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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Juicio en las urnas tras una gran coalición

Angela Merkel quema a sus socios: el Partido Socialdemócrata cae al 20%

Martin Schulz saluda en el acto en que se anunció su candidatura a la cancillería de Alemania.
Martin Schulz saluda en el acto en que se anunció su candidatura a la cancillería de Alemania. T. SCHWARZ (AFP)

Llega el momento de medir cuál es el resultado electoral de una gran coalición entre la derecha y la socialdemocracia, en este caso en el país más próspero y poblado de la UE. En septiembre deben celebrarse las elecciones generales en Alemania, con Angela Merkel como candidata a la reelección. La principal incógnita es si la canciller obtendrá el respaldo suficiente para un cuarto mandato, pero no menos interesante es lo que le ocurra al Partido Socialdemócrata (SPD), socio de los cristianodemócratas.

El SPD ha hecho unos cuantos preparativos para la cita. Lo más importante, cambiar de caballo antes de que empiece la carrera, para lo cual Martin Schulz ha dejado la presidencia de la Eurocámara. Acreditado solo por el 20% de las intenciones de voto, ese porcentaje sitúa al SPD cinco puntos por debajo del obtenido en las elecciones precedentes y muy por detrás de los que se estiman para Merkel. Los socialdemócratas han sufrido fugas de votos hacia su izquierda, pero también hacia el populismo antiinmigración de Alternativa para Alemania (AfD).

Martin Schulz, el hombre que va a intentar batirse con Merkel, es un político brioso, más brillante que quienes han representado a los socialdemócratas en la coalición. Ha participado mucho menos en la política de su país que los principales dirigentes del SPD en el Gobierno (Frank Walter Steinmeier, cuyo nombre está pactado como próximo presidente de Alemania, o Sigmar Gabriel, vicecanciller y ministro de Economía) porque, en realidad, Schulz lleva una veintena de años en la carrera internacional. La novedad que aporta este políglota puede ser una de sus bazas, aunque falta por ver cómo acogerá el electorado a una persona poco implicada en los asuntos internos.

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Al no haber sido ministro de Merkel, no está directamente ligado a la gran coalición y por lo tanto será más libre de criticar a la canciller. La coalición ha mantenido el buen rumbo económico del país —una de las aportaciones del SPD fue la introducción del salario mínimo—, ha sostenido con pocas fisuras la política general de austeridad y se ha visto enfrentada a los problemas de gestionar el enorme aporte de refugiados recibido en los últimos años. La integración de los refugiados será inevitablemente uno de los estruendos electorales, vistos los movimientos y reacciones adversas importantes que ya se han producido en Alemania. Pero ese no es el punto en que Schulz y Merkel podrán separarse mucho.

En todo caso, a la vista del marasmo europeo, resulta llamativo que un solo país cuente ahora con dos personajes capaces de llenar tanto la escena política. Sí, se trata de Alemania; sí, muchos temen una Europa dominada por los alemanes; pero si otros se colocan en segundo plano —ahí están los desgarros de Francia, las dificultades de Italia, el servicio mínimo que presta España, el perfil bajo de la Comisión Europea— mejor que alguien se ocupe.

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