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Una vacuna contra la leishmania canina, primer paso para la humana

Cada año 12 millones de personas se infectan por el parásito

Un flebotomo, el insecto que transmite la leishmania.
Un flebotomo, el insecto que transmite la leishmania.

A los veterinarios les gusta decir que solo hay una salud, la que engloba a la animal y la humana. Esta idea de One Health (en inglés, como casi todas las novedades) llega a su manifestación extrema con la vacuna contra la leishmaniasis canina que acaba de aprobar la Agencia Europea del Medicamento. No solo porque, como dice Jaime Grego, director del laboratorio Leti que la ha diseñado, permitirá reducir el reservorio del parásito, que está en animales domésticos y salvajes –en Occidente, sobre todo, perros; en África, pequeños rumiantes–. También porque es el primer paso para desarrollar una inmunización para las personas.

Esta es la primera vacuna europea y la segunda del mundo contra la leishmania que utiliza una proteína recombinante para inmunizar contra la leishmania. Esta consiste en que en vez de usar las naturales del parásito, como en las inmunizaciones tradicionales, se han elegido cinco fragmentos de cuatro moléculas que son las que dan una mejor respuesta. A diferencia de los fármacos que ya existen, esta es tan potente que no necesita de otras sustancias que la potencien, los adyuvantes, con lo que se evitan reacciones adversas. "Es 100% no tóxica", afirma Grago, quien además indica que su protección es de más del 90%. 

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La leishmaniosis está causada por un parásito, la leishmania, que se transmite por la picadura de un insecto volador muy pequeño, el flebotomo. Como todo el dueño de una mascota sabe, puede ser mortal para su perro, con tasas de fallecimientos que llegan al 30%. Pero esta especie de mosquito también pica a las personas. La variante humana de la infección es endémica en más de 80 países donde viven más de 350 millones de personas y causa entre 40.000 y  60.000 muertes (un 3% de los 2 millones que la adquieren). No es exclusiva de países pobres, aunque se considera una de las enfermedades olvidadas y, por ejemplo, la ONG Iniciativa para el Desarrollo de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi) tiene un programa para buscar tratamientos fáciles de usar y vacunas.   

Esta relación entre la enfermedad en personas y la de los animales es la que anima a Grego a ir más allá. En verdad, admite, ya hace 24 años, cuando empezó la investigación, estaban pensando en humanos, pero al trabajar con animales pensaron que les sería más fácil y barato. "Aunque hemos probado la vacuna con 500 perros de España y Francia, un ensayo en humanos implicaría miles de voluntarios y de millones", afirma el director del laboratorio.

De hecho, "nada más recibir la aprobación de la agencia europea, empezamos a pensar en cómo adaptarla a humanos", dice. Ya han visto que su proteína sintética, a la que llaman Q, va a necesitar algunas modificaciones. Y se teme que también requerirá de la ayuda de una farmacéutica grande para afrontar las pruebas.

Será la segunda manera de proteger a las personas gracias a los perros: al vacunarlos, se reducen las fuentes de contagio. Y lo aprendido con ellos servirá para la inmunidad de las personas. La mención inevitable al mejor amigo del hombre gana un motivo.

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