El ejemplo de Ramadi
La derrota del Estado Islámico en la ciudad iraquí marca la estrategia correcta en el combate al yihadismo
La expulsión de los combatientes del Estado Islámico por parte del Ejército iraquí en la localidad de Ramadi es probablemente la derrota más significativa del califato yihadista en lo que va de año y puede suponer un importante punto de inflexión en su avance desde el punto de vista tanto territorial como estratégico.
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Se trata sobre todo de una buena noticia que abre una importante brecha en la supuesta imbatibilidad con la que el autodenominado califato adorna la agresiva propaganda con la que trata de ganar seguidores en todo el mundo. Ramadi está situada a apenas 90 kilómetros de Bagdad y posee un gran valor no solo desde el punto de vista militar sino simbólico. Su recuperación era una prioridad máxima para el Gobierno iraquí, quien lo ha intentado en repetidas ocasiones desde que el pasado mayo cayera en manos del ISIS.
La reconquista de Ramadi sirve además de buen ejemplo de estrategia sobre el terreno contra el ISIS. Así, durante un par de meses tras la caída de la ciudad, el Gobierno iraquí se encontró con la negativa de sus soldados a entablar un combate que consideraban perdido de antemano. Han sido esos mismos soldados debidamente adiestrados por militares de países occidentales —entre ellos España— los que ahora han asestado un golpe significativo a los yihadistas. En paralelo, el ISIS ha visto debilitarse sus posiciones por los bombardeos realizados por diversos países y especialmente por las acciones rusas en Siria. La combinación de estos factores ha cristalizado en una victoria militar que permite iniciar 2016 con una más que razonable esperanza de infligir derrotas más importantes al yihadismo.
Ramadi es la demostración de que una activa colaboración internacional y un firme apoyo a las fuerzas locales pueden ser efectivas para acabar con la mayor amenaza que en la actualidad se cierne sobre todas aquellas personas que creen en una sociedad civilizada.
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