Entrevista a RCR: ¿Arquitectura rígida? “Eran las fotografías”
Estudio de RCR en Olot (Espai Barber)
Junto al restaurante Les Cols corren las gallinas. Sin embargo, en los pabellones de vidrio anexos uno no se atreve a tocar nada. Nada de lo poco que hay: apenas un catre de piel y una bañera con el agua rebosando. Ni mesas, ni sillas, ni tiradores, ni interruptores ni, por supuesto, televisión.
Pabellón de Les Cols con la cama en el centro. FOTO: Eugeni Pons
Salón principal del restaurante Les Cols en Olot
Ese contraste entre la vida de las gallinas y la frialdad de las habitaciones en un mismo proyecto (hecho en varias intervenciones a lo largo de los años en su ciudad) se da en toda la obra de los arquitectos de Olot, RCR (Rafael Aranda -1961-, Carme Pigem -1962- y Ramón Vilalta -1960-). Basta con comparar uno de los antiguos pabellones con el estudio que, desde hace una década, tienen en una antigua fundición.
La exposición en el Museo ICO de Madrid “RCR Creatividad Compartida” -que repasa 25 años de trayectoria reuniendo las muestras que pudieron verse en el Palau Robert y Arts Santa Mónica de Barcelona- es una buena ocasión para rastrear la naturalidad, o falta de naturalidad, en la obra de estos arquitectos. Empezamos pues la entrevista, con Ramón Vilalta y Rafael Aranda (Carme Pigem llegaría más tarde), por ahí:
En sus trabajos se da una convivencia de dos aspectos opuestos: el férreo control de lo construido y la búsqueda de cierta naturalidad. Este último atributo se da más en sus últimos proyectos.
Ramón Vilalta: ¿Qué entiendes por naturalidad?
Dejar que siga viviendo lo que ya existía, el respeto por lo existente, no intervenir con dureza…
Rafael Aranda: Eso no es nuevo. La convivencia con las gallinas en el restaurante Les Cols es un proyecto del año 2000.
Pero ahora es mucho más evidente en su estudio, la antigua fundición donde conviven piezas de bronce y paredes de obra sin terminar.
R.V.: Las primeras obras podían parecer más rígidas por la manera en que entonces se fotografiaba.
¿Está diciendo que no lo eran?
R.V.: Creo que las fotografías fomentaban esta sensación. Me baso en que la gente cuando venía y las veía siempre decían que mejoraban respecto a las fotos.
R.A.: Está claro que tener que coexistir con algo que ya tiene alma afecta a tu intervención. Eso nos sucedió en el restaurante Les Cols. Allí fue donde por primera vez tuvimos que coexistir y plantearnos cómo nos situábamos en aquel lugar. Decidimos hablar a lo que existía de tú a tú: manteniendo el lugar pero hablando con voz propia.
¿Es cierto que hacen firmar a sus clientes contratos que les impiden tocar sus edificios?
R.A.: Por ahora no.
¿Es una leyenda urbana?
R.A.: ¿Se dice eso de nosotros? Bueno… no lo descarto. Me gusta (risas).
R.V.: Es al contrario. Si hay algo que nos molesta es sacralizar las cosas. Dicho esto, debo reconocer que Fina (la chef del restaurante Les Cols, Fina Puigdevall) es una gran clienta con un gran problema: no se apropia de los edificios que nos encarga, no hace suyo el espacio. Puede que eso, de una manera indirecta, transmita esa idea de que nuestros proyectos deben ser intocables. Eso nos espantaría. Cuando la arquitectura tienen consistencia, lo admite todo. Se enriquece con todo. Lo contrario es algo frío, seco, muerto.
Vivienda L´Horitzó, Vall de Bianya
Puede que contribuya a proyectar esa imagen de control absoluto el hecho de que diseñen íntegramente el mobiliario de sus proyectos.
R.V: Lo hacemos cuando no encontramos muebles apropiados.
No los encuentran con bastante frecuencia.
R.V. Llevamos las cosas a extremos. Es cierto.
Eso puede interpretarse como un control sobre todas las partes o como una entrega total. En negativo y en positivo. Por eso pregunto si la nueva naturalidad es también una cuestión del aire de los tiempos (el que asociaban a fotografiar las obras de determinada manera) que ahora invita a convivir con lo existente, a permitir que respiren más los proyectos dejando partes inacabadas.
R.V. Quizá hoy nos expresamos de una manera diferente. Pero si algo hemos intentado siempre ha sido huir de las modas. Hacer una arquitectura que cueste ubicar en un momento preciso. Creemos que la arquitectura es construcción y que la construcción debe estar bien hecha. Parece una perogrullada pero esto es lo que siempre hemos pensado y nuestra “arquitectura controlada” de la que hablas se deriva de esa entrega. La arquitectura debe estar bien construida, luego puede dejarse devorar por la existencia cuando la construcción está más mermada. Eso crea una arquitectura más aparentemente espontánea. Puede ser.
En su manera de proyectar (de nuevo en su nuevo estudio) parece darse una soltura y una frescura que se echaba en falta en antiguos proyectos como las Bodegas Bell-lloc, que tenían diseñados hasta baños íntegramente de bronce.
R.A. No es una cuestión de control.
R.V. Nosotros trabajamos a nuestra manera. La arquitectura que nos gusta es siempre arquitectura total, integral, obras en las que los diseñadores lo hacen todo.
¿El arquitecto integral que llega a todas las partes del proyecto no es una especie en peligro de extinción?
R.A. Cada vez es más difícil. Pero fíjate, para el restaurante Les Cols nuestra última intervención es una gran carpa. Tiene árboles debajo y la idea es que, a medida que pasen los años, esa intervención arquitectónica desaparezca.
