_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuando “no” es “vale”

Expresiones como “Brexit es Brexit”no significan nada preciso

Xavier Vidal-Folch
La premier británica, Theresa May
La premier británica, Theresa MayFRANCE PRESS

“Cuando digo nada, es que para nada” (madrileñismo). “No es no” (Pedro Sánchez). “Brexit es Brexit” (Theresa May). “Nunca es nunca, nunca” (Antonio Baños, CUP). “O referéndum o referéndum” (Carles Puigdemont).“Never is never” (Fabian Picardo, de Gibraltar).

Prolifera hoy en política la tautología, que viene del griego: decir (logía, acción de decir) lo mismo (tautós). O sea, repetir innecesariamente un mismo concepto usando idénticas palabras, sin añadir por tanto ninguna información ni significado. En retórica, también en retórica política, es una figura obvia, redundante, vacía.

Y en general, engañosa. Ya se va comprobando que la expresión según la cual “Brexit es Brexit” —o en versión más sofisticada, “Brexit significa Brexit” es rala. No significa nada preciso. Porque la huida del Reino Unido de Europa puede concretarse de muy distintas maneras: rápida o lentamente, de forma dura o blanda, clara o incierta, definitiva o efímera. Incluso puede no darse.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Se entiende el recurso a esta figura para enfatizar una posición propia, un camino de presunto no retorno.

Pero su uso creciente subraya la simplificación imperante en esta era mediática, ya más unilateral que binaria y más binaria que múltiple; o la reducción del discurso a lema; o la vaciedad de pensamiento; o su debilidad; o la querencia por el pensamiento único, por la ausencia de alternativas.

Es decir, tendencias contrapuestas al pensamiento democrático, que implica debate y contraposición de distintas soluciones, o al menos, diversas salidas.

Más útil que la tautología es la aliteración poética aplicada a la política, la repetición de sonidos (incluso conceptos) pero con significados distintos. “Puedo prometer y prometo” (Adolfo Suárez/Fernando Ónega) reitera sonoridades, pero no una única idea: da cuenta, primero, de que el autor está en capacidad de asegurar; y añade, luego, que efectivamente, asegura.

Al cínico —y brillante— conde de Romanones se le atribuye un mismo concepto con tres frases distintas. 1) “En política, nunca jamás es hasta mañana”; 2) “Cuando digo jamás siempre me refiero al momento presente”; y 3) “Cuando digo nunca, digo que por ahora y después ya veremos”. Pero no es imprescindible alcanzar tanto relativismo para ser menos elemental.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_