¡Peligro!
Lo malo es que es el propio PSOE, o su núcleo duro, el primer convencido de esta barbaridad que perpetra lloriqueando porque hay que guardar las formas
El PSOE, según algunos, solo se comporta como una organización con sentido de Estado cuando se acerca al PP, incluso si se trata de un PP que ha atropellado los derechos de los contribuyentes en cualquiera de los ámbitos hacia los que volvamos la mirada: educación, sanidad, trabajo, libertades civiles. Un PP que ha acentuado de manera consciente la distancia entre los pobres y los ricos haciendo más ricos a los que ya lo eran y más pobres a los que pasaban necesidades. Un PP que ha amnistiado a los defraudadores y ha perseguido con saña a las clases medias y bajas. Que ha expulsado a la indigencia a millones de personas, que ha puesto en riesgo de pobreza extrema a cientos de miles de niños. Un PP que ha protegido a tesoreros y militantes suyos acusados de acciones gravísimas. Ahora, justo en estos momentos en los que los telediarios nos muestran toda la basura acumulada en Génova 13, el PSOE va a permitir que acceda a la presidencia del Gobierno un señor que todavía mantiene como ministro del Interior a un individuo que disponía de una policía política para perseguir a sus adversarios. ¿Por qué?, nos preguntamos. Porque es la hora de los hombres con sentido de Estado. ¡Qué corrupción lingüística llamar sentido de Estado al hecho de entregar el Estado a una organización cuyas hazañas acabamos de resumir!
Lo malo es que es el propio PSOE, o su núcleo duro, el primer convencido de esta barbaridad que perpetra lloriqueando porque hay que guardar las formas. También Zapatero lloriqueó cuando, en complicidad con Rajoy, acuchilló el artículo 135 de la Constitución. Pero sus gimoteos no ocultaban su orgullo: había actuado como un hombre de Estado. ¡Qué peligro, el de estos hombres con sentido de la responsabilidad!
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