir muchas puertas. Y Homer, sin duda, es increíblemente ingenioso”. ¿Que el gobierno de Springfield reimplanta la Ley Seca? Homer organiza una intrincada red de contrabando de cerveza. ¿Que el Estado autoriza el matrimonio homosexual? Homer se ordena reverendo y celebra bodas por un módico precio en su garaje. Y, lo mejor: ¿que todos esos negocios resultan ruinosos, potencialmente peligrosos o, incluso, acaban siendo perseguidos por la justicia? No hay problema, el señor Simpson no se deja amedrentar y antepone su ánimo por crecer a cualquier contratiempo. “A veces, la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas”, considera Saldaña, y añade: “El éxito llega cuando encuentras un público para tus ideas, pero para eso hay que saber buscarlo. Y el bueno de Homer se atreve con todo, sin ningún temor”. Tratando de aturdir su cerebro con alcohol para sobrevivir a una tediosa noche familiar, Homer idea un cóctel llamado a revolucionar el panorama hostelero mundial: el resultado de una mezcla flameada de varios tipos de alcohol y jarabe infantil para la tos. Otro empresario sin escrúpulos, el tabernero local Moe Szyslak, plagia una idea logrando pingües beneficios. Pero Homer defiende su combinado de la única forma que puede: haciendo pública su receta y reventando el negocio. Para eso la idea era suya. Y eso le lleva a aprender otra lección, que incorpora a su listado de normas para triunfar. “Defender tus ideas patentándolas es un paso clave si de verdad te encuentras ante un ingenio revolucionario”, explica Saldaña. “La serie nos ha contado cómo Homer ha alumbrado ideas geniales y está bien que, tras el desencanto de Flameado, haya aprendido a cuidarlas, aunque eso le lleve a estar a punto de destrozar el Museo de Edison”. Tras el desencanto con el robo de la receta de su Flameado, Homer jamás volverá a dejar escapar una idea millonaria. Ese suceso le ha servido de lección y, como afirma el coach Julio García Gómez, “esa resiliencia, la capacidad que tiene el emprendedor de caer y levantarse, es fundamental para triunfar. Un error siempre tendrá aparejada una enseñanza positiva, y ese bagaje de fallos será crucial para diseñar el mejor producto y para alcanzar la mayor y más ambiciosa de las metas”. Por eso, mantiene una encarnizada lucha con los quiroprácticos springfieldianos tras idear la herramienta definitiva para sanar los dolores de espalda, su “Milagroso Cilindro Medular del Doctor Homer”. El temor a ver alterado su oligopolio lleva a la comunidad de profesionales a destrozar el ingenio, por lo que Homer no puede llegar a patentarlo. No obstante, jamás sabremos si hubiera podido o no hacerlo porque, a pesar de garantizar una recuperación casi instantánea, el milagroso cilindro no era más que un cubo de basura abollado. Ya sea con un cubo o jugando con compuestos radioactivos para crear una nueva cepa de tomates. Homer Simpson se ve obligado a huir precipitadamente de su casa y se instala junto a su familia en la vieja granja en la que nació Dispuesto a convertirse en un terrateniente, y ante la desesperación por no ver germinar la mezcla de semillas que ha plantado con la rapidez que su empuje emprendedor exige, decide adulterar el terreno con plutonio enriquecido. Un nuevo éxito: del carácter innovador del acto resulta un producto revolucionario, el Tomacco, una mezcla de tomate y tabaco que puede venderse también a menores. La empresa de cigarrillos Laramie muestra interés por la patente y hace una oferta más que sustanciosa a su creador, aunque Homer pierde una nueva oportunidad de hacerse rico por su excesiva ambición: pretende “sangrar” a la compañía tabacalera exigiéndole una cifra que supera los mil millones de dólares. La revista sobre felicidad en el trabajo Ebocame ha dedicado muchas líneas a hablar de la innovación. Manuel Torres, su director comercial, afirma: “La innovación puede ser la punta de lanza de la empresa y la que abra las puertas al crecimiento. Por eso hay que fijarse en Homer, él innova con pasmosa facilidad”. Porque será una herramienta fundamental para triunfar. Homer lo sabe y decide fundar una compañía de servicios informáticos, Compuglobalhipermeganet. Y sí, Homer no tiene claro a qué quiere dedicarse y no cuenta con nociones básicas sobre Internet, pero su ambición contagiosa y su espíritu emprendedor llega a suscitar nerviosismo en la compañía del mismísimo Bill Gates. Gabriel Moral, account manager de la empresa de diseño y estrategia web Relevant.Ninja, lo avala: “La tecnología permite sondear mercados con una inversión mínima y atacarlos con tiros más certeros. Ayuda a saber dónde meterse y, sobre todo, dónde no hacerlo”. El ánimo emprendedor de Homer le lleva a intentar usar esta herramienta para triunfar… aunque antes tal vez necesite unas cuantas clases para saber algo más que aporrear el teclado. Además del Tomacco, del Flameado y de Compuglobalhipermeganet, Homer ha dedicado tiempo e ilusión a otros cientos de trabajos. Ha comerciado con azúcar y con grasa animal, ha trabajado como crítico gastronómico, ha regentado una guardería, ha conducido ambulancias, camiones, monorraíles, furgonetas de helados. Ha sido inventor, artista conceptual y de performance, paparazzi, representante de talentos y concejal de Sanidad. Homer no se arruga ante nada, porque sabe que siempre podrá volver a su puesto en el sector 7-G de la Central Nuclear. “Él siempre mira hacia delante, siempre tiene en la mente el objetivo de convertirse en un triunfador, y esa es la mayor fuente de fortaleza que existe”, explica el formador Julio García Gómez. Por eso, y porque es ambicioso, osado y valiente. Los tres requisitos que todo buen emprendedor debe saber conjugar. Así que Homer es una muestra clara de lo que no hay que hacer pero, ¿no es también cierto que puede considerarse un modelo a imitar? Joróbate, Flanders.