_
_
_
_

El divino método de Sherlock Holmes

Esta semana proponemos un desafío mental digno de un Moriarty: cuestionar el método deductivo del más famoso de los detectives

Carlo Frabetti
Basil Rathbone como Sherlock Holmes, en la película 'El perro de Baskerville' (1939).
Basil Rathbone como Sherlock Holmes, en la película 'El perro de Baskerville' (1939).

Algunos lectores han calificado de “teológica” la paradoja de Newcomb, propuesta la semana pasada, y creo que no van desencaminados, pues seguramente no habría suscitado tantas controversias si no viviéramos en un mundo en el que miles de millones de personas creen (o creen creer) que un Dios omnipotente y omnisciente, que sabe con absoluta certeza todo lo que va a suceder, es compatible con el libre albedrío. Pero si Dios sabe que voy a escribir este artículo, no puedo hacer otra cosa, y si no puedo hacer otra cosa, no tengo elección. Y la libertad es la posibilidad de elegir o no es más que una entelequia. Afirmar lo contrario es una contradicción in términis; pero los teólogos al uso lo llaman “misterio” y se quedan tan anchos.

La paradoja fue formulada por el físico teórico William Newcomb, de la Universidad de California, en 1960, y en 1969 Robert Nozick, filósofo de la Universidad de Harvard, la dio a conocer en un artículo titulado Newcomb’s Problem and Two Principles of Choice (aunque fue Martin Gardner quien la popularizó, unos años después, en su sección de pasatiempos matemáticos de Scientific American). En su artículo, Nozick observa: "Casi todos tienen claro lo que habría que hacer; el problema es que la gente se divide casi por la mitad con respecto a cuál es la solución correcta, con un gran porcentaje que cree que la otra mitad está totalmente equivocada”.

Si Dios sabe que voy a escribir este artículo, no puedo hacer otra cosa, y si no puedo hacer otra cosa, no tengo elección

La similitud con el problema de Monty Hall y sus variantes es más de tipo psicológico que lógico, en el sentido de que la paradoja de Newcomb también parece tener la propiedad de radicalizar posturas opuestas (con la notable diferencia de que el problema de Monty Hall tiene una solución clara e incuestionable, mientras que la paradoja de Newcomb es en cierto modo “indecidible”, pues hunde sus raíces en nuestra visión del mundo y nuestra concepción de la realidad).

Como aproximación jocosa al asunto, cabría pensar que en realidad la paradoja de Newcomb es un test: un dios astuto (pero no omnisciente) pone las monedas en ambos cofres, de forma que los creyentes se verán reafirmados en su fe y los escépticos en su escepticismo; de este modo, el diosecillo sabrá con quiénes puede contar incondicionalmente… y a quiénes conviene vigilar de cerca.

En Baker Street

Una prueba que reafirma a la vez dos posturas opuestas no deja de ser también paradójica, y nos remite directamente a la controvertida paradoja del cuervo, de la que nos ocuparemos en breve. Pero antes os propongo pasar por el 221 B de Baker Street.

No busquéis la más popular frase de Sherlock Holmes en los libros que relatan sus aventuras, pues Conan Doyle nunca puso en boca del detective su paternalista apostilla: “Elemental, querido Watson”. Pero si se ha impuesto esta frase apócrifa (repetida con frecuencia en las memorables versiones cinematográficas protagonizadas por Basil Rathbone) , es porque sin duda refleja la personalidad de Holmes y su relación con su inseparable Watson, a la vez afectuosa y condescendiente.

Pero ¿qué es lo elemental, según Holmes? La forma en que llega a sus conclusiones, su método deductivo. ¿Y en qué consiste su método? El divino detective lo dice expresamente en El signo de los cuatro: “Cuando han sido descartadas todas las explicaciones imposibles, la que queda, por inverosímil que parezca, tiene que ser la verdadera”.

Suena convincente, pero ¿es realmente un buen método? (Una pista: la utilización del adjetivo “divino” no es casual ni meramente irónica).

Carlo Frabetti

Escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York, ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlo Frabetti
Es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_