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CLAVES
Columna
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Símbolos no son cambios

Igualar los permisos de paternidad con los de maternidad, haciéndolos intransferibles, es sólo una proposición no de ley. Urge una reforma real.

Jorge Galindo
Un padre lleva de la mano a sus hijas camino del colegio, en el primer día de clase, en Madrid.
Un padre lleva de la mano a sus hijas camino del colegio, en el primer día de clase, en Madrid. Samuel Sánchez

El pasado martes el Congreso aprobó una proposición de UP para igualar los permisos de paternidad con los de maternidad, haciéndolos intransferibles. Sería ésta una buena noticia para quienes buscan una mayor igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, pues equipara esfuerzos de conciliación. Por no hablar del mero disfrute del tiempo por parte de padres e hijos. Pero lo aprobado es una Proposición No de Ley (PNL): se insta al Gobierno a considerarla y a estudiarla, no a aprobarla. Juega, pues, en el terreno de lo simbólico.

¿Llegarán las reformas tras los símbolos? Eso parece creer UP. Su estrategia prioriza la política de frentes sobre las políticas de pactos, reforzando sus bases antes que buscar mejoras inmediatas, esperando que eso le dé impulso para gobernar sin depender de nadie en un futuro indefinido.

Curiosamente, sus teóricos enemigos de C’s cuentan con una propuesta similar. E incluso llegaron a forzar el beneplácito del PP (y antes, del PSOE) durante la negociación de agosto. Curiosamente también, ambos partidos se abstuvieron el martes en la votación sobre la PNL, subrayando su simbiosis actual.

El socialismo ha remado en la misma dirección: la idea estaba en su programa y quedó incluida en el extinto pacto con C’s. Sin embargo, su crisis interna y la consiguiente debilidad demoscópica han dejado al partido sin poder de negociación parlamentaria al no poder enfrentar así unas elecciones.

Incluso Convergència está en este barco desde hace tiempo: en 2012 la Comisión de Igualdad aprobó una PNL para la modernización de permisos a iniciativa suya. Pero la línea roja territorial deja poco margen para formar coaliciones estables en torno a otras cuestiones.

Así, las decisiones finales quedan en manos del PP, con una mayoría simple pero poderosa gracias a la fragmentación de sus rivales. Mientras, mujeres y hombres que desean beneficiarse de una medida que contaría con quórum parlamentario tendrán que esperar a que los símbolos, así como los cálculos electorales que los manejan, dejen paso a los cambios en el día a día de la gente. Si es que sucede en algún momento. @jorgegalindo.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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