Tomar una cucharada de aceite y otros mitos sobre beber sin emborracharse
Consumir vitamina B, chupar granos de café... Planteamos a los expertos si estos trucos son de verdad eficaces para no acabar 'perjudicado'
Dani Casado es DJ en Barcelona. Le gusta la noche. Y beber gin tonics. Hace un par de años se convenció de que sus sesiones nocturnas de música electrónica eran incompatibles con su afición al combinado blanco. “Cuando empecé a pinchar no me lo planteaba mucho”, cuenta, “al fin y al cabo trabajo en un contexto de ocio nocturno. Por eso al principio seguía bebiendo como siempre. Intenté varios trucos para mantener la cabeza en su sitio, pero no me funcionó ninguno. Algunas sesiones fueron un desastre, de manera que opté por la mejor solución para no emborracharme: dejar el alcohol para después”.
Por "trucos", el DJ se refiere a tomar vitamina B antes de salir, beber siempre con el estómago bien lleno o la consabida cucharada de aceite previa que, como afirma frecuentemente la sabiduría popular con gran inexactitud, “te hace una película en el estómago y dificulta la absorción del alcohol”. El médico y microbiólogo Alexánder Perkins advierte de que todo esto puede ayudar, pero está muy lejos de ser infalible. Y coincide con la teoría de Dani Casado, solo que en este caso, con conocimiento científico: “Si no quieres emborracharte, bebe poco, o no bebas. No hay fórmulas milagrosas”.
A continuación, desmontamos unos cuantos mitos a los que no debes aferrarte si quieres que una noche jaranera –y, sobre todo, la mañana siguiente–, sea más llevadera.
1. Los hombres se emborrachan menos que las mujeres
Dicha de forma categórica, esta afirmación es engañosa. Y eso que existe una base científica, pero hay que cogerla con pinzas. “Las mujeres tienen en su organismo niveles menores de la enzima alcohol deshidrogenasa [encargada de transformar el alcohol tóxico], y normalmente suelen tener menos masa corporal que los hombres”, dice Bernardo Ruiz, psicólogo clínico y director del programa Victoria de desintoxicación. Pero matiza: “Cada individuo tiene sus particularidades, y en cuanto a tolerancia al alcohol entran en juego muchos más factores, también genéticos”.
La clave está en la actitud. Salir con la intención de emborracharse, sea cual sea tu condición física, puede tener también efectos psicológicos" Bernardo Ruiz, director del programa Victoria de desintoxicación
No hay estudios, además, que certifiquen que ellas tendan más tendencia a embriagarse que ellos. Tampoco en el que caso de algunas civilizaciones asiáticas como la japonesa, en las que también se ha demostrado un nivel menor de estas enzimas que en sociedades occidentales. “La clave está en la actitud. Salir con la intención de emborracharse, sea cual sea tu condición física, puede tener también efectos psicológicos, incluso a la hora de generar adicción”, añade el especialista.
2. La embriaguez de vino es algo cultural; la de 'cubata', no
“El alcohol es tóxico siempre”, afirma Bernardo Ruiz sin dudar. “Otra cosa es que el vino tenga muchos componentes que benefician al cuerpo humano, pero se neutralizan si el alcohol ingerido es excesivo”, añade. Carmen Garrobo, directora de la Escuela Española de Cata, enumera las bondades del caldo de uva: “Tiene un sinfín de vitaminas, potasio, sodio, hierro… Contiene en torno a un millar de compuestos beneficiosos. Si no tuviera alcohol, seria el alimento perfecto”.
Fernando Gurucharri, presidente de la Unión Española de Catadores, admite que el vino “se asocia a la alimentación, al ritual gastronómico, más que cualquier otra bebida alcohólica, algo que es del todo cierto siempre que se tome con cabeza”. Para Garrobo, embriagarse con vino tiene aún menos sentido que hacerlo con otras bebidas: “Por su composición, la embriaguez es más lenta, más reposada, mientras que la cerveza sube antes y baja también antes”. Bernardo Ruiz opina, en cualquier caso, que no hay que relativizar los llamados “alcoholes blandos”, como el vino o la cerveza, respecto a los considerados “duros”, esto es, la ginebra, el whisky o el ron, entre otros. “Es cierto que tienen muchos más grados, pero normalmente se toman combinados y diluidos en refresco, de manera que el 40% inicial puede quedarse un torno a un 10%”, señala.
