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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Anticapitalismo de amiguetes

Dirigentes de Podemos no dudan en engrosar las nóminas de los centros de influencia con personas de su entorno personal

Pablo Iglesias, con Errejón e Irene Montero en el Congreso.
Pablo Iglesias, con Errejón e Irene Montero en el Congreso.J.P.GANDUL (EFE)

Cuando no habían tocado el poder en España ni se avergonzaban de su pasado bolivariano, los políticos antisistema de Podemos criticaban los excesos de lo que llamaban el “capitalismo de amiguetes”. Sin embargo, cuando todavía no ha pasado un año desde que ocuparon los primeros despachos oficiales, los líderes de esta fuerza política se han lanzado sin pudor al mayor de los vicios de la vieja política: el enchufismo.

Han instaurado una especie de “anticapitalismo de amiguetes”; y el tráfico de influencias que denunciaban que se realizaba en los palcos de los estadios Santiago Bernabéu o Camp Nou se hace ahora en los entornos del Patio Maravillas en Madrid o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona. Han emulado a la vieja casta en un tiempo récord, aunque tienen respuestas para todo: “Es verdad que es mi pareja, pero no la hemos contratado por eso, sino por sus cualidades profesionales”.

El último de los escándalos de nepotismo en los lugares en los que gobiernan Podemos y sus grupos asociados se ha vuelto a producir en el Ayuntamiento de Madrid, en donde el tristemente famoso concejal Guillermo Zapata (el de los tuits contra las víctimas del terrorismo y los judíos) ha contratado como asesora a su expareja, con el módico sueldo de 50.000 euros anuales. Están recientes las contrataciones de las parejas de Ada Colau y Gerardo Pisarello en Barcelona.

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Es un ejemplo más de parejas y exparejas, padres, sobrinos o amigos colocados en buenos puestos de las listas electorales o contratados con una más que dudosa experiencia para el cargo. Por eso se cometen tantos “errores por inexperiencia”, que se perdonan por parte de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que sigue defendiendo a los chicos y chicas de su Gobierno. ¿Hasta cuándo?

Pablo Iglesias e Iñigo Errejón (ambos profesores de Políticas y ambos con parejas y exparejas colocadas en los centros de poder ganados) conocen bien la teoría de las élites que desarrollaron los pensadores italianos Gaetano Mosca y Wifredo Pareto. Según esa teoría, en toda sociedad hay una minoría que ostenta el poder en sus diferentes formas; unas élites que ocupan todos los espacios de poder.

En su intento de asalto a los cielos (siguiendo las enseñanzas de Karl Marx en París), no dudan en engrosar las nóminas de los centros de influencia con personas de su entorno personal y, por supuesto, ideológico. Por eso, asusta leer los 98 folios de la propuesta de Gobierno de coalición de Podemos con el PSOE. Sobre todo, la que se refiere al poder que asumiría el vicepresidente (o sea, Iglesias).

A su mando quedarían el CNI, el CIS, RTVE, el BOE, las comisiones delegadas de asuntos políticos y económicos y las dos nuevas secretarías de Estado que propone: Contra la Corrupción y Oficina de Derechos Humanos. Eso sin contar los 78 altos cargos que deben contar con su visto bueno ideológico para su nombramiento. Viendo el ejemplo de estos 10 meses, el escenario no es muy favorable. Acabaremos con la vieja frase: “Pablo, ¡colócanos a todos!”.

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