Ya es Navidad en política
Lo que recomiendan las teorías de juegos y las tácticas de negociación dominantes es no mostrar debilidad, no ceder
Otra Navidad sin Gobierno. Y van dos. A no ser que algún partido ablande sus posiciones, nos encaminamos a unas terceras elecciones. De momento, todos juegan a ser duros, como los jóvenes de Rebelde sin causa que conducían hacia un acantilado para ver quién aguantaba más sin tirarse del coche. El PP no se abre más allá de un pacto de mínimos con Ciudadanos. El PSOE permanece impasible. Es lo que recomienda la teoría de juegos y las tácticas de negociación dominantes en la política. No muestres debilidad, no cedas. Cada actor juega de forma racional para llegar a un resultado colectivo irracional. Pero existe otra vía de abordar las negociaciones que es más adecuada para que todos pasemos unas buenas Navidades: darse regalos.
Es la teoría del intercambio de regalos. Y, a pesar del nombre, no es inocente. Se asienta sobre el principio de reciprocidad. Te doy un regalo y genero la obligación moral de que me lo devuelvas. Es una norma evolutiva que hemos desarrollado los humanos para resolver conflictos. Los regalos entre tribus —ya sean los habitantes de una isla del Pacífico que reman durante días para entregar riquezas a otra, o los empresarios que pagan por encima del salario mínimo a sus empleados— fomentan la cooperación y alejan la confrontación. La lucha de intereses no desaparece, pero transcurre por unos cauces manejables.
Nuestras tribus políticas deberían tomar nota. La lista de potenciales obsequios es larga. El PP puede regalar todo tipo de políticas. El PSOE, una mesa para sentarse a negociar. Pasar de la lógica de la teoría de juegos a la del intercambio de regalos podría ser muy productivo. En la situación actual, con todos los partidos acercándose al acantilado con cara de James Dean, quien cede primero, pierde. Pero, en una lógica de intercambio de regalos, quien da primero parte con ventaja. Muestra liderazgo y establece los márgenes de lo aceptable en la negociación. Y los regalos moverían la atención del quién al qué. Minimizarían la interpretación, entre bélica y deportiva, que solemos hacer de la política española: éste se rinde, el otro gana. En la Navidad, todos los niños ganan. @VictorLapuente
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