El psicólogo experto en adicciones insiste: “El consumo de alcohol debe ser moderado, sea cual sea el licor o la bebida fermentada”. Garrobo añade: “Y si la bebida no lleva azúcar, mejor, ya que potencia la absorción del alcohol y te emborrachas mucho antes. Mejor bebidas secas [amargas] que dulces, si no quieres estar borracho antes de que te des cuenta”.
¿Beber una cucharada de aceite antes de salir de copas? "Ralentiza los efectos, pero eso no significa que vaya a impedir que te emborraches”, afirma el experto
3. Solo salgo una vez a la semana; eso no es emborracharse
El mes pasado, los médicos gemelos Christopher y Alexander van Tulleken realizaron un experimento para el programa de ciencia que conducen en la cadena británica BBC: durante un mes, uno de ellos siguió a rajatabla la dosis de alcohol diaria no perjudicial (dos copas de vino); el otro la acumuló toda solo los sábados (unas 15). El deterioro de ambos hígados fue similar, pero el segundo acusó más sus estados de embriaguez: sus borracheras sabatinas llegaban a tal extremo que las consecuencias duraban varios días después, y la semana no le bastaba para recuperarse antes de la siguiente sesión.
Ruiz, aunque debe lidiar en su trabajo con la cara más dramática del consumo de alcohol y la adicción que provoca, rechaza planteamientos alarmistas: “Es absurdo pretender que todos nos volvamos abstemios de pronto, y más en una sociedad como la nuestra, en la que el alcohol forma parte de nuestro ADN cultural. Pasarse bebiendo copas de forma muy puntual y extraordinaria, por ejemplo en una boda, o en una cena de empresa, es asumible, pero siempre hay que tener en mente que es un exceso. Es como cuando circulas a 150 kilómetros por hora por una autovía en perfecto estado totalmente despejada; puedes argumentar que lo hacías con total seguridad, pero eso no quita que estás llevando a cabo una conducta de riesgo. Lo peligroso es no tener eso en cuenta, salir y tomarte de entrada tres chupitos para colocarte sin ser consciente de la envergadura de lo que estás haciendo. En ocasiones es mucho más peligrosa la intención que la cantidad de alcohol”.
¿Puedo beber solo los sábados?
Según Bernardo Ruiz, director de programa de desintoxicación, “existe un consenso generalizado con base científica de que dos unidades al día o 15 a la semana [entendida unidad como copa de vino] son tolerables para un hombre a pesar de su toxicidad”. Pero apostilla: “Siempre que esté sano y no tenga antecedentes de alcoholismo, claro”. Algunos hacen sus cuentas: vale, no voy a beber en toda la semana y el sábado consumo todo el alcohol permitido. O sea, 15 copas de vino en unas horas. Error grave. No se puede distribuir esta medida a nuestro antojo. “No beber durante la semana y tomarse en una sola noche el equivalente en alcohol a 15 copas de vino es una práctica de alto riesgo, no solo para nuestro hígado, también a la hora de generar adicción”, informa Ruiz.
4. No voy borracho; voy achispado
Mucha gente practica el afterwork, o lo que nuestro país se ha llamado, de toda la vida, tomar unas cañas después del trabajo. Una costumbre muy habitual, pero que no debemos menospreciar. “Es el llamado consumo social”, explica Ruiz. “Hay que saber el límite y aplicarlo. Achisparse a la tercera o cuarta caña es una señal de alerta. Es el momento de no seguir bebiendo. Hay que tomarlo como un indicador, como un punto de inflexión que diferencia la persona que tiende a tener adicción de quien no la tiene. Una señal de prudencia”.
Gurucharri, presidente de la Unión Española de Catadores, abunda en esto desde su experiencia profesional: “Cuando hacemos catas, el alcohol va colmatando nuestros sentidos, como cualquier alimento, pero también el raciocinio. Eso te impide disfrutar al 100% de lo que estás bebiendo. Por eso no hay que dejar que el alcohol te lleve a este punto, porque a partir de ahí dará exactamente igual lo que tomes”. Ruiz advierte: “Que una persona tenga capacidad de beber más antes de llegar a emborracharse no es una buena señal, más bien todo lo contrario. Tener aguante, a diferencia de lo que muchos piensan, no significa que uno está en forma, sino que suele beber demasiado y ha habituado su cuerpo a esas cantidades. Pierdes la señal de alerta, eso es todo, pero el alcohol sigue dañando tu cuerpo”.
