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Tentaciones
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LO QUE HAY QUE VER

La nueva "trampa" del director de 'El sexto sentido'

Se le llegó a llamar "el nuevo Spielberg", pero ha tenido altos y bajos en su carrera. Hablamos con M. Night Shymalan antes del estreno de 'La visita'

EFE/John Baer/Universal
EFE/John Baer/UniversalJohn Baer (EFE)

No lo llames “twist” o giro final. Llámalo la magia del cine. No lo llames terror. Llámalo “emoción y perspectiva emocional”. Así son las películas de M. Night Shyamalan, según M. Night Shymalan. Desde hace 15 años se defiende así de quien le acusa de incluir siempre una trampa final en sus tramas o cuando le preguntan por qué sólo hace terror.

“No es cierto que siempre haya un giro final en la trama. Pero la gente siempre está esperándolo para criticarlo. Y si no lo incluyo, me critican porque no lo incluyo”, decía hace dos años en la presentación de After Earth; su penúltima película, que junto a Airbender, el último guerrero, fueron las auténticas trampas en la carrera de un director al que llegaron a llamar “El nuevo Spielberg”. Después de aquellos dos batacazos de taquilla y crítica, Shyamalan ha dado el twist definitivo e inesperado a su carrera con La visita: ni grandes estrellas, ni grandes presupuestos. Un rodaje de 30 días en una casa perdida en Pensilvania para rodar su “Hansel y Gretel moderno”. “De ahí el horno”, dice. Y esta abuela tan ¿maja?

‘La visita’ o el falso cine indie. “Estoy engañando”, reconoce el propio Shyamalan al hablar de su próxima película y de cómo consiguió rodarla en tan poco tiempo con poco presupuesto. “Todo el mundo viene a hacer películas conmigo porque ya he hecho otras; no es como si fuera un director debutante que tiene que demostrar algo o convencer a alguien… Tengo un equipo de primera que se bajó el sueldo para trabajar conmigo en esta película”.

La humildad post-fracaso. “La visita en parte es una respuesta a After Earth y Airbender. No sé si aprendes algo de cada película. Cada una es como una nueva relación, y más vale que empieces de cero. Como un estudiante. Siempre había pensado hacer una película pequeña, pero creo que estaba demasiado cómodo haciendo esas películas de grandes presupuestos con estrellas”.

Todo empezó aquí. En esos ojitos pequeños que nunca crecieron en la cara de Haley Joel Osment. El pobre lo decía bien claro: “En ocasiones, veo muertos”. Pero Shyamalan no nos dejaba ver lo que él veía hasta el final. Nos lo comimos bien comido. El que más, el pobre Osment, que nunca levantó su carrera después del susto.

Redención televisiva. Antes de volver al cine con La visita, Shyamalan se refugió en la tele dirigiendo y produciendo la serie Wayward Pines, con Matt Dillon (otro que necesitaba un rescate urgente). “Quizá no está bien preguntarme ahora por la experiencia, porque ha resultado tan buena, que mi juicio está contaminado. A todo el mundo le gusta. Pero si finjo que no lo sé, rodar el piloto me enseñó a dirigir con rapidez e intensidad, que luego pude aplicar en La visita”.

Voy de espiritual, pero soy un provocador. “Me gusta provocar a la audiencia. Entiendo por qué algunos se vuelven adictos a la comedia. Muchas veces he hecho películas tranquilas, en las que nadie dice nada, como El protegido. Pero me divierte cuando la gente reacciona, como en Señales. La visita ha sido la película más divertida de ver con audiencia porque es comedia y terror a la vez, y la gente no sabe qué hacer: se ríen, gritan, aplauden”.

Y, en el fondo, un romántico. Mucho terror y mucha provocación, pero lo que de verdad quiere hacer Shyamalan es dirigir Labor of Love, un guión romántico que escribió cuando tenía 22 años. “Yo soy un sentimental, pero no sé si el mundo es tan sentimental ahora”.

Iba para Spielberg, y ahora quiere ser Woody Allen. “La mayoría de mis películas favoritas son independientes, mis héroes desde niño son los cineastas independientes que consiguen hacer películas toda su vida, como Woody Allen, los Coen, incluso Eastwood… Puedes tener una carrera larga e íntegra si estás dispuesto a ser austero y hacer películas como La visita. Irónicamente, la mayoría de mis thrillers son pequeños, sin Mel Gibson o a Bruce Willis, podrían ser de bajo presupuesto”.

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