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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un curso decisivo

Los partidos deben buscar consensos en esta nueva etapa plagada de riesgos

Después de cuatro años en los que el diálogo político ha brillado por su ausencia, los partidos inician un nuevo curso decisivo para conformar nuevas mayorías y retomar la vía del consenso para acometer los problemas que tiene nuestro país. Las elecciones a los Parlamentos de Cataluña, el 27 de septiembre, y de España, probablemente en diciembre, aclararán los deseos de los ciudadanos para unas legislaturas en las que los catalanes y el resto de los españoles se juegan su futuro. Este será, sin duda, el curso en el que los partidos históricos (PP y PSOE) demostrarán si gozan todavía de apoyo suficiente para mantener un sistema bipartidista que ha dado estabilidad al país durante casi 40 años. Pero también un sistema que hizo aguas en los últimos años por la corrupción y las crisis económica, social e institucional, y que requiere profundas reformas.

Por su parte, los partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) tienen ante sí el reto de demostrar que, una vez ocupada buena parte del espacio de IU y de UPyD, son capaces de seguir ganando terreno en los caladeros de votos del PP y el PSOE hasta convertirse en alternativas de gobierno. Hasta ahora, las encuestas señalan que los partidos convencionales han empezado a recuperar posiciones tras tocar un suelo sólido de votos, mientras que los emergentes están cayendo tras acariciar un techo que les auguraba un papel determinante en el juego de alianzas.

Al mismo tiempo, los partidos que defienden la independencia de Cataluña (CDC, ERC y las CUP) se lo juegan todo a una carta en unas elecciones autonómicas que quieren convertir de forma tramposa en un plebiscito sobre la salida de Cataluña de España. Si no consiguen sumar los 68 escaños de la mayoría absoluta, entrarán en juego todo tipo de alianzas para formar un Gobierno capaz de buscar una salida consensuada con el resto del Estado. Pero si los soberanistas ganan por un solo escaño se puede desencadenar el proceso de declaración unilateral de independencia, que recibiría la respuesta que se merece del Gobierno de la nación (sea el que sea) para defender la legalidad constitucional.

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Este nuevo curso trae consigo importantes riesgos para la estabilidad en España, pero también plantea importantes oportunidades para acometer la regeneración política que requiere nuestro país. Los partidos emergentes han demostrado que los españoles quieren un cambio en la forma de hacer política. La transparencia, la lucha contra la corrupción y la desigualdad y una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones son algunas de las claves que los partidos convencionales tienen que asumir si quieren seguir gobernando.

Pero la principal lección a tener en cuenta es que la falta de diálogo ha sido la causa de los principales problemas en España. Cataluña es el ejemplo más claro: la deriva secesionista se ha ido autoalimentando por las decisiones unilaterales del Gobierno catalán y la falta de respuesta política del Ejecutivo del PP. El diálogo y la búsqueda de acuerdos, que tan buenos resultados trajeron durante la transición a la democracia, deben ser las claves de bóveda para reconstruir el prestigio perdido de partidos e instituciones. Un espíritu de consenso que debería permitir también abrir un debate sobre la reforma de la Constitución.

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