5. Tengo un remedio para beber sin emborracharme
Según el doctor Perkins, es cierto que la vitamina B contrarresta los efectos porque compite con los receptores del alcohol o, más concretamente, “ralentiza sus efectos, pero eso no significa que ingerirla antes de salir de copas vaya a impedir que te emborraches”. En cuanto a la consabida cucharada de aceite antes de salir, señala: “Cuando se mezcla con alcohol produce la saponificación, esto es, exactamente el mismo proceso que el que se sigue para fabricar jabón. Las grasas, supuestamente, disminuyen la proporción de alcohol el sistema digestivo. Pero me remito a lo mismo que he dicho respecto a la vitamina B”.
El microbiólogo coincide con Ruiz en que “la intención es lo más importante cuando uno sale de fiesta". "Quien se quiera emborrachar, si ha seguido alguno de estos métodos caseros acabará pidiendo más copas para llegar a ese estado. La única consecuencia es que habrá gastado más dinero”. Perkins también desmonta la teoría, bastante extendida, de que un par de granos de café anulan los efectos del alcohol hasta el punto de que puedes dar cero en un test de alcoholemia. “Es absolutamente falso. La única opción, si bebes, es no coger el coche y punto. Hay que tener en cuenta que el intercambio de alcohol entre la sangre y el aliento se produce en los alveolos de los pulmones. Aún cuando el efecto de los granos fuera cierto, tendría más sentido aspirarlos que ingerirlos”, ironiza.
El fundador de la compañía cervecera estadounidense Boston Beer Company, Jim Koch, reveló el año pasado durante una entrevista a la revista Esquire que había dado con la solución definitiva para beber a placer sin emborracharse: tomar una cucharada de levadura activa antes de cada copa, y en su caso, mezclada con yogur para minimizar su desagradable sabor. “Lo dice porque la levadura activa contiene la enzima de alcohol deshidrogenasa que nosotros ya tenemos en nuestro organismo y transforma el alcohol en aldehídos eliminando las sustancias tóxicas”, informa Perkins. Y el bioquímico añade: “Yo lo desaconsejo absolutamente. En la consulta suministramos una medicación para deshabituación del alcoholismo de efectos similares, pero las consecuencias secundarias pueden ser muy nocivos: taquicardia, náuseas... Por eso es peligroso no hacerlo de forma controlada por prescripción médica. Y, por supuesto, mezclarlo con yogur es del todo desaconsejable: lo único que puedes conseguir con eso es que la bebida se te corte en el estómago”.
Según Gurucharri, el mejor remedio pasa por la educación: “Somos el primer país en superficie de viñedos, y el tercero en producción. Pero en consumo, estamos entre los últimos países de Europa: en Francia son 40 litros por persona y año, en España no pasamos de los 16 litros. En cambio, estamos a la cabeza en el consumo de bebidas alcohólicas duras como whisky o ron”.
El alcohol es tóxico siempre. Otra cosa es que el vino tenga muchos componentes que benefician al cuerpo humano, pero se neutralizan si el alcohol ingerido es excesivo”
Carmen Garrobo lo tiene claro: “La educación en cuanto al consumo de alcohol dentro de la familia es fundamental. Mis hijos nunca se plantean el vino como una vía para emborracharse, tienen claro su carácter gastronómico y cultural cuando lo consumen”. La catadora profesional comenta que su prole empezó a beber vino desalcoholizado desde que eran niños, para ir aprendiendo los beneficios de esta bebida. Gurucharri insiste: “En las escuelas se da clase de educación sexual y nadie se escandaliza. ¿Por qué no educar también sobre lo que es el consumo responsable del alcohol? Seríamos un país con menos tasas de alcoholismo, y valoraríamos más y mejor lo que significa algo tan metido en nuestra cultura como es un buen vino”.
El doctor Perkins informa con que en Estados Unidos se encuentra en fase de desarrollo un medicamento que minimiza los efectos del alcohol y, sobre todo, de la resaca posterior por deshidratación. “Pero las autoridades no van a poner fácil su comercialización: eso solo provocaría que los jóvenes bebiesen más a menudo, y los efectos nocivos se seguirían produciendo. Lo mejor es una buena educación enfocada al consumo responsable”, remata.
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