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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El ‘shock’ del crudo afecta al 2% del PIB mundial

La caída del precio del petróleo no se explica solo por las condiciones del mercado; también hay factores psicológicos

Jesús Mota

Hay un shock petrolero en curso cuyo origen no está diagnosticado con claridad. No está claro que la causa sea las condiciones del mercado, porque si bien existe un exceso de oferta sobre la demanda (aproximadamente 1,5 millones de barriles), ese exceso es muy anterior a 2014 y no había perturbado el precio en años anteriores. La desaceleración china y de los países emergentes es un motivo prometedor, pero no incontestable; algunos cálculos sugieren que la reducción de la demanda por esa causa no es tan relevante como parece. El regreso al mercado de Irán e Irak es también un factor de peso, sobre todo por lo que tiene de expectativa de sobreproducción, pero los inversores ya deben de saber que es difícil que alcancen a corto plazo su máximo de producción.

Los factores decisivos parecen de orden psicológico o, si se prefiere, neurasténico. He aquí una breve relación: 1. Nadie cree que China puede recuperar el rumbo del crecimiento; irá a peor y, por tanto, sus compras de crudo caerán irremediablemente; 2. Está muy extendido el pánico a una recesión próxima, detonado en parte por la debilidad de los países emergentes, pero también por las exiguas tasas de crecimiento del euro y del yen; y 3. El mercado mundial de crudo está manga por hombro, debido al desorden político dentro de la OPEP (el cartel bueno) y a la ilusión de que los acuerdos internacionales para reducir las emisiones de gases serán efectivos esta vez.

Si la hipótesis de la neurastenia explica mejor que otras la realidad, resultaría que el precio se está sosteniendo entre los 30 y los 35 dólares (el suelo) debido a un teatrillo o gran guiñol que representa con más voluntad que acierto el cartel bueno. El argumento del entremés es que, si bien no hay acuerdo para reducir drásticamente la producción, y es difícil que lo haya, debe mantenerse viva la fe de que el acuerdo es posible. El fracaso de las negociaciones recientes se cubre con el velo de un pacto futuro.

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Importa medir el alcance del shock. Los precios del barril han caído el 40% desde mediados de 2014. Puede suponerse, según los cálculos kuwaitíes y saudíes, que la caída se moderará hasta un 20% en 2020. Supuesto que el PIB mundial asciende a unos 70 billones de dólares, la transferencia equivalente de rentas desde los países productores a los consumidores ronda el 2% del PIB mundial (1,4 billones de dólares en el plazo de 18 meses). De esa renta transferida, unos 400.000 millones se cargan en la cuenta de los países de la OPEP. Los ingresos descontados conducen a Venezuela a las puertas de una intervención del FMI, a Rusia a volatines presupuestarios para ocultar la amenaza de ruina y a los países del Golfo a contar cuidadosamente sus reservas financieras. La caída persistente de las inversiones (unos 300.000 millones) tiene efectos demoledores sobre el empleo; en Estados Unidos se han perdido 200.000 puestos de trabajo por el hundimiento inversor petrolero.

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