R.V. Estamos trabajando en la restauración del Mas del pintor Joan Miró en Montroig (Tarragona). La gente de la Fundación Miró hablaba de cambiar vidrios, de levantar pavimentos. Y a nosotros eso nos pareció extrañísimo. ¡En una masía! Lo que allí nos interesa es el original de la vida de Miró. De la misma manera que en la fundación se encargan de los originales de la obra. Entendemos que de lo que se trata es de no tocar mucho.
En ese caso está claro.
R.V. La relación con el lugar siempre es importante. Nunca hemos pensado en la arquitectura como hechos aislados aunque los edificios sean en sí mismos piezas conformadas.
Defienden que una de las razones por las que trabajaron en Olot fue porque el paisaje les daba la arquitectura. ¿Qué pasa ahora que con obras en Bélgica (Mediateca de Gante y Crematorio en Hofheide) en Dubai (Edificio de viviendas y viviendas unifamiliares) o en Francia (Museo Soulages y Escuela en Font Romeu) trabajan en otros paisajes?
R.A. Pues que estamos entendiendo estos paisajes. Aplicamos la misma manera de trabajar.
R.V. Cuando profundizas en algo luego puedes extrapolarlo y aplicarlo en otro lugar.
R.A. A nuestros colaboradores les pedimos que sean esponjas. Que lo capten todo: lugar, espacio, personas. Si eso no se sabe hacer no se puede proyectar.
Crematorio en Hofheide (Bélgica)
¿Les piden que se empapen de qué? Porque su obra se lee casi más como parte de un todo que como piezas individuales. Salvo tal vez la nueva galería que están construyendo en París.
R.V. Lo sustancial es la clave. No se trata de formas ni de resultados. Uno en la vida sigue un camino. Lo deseable es que el camino le ayude a profundizar en las cosas, en los juicios, en la observación. En ese sentido, la edad debería permitir profundizar en lo que uno hace. Para nosotros cada vez tiene más valor lo que no es aparente. Pero nuestro proyecto vital pasa por seguir indagando. Y profundizando. Y cambiando. Creo que lo que hemos hecho forma parte de un todo, que estamos en el mismo camino, pero también que lo que hacemos ahora no sigue la misma línea exacta. No nos interesa repetir nada. Cuando salimos de la Escuela nuestro idioma era el de la arquitectura catalana que se enseñaba allí. Luego nuestro idioma se ha nutrido con nuestra experiencia.
¿Están en su momento más libre?
R.V. Claro. Es una conquista vital y personal. Aunque el camino no se acaba, se conquista cierta libertad.
En su arquitectura tienen mucha importancia los oficios. ¿Qué sucede en el extranjero?
R.A. Trabajamos con asociados. Miramos cómo trabajan ellos y aprendemos otras maneras de hacer. El reto es hacer de lo local algo global. Y creemos que estamos en ese momento.
Un tipo de Dubai les fue a buscar porque quería una obra suya y ha terminado levantado viviendas para toda su familia y edificios de apartamentos con un aspecto más orgánico.
R.V. Todos los clientes llegan por algo que han visto. Se trata de escucharlos y entenderlos para saber qué necesitan y qué quieren. Cuando lo haces y el cliente forma parte de esa investigación los dos podéis crecer: él y tú.
¿Qué importancia tiene que sean tres diseñando?
R.V. Toda. La química que se da entre nosotros es la base de lo que hacemos. Puede haber apariencias de mucha rigidez y sin embargo tenemos una gran capacidad de flexibilidad. Nos importa que haya un hilo conductor y una unidad. Pero a esa unidad no se puede llegar por un proceso rígido. Eso haría que nos estrelláramos. Para llegar a la unidad debemos seguir un proceso flexible que nos hace ir adaptándonos a lo que vamos encontrando. Somos nosotros los que seguimos el hilo pero nos adaptamos a las circunstancias.
¿Para qué sirve el hilo conductor?
R.V. Para transmitir sensaciones e ideas con más energía.
Es importante saber adaptarse no sólo para poder construir. También para enriquecer lo que se construye. Por eso hablamos de ser esponjas. Lo que realmente nos interesa es transmitir algo a las personas.
Hablan de trabajar hasta encontrar la belleza.
R.A. Sí. Hoy no está de moda dar prioridad a la belleza, pero para nosotros es clave, algo esencial.
R.V. Creemos que la belleza es fundamental para la arquitectura y para todo en la vida. Dicho esto, nunca acabo una obra con gran satisfacción.
R.A. Nunca. Y menos si es algo que comenzamos hace años.
Esto es lo que les sucede con muchos proyectos (como los juzgados de Barcelona) estancados por la crisis a veces durante décadas.
R.A. Sí, y nuestra mente ya no está allí. Por eso nos cuesta un gran esfuerzo inyectarles nueva vida.
Plaza La-Lira (Ripoll)
¿No quedamos en que sus proyectos están fuera del tiempo?
R.A. Buscan estarlo. Pero siempre responden a un contexto.
R.V. Esta semana en Olot hemos debatido sobre un proyecto que hace 15 años que pusimos en marcha. Nos dijeron que debía tener una parte con un proceso participativo. Y tenían miedo de que nos negáramos a cambiar nuestro proyecto inicial.
Esa fama de la que hablábamos…
R.V. Les dijimos que lo contrario. Que podían hacer el proceso de cero, sin tener en cuenta el proyecto que nosotros realizamos.
R.A. ¿Sabes por qué? Porque nos vemos capaces de hacerlo. Cuanto más seguro se siente uno, más flexible puede llegar a ser. Es una evolución
Acceso al estudio de RCR en Olot
Parque de La Pedra Tosca, Les Preses, Girona
Espacio de Sombra Lotus en Santa Coloma de Farners.
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