Microtierra
Imaginemos una esfera de un diámetro un millón de veces menor que el de la Tierra y una densidad un millón de veces mayor
La pregunta de la semana pasada sobre la continuidad de la identidad personal en alguien que se dividiera en dos cual ameba remite, como es habitual en estos casos, a otra más básica: ¿Qué significa dividir en dos a una persona? ¿Se trataría, sencillamente (es un decir), de que cada célula del individuo original se dividiera en dos células idénticas? Y algo parecido cabe preguntarse con respecto al teletransportador de Star Trek. ¿Cómo se supone que funciona, trasladando las partículas propiamente dichas o la información relativa a las mismas? ¿Qué cantidad de información sería necesaria? ¿De qué manera podría el teletransportador descomponer al capitán Kirk en dos? ¿Qué papel jugaría el azar cuántico en el proceso?
En cuanto a la Tierra Gemela de Putnam (en la que todo es exactamente igual que en la Tierra excepto la composición del agua), en realidad es un experimento mental sobre el significado del significado, demasiado largo, sutil y especializado como para exponerlo aquí con detalle; aunque, colateralmente, cabe plantearse la cuestión de su posible existencia en un universo infinito (o lo suficientemente grande) o en un hipotético multiverso; nadie había abordado el asunto en el momento de escribir estas líneas, así que lo dejaremos pendiente.
¿Cómo sería acercarse a Microtierra? ¿Y pasear por su superficie?
Siguiendo con los experimentos mentales, consideremos ahora la posibilidad de una Tierra gemela de la nuestra en lo referente a algunas de sus características (¿cuáles?) pero muy distinta en tamaño: una Microtierra con un diámetro un millón de veces menor que el terrestre y una densidad un millón de veces mayor. No sería una estrella de neutrones (mucho más densas y muy calientes), pero, desde luego, se trataría de un cuerpo celeste muy notable. ¿Cómo sería acercarse a Microtierra? ¿Y pasear por su superficie?
Microluna
Supongamos que alrededor de Microtierra orbita una esfera del mismo material superdenso y de un metro de diámetro, a la que, obviamente, llamaremos Microluna. ¿Qué sentiría un astronauta que, enfundado en su traje espacial, se acercara al diminuto satélite? ¿Podría sentarse en él o sujetarlo entre sus manos sin problemas?
¿Y si alrededor de Microluna girara una Nanoluna del mismo material y de solo un milímetro de diámetro? ¿Podríamos arrancarla de su órbita y llevárnosla de recuerdo?
Invito a mis sagaces lectoras/es a experimentar (mentalmente) con todo tipo de cuerpos celestes de distintas densidades y tamaños.
Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos Maldita física, Malditas matemáticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal.
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