Japón se suma al riesgo chino
La Abenomics no funciona; el dilema es si hay que aumentar los estímulos monetarios o confiar que la ecnomía mejore en el cuarto trimestre
Cinco recesiones en siete años son motivo suficiente para concluir que los Gobiernos japoneses no han encontrado la clave para que los ciudadanos recobren la confianza en el país. En el tercer trimestre el PIB cayó, después de los descensos en los dos anteriores, el 0,2%; esta nueva recesión ha sembrado la inquietud porque se suponía que el programa monetario de Shinzo Abe (barra libre de liquidez) iba a estimular el consumo y a elevar la inflación. No ha sido así. La Abenomics es, de momento, un fracaso y las autoridades económicas se encuentran ante el dilema de imponer más medidas expansivas o confiar en que el crecimiento aflore en el cuarto trimestre.
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De la quinta recesión cabe deducir que no basta con aplicar medidas de manual. Expandir la liquidez es sensato en recesión, pero no es suficiente si los inversores no confían en el crecimiento nacional o si las familias no quieren gastar. La desconfianza japonesa va más allá de las condiciones monetarias. La crisis china, la segunda economía mundial, está hundiendo las expectativas de los mercados asiáticos y de las áreas económicas próximas.
Japón, la tercera economía mundial, es una sociedad envejecida (en este siglo su población puede caer en torno a un tercio), reacia a consumir más y a invertir. Se trata de que las familias desinviertan en deuda pública, recuperen la confianza y gasten más. La caída conjunta China-Japón es mortífera para la economía mundial.
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