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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un ‘Brexit’ autodestructivo

El Gobierno de May se queda así casi sin expertos en Europa, a pocas semanas de iniciar la tramitación de su salida

Theresa May  durante una visita a una institución en Londres.
Theresa May durante una visita a una institución en Londres. STEVE PARSONS (AFP)

La reciente dimisión de sir Ivan Rogers como representante permanente (embajador) ante la UE no es una mera anédota diplomática. Es un símbolo categórico de la capacidad autodestructiva del Brexit para el Reino Unido.

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Rogers era un diplomático independiente, había trabajado con ministros europeístas y con el euroescéptico David Cameron para obtener con la UE un singular acuerdo de permanencia, que lo obtuvo. Y era uno de los pocos grandes conocedores en su país del funcionamiento y de los personajes de la UE, preparación clave para evitar que el Brexit acabe siendo tan torpe y autolesivo como es ya perjudicial.

Rogers dimitió por la presión de los brexiteros más talibanes. Usaron la filtración de su informe discreto al Gobierno en el que sostenía que cualquier nuevo acuerdo con la UE necesitará un decenio de negociación, para atacarle y vituperarle.

Londres se queda así casi sin expertos en Europa, a pocas semanas de iniciar la tramitación de su salida. Este déficit se suma a la absoluta carencia de técnicos duchos en negociar tratados comerciales, tarea que la UE realizaba para el Reino Unido (y demás socios) desde su integración.

La desnudez del Gobierno May de profesionales acreditados agrava su inexistente brújula en el Brexit: el propio dimisionario reconoció que ignoraba los objetivos concretos de la operación. Mal podía conocerlos, pues no existen, más allá de la demagogia chovinista y xenófoba.

Hasta ahora el Brexit erosionaba la economía británica: el desplome de la libra no propulsó las exportaciones, las relegó al peor lugar de las grandes economías. Políticamente, dividió la sociedad y tensiona la unidad de los reinos y territorios que componen el país. Ahora, tritura la tradicional neutralidad e independencia de la Administración y sus funcionarios respecto del Gobierno. Así que el Brexit está desfigurando y desnaturalizando al Estado británico, en perjuicio principal de sus ciudadanos.

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