El muro
“Haga usted su caprichito, que yo no se lo voy a pagar”
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, invitó a su país a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump. Clinton declinó, pero Trump, cuya propuesta de campaña más firme es la de erigir un muro que separe a México de Estados Unidos asegurando que lo pagarán los mexicanos, y que ha dicho de los nacidos en ese país que son ladrones y violadores, aceptó. La reunión entre el presidente de la nación y el candidato que desprecia a los ciudadanos de la nación gobernada por ese presidente se concretó el 31 de agosto. Al terminar, ambos dijeron que no habían hablado del muro. Pero mientras Trump volaba de regreso a su país, Peña Nieto escribió un tuit que decía: “Repito lo que le dije personalmente, Sr. Trump: México jamás pagaría por un muro”. Ya en Arizona, Trump respondió: “México pagará el muro. Todavía no lo saben, pero pagarán”. Resulta, entonces, que el candidato y el presidente coinciden en algo: en que habrá muro. Resulta, entonces, que la cuestión ya no es el muro, sino quién lo va a pagar. Resulta, entonces, que el problema no es la idea en sí, la obscenidad del muro, el rechazo que debería producir la sola intención de levantarlo —el mismo que debería haber producido cada muro levantado entre tantos otros países—, sino quién va a poner la plata para el hormigón. Resulta, entonces, que el presidente de un país no discute con el candidato a presidente de otro en términos de “Haré lo imposible para que ese muro no exista y para defender los derechos de mis gobernados”, sino en términos de “Haga usted su caprichito, que yo no se lo voy a pagar”. Supongo que cuando empezamos a discutir quién paga la bala que matará a los fusilados, y no si debemos fusilar, es cuando todo está perdido. Pero ya lo estaba. Desde el momento en que Trump pudo llegar donde llegó.
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