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El imperio de Valencia contraataca

Los titulares sobre los casos de corrupción que se acumulan en Valencia llevan tiempo aireando una situación imposible de ignorar

Vista del 'skyline' de la ciudad de Valencia.
Vista del 'skyline' de la ciudad de Valencia. Diego Obiol

Los titulares sobre los casos de corrupción que se acumulan en Valencia llevan tiempo aireando una situación imposible de ignorar. Y la ciudadanía, opina Gustau Pérez, sociólogo integrante de Grup Sociograma, que recientemente ha firmado un amplio estudio socioeconómico para el lobby ciudadano València Vibrant, no la ignora, pero sí que ha decidido pasar página. Los culpables deberán responder ante la justicia, pero “la ciudadanía ha apostado soberanamente por comenzar una nueva etapa”. La ciudad quiere verse bajo una nueva luz y así lo ilustra una serie de propuestas culturales.

“Valencia está viva, ¡viva!”, viene proclamando desde 2013 Verlanga, que junto a otras publicaciones digitales como Valencia Plaza reflejan el latido creativo de la urbe. “Nos daba rabia comprobar que, por esa actitud de autorrechazo que los gobernantes nos habían inoculado, la efervescencia cultural no recibía la difusión merecida”, dice Rafa Rodríguez, uno de sus responsables. Verlanga habla, con orgullo pero sin chovinismo, de nombres y lugares locales. “Hace dos años parecía pecado decir que nos gustaba nuestra ciudad. Nosotros lo gritamos a los cuatro vientos, y la gente, que tenía ganas de oírlo, nos hizo el eco”.

"Hace dos años parecía pecado decir que nos gustaba nuestra ciudad. Nosotros lo gritamos a los cuatro vientos"

Según Pérez, Valencia “se está construyendo un relato diferente en el que se plasman otras maneras de sentir y vivir la ciudad. Y esta nueva construcción colectiva permite a la ciudadanía ser protagonista de los acontecimientos y repercute en una mejora de la autoestima”. Esta es la actitud que transmiten los retratos de la serie Qui és qui, que sus artífices, la fotógrafa Eva Mañez y el periodista Vicent Molins, describen como una “cápsula de personajes en una ciudad fascinante”. Explican que, con este proyecto, su intención era colarse “entre los surcos de la sociedad civil, captando un retrato de Valencia sin distancias, mostrando una ciudad necesitada de una exposición continua de sus activos especiales y de un reencuentro consigo misma”. Las salas de teatro, bares, galerías y librerías que pueblan el palpitante barrio de Russafa son también un buen exponente de esa tendencia. La periodista Mariola Cubells, directora de relaciones externas del centro cultural La Rambleta, apunta que “en los últimos años han convivido una cultura oficial arcaica y otra que malvivía en los márgenes. Valencia tiene que creer en lo suyo. Posee una cantera de gente joven con ideas renovadoras”.

El economista Ramon Marrades, uno de los impulsores del colectivo València Vibrant, explica que su misión consiste en recuperar un debate sobre la ciudad que estaba muy sesgado. “Nuestra filosofía: dialogar desde la sociedad civil y pasar de la conversación a la acción. Mejores empresas y profesionales significan mejor ciudad”. Su última convocatoria propuso un debate público sobre cómo mejorar la marca Valencia. Porque, tal y como apunta Pérez, hay que desterrar tópicos ingratos. “Igual que Valencia ha sido ejemplo de corrupción, también puede serlo de ética y modernidad, de transición y adaptación a los nuevos tiempos que vienen”.

elpaissemanal@elpais.com

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