Por una abstención múltiple
Quizá sea ya la única salida sensata para que se forme Gobierno en España
Una abstención múltiple, de todos menos el PP, no es la solución ideal, pero sí una salida sensata:
1. No hay alternativa a un Gobierno encabezado por la primera minoría. Se intentó, y hubo nada.
2. Y si la hay, es mala. La mezcla con populistas y secesionistas rompería al socialismo. O engendraría un Gobierno-monstruo, garantía de una reactiva mayoría derechista por lustros.
3. La otra salida son las terceras elecciones. Sin dramatizar, es tan peor que nadie acierta a encontrarle un solo argumento.
4. Urge ya formar Gobierno. El PP no se movilizará para ello, menos aún tras las vascas y gallegas (salvo fiasco por Rita y compañía), pues las encuestas le auguran más escaños en otra elección (por el miedo, la inseguridad, el repliegue ante lo desconocido).
5. Pónganle ante el espejo. Háganle pagar una tercera convocatoria. ¿Cómo? Demostrando que es innecesaria. Permitiendo, bajo muy fuertes condiciones, investir a alguno de sus líderes: no necesariamente el actual, pues sufrió como presidente en ejercicio (no era un aspirante cualquiera) una doble censura en sus tentativas veraniegas; pues preside esta era de gran corrosión moral del PP.
6. El PSOE tiene también, como segundo, una enorme responsabilidad, pero no única. Un PP bordeando la mayoría absoluta sería el adiós al sueño de todos de condicionarlo en el Parlamento: prepárense a nuevas LOMCE, reformas antilaborales, recortes sociales e involuciones centralistas.
7. Por eso sería bueno que PSOE, C’s, Podemos y nacionalistas se abstuvieran en bloque. Impedirían así la reedición de la hegemonía autoritaria. Ojo: también los nacionalistas-no-CUP: ¿acaso no concurren, y conforman el Congreso? Vamos, si quieren al menos forzar el debate territorial.
8. Lo ideal era un Gobierno sólido y plural. En su imposibilidad ¡al menos un Gobierno!: bajo estricto escrutinio de la Cámara.
9. La abstención múltiple, mutualizada, es neutral: reparte con más equidad la factura entre todos los opositores, acerca su coste a cero. Reduce la presión exorbitante sobre un solo partido.
10. Quien se niegue, en ausencia de razón suficiente, lo pagará. Y dejará la vía expedita a abstenerse a quienes, como los socialistas, se enrocaron demasiado tiempo en el no-es-no.
La fórmula es muy difícil. Pero no más imposible que otras.
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