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CLAVES
Columna
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Abandona (toda) Esperanza

Aguirre es responsable, políticamente, por elegir en masa a colaboradores corruptos, en vez de rectos

Xavier Vidal-Folch

El imperio de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid compite de lujo con otros carcomidos por la (muy presunta y tal) corrupción: el valenciano de Paco Camps y Rita Barberá (astillas hasta de viajes papales) y el catalán de Jordi Pujol y familia (con 15 sedes del partido, 15, embargadas).

La recua de exconsejeros de Aguirre imputados —y del sucesor que patrocinó, Ignacio González, el del ático de Marbella, al que fulminó su propio partido— va cargada: Francisco Granados (su segundo, en Presidencia y secretario general; 1,5 millones destapados en Suiza), Manuel Lamela (sus líos sanitarios), Juan José Güemes (idem), Alberto López Viejo (Deportes; su jefe de eventos; caso Gürtel), y los recién fumigados Lucía Figar (Educación; caso Púnica) y Salvador Victoria (Presidencia; mismo caso). Sin contar su omnipotente jefa de prensa, Isabel Gallego (Púnica), alcaldes, diputados autonómicos...

La presunta corrupción política se concentra (aunque no solo) en los casos estrella, Gürtel y Púnica. Las imputaciones son por delante y por detrás. A saber, por el origen de los dineros (contratos y contratas, posibles 3%: la red Púnica acumuló hasta quizá 250 millones). Y por su destino: aparte de aparcar algún rincón en paraísos fiscales y otros caprichos, se aplicaron a montar eventos políticos, apalancar campañas políticas, lanzar propaganda —y contrapropaganda— política.

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Los equipos humanos de Aguirre y cía eran el corazón de ambos asuntos. Sin los Gobiernos aguirristas, no habría tales, o no así. En el caso personal de Esperanza, las responsabilidades son o debieran ser políticas; no son judiciales. A un dirigente político se le puede reclamar por acción, por omisión, por defecto de vigilancia... Aguirre es responsable in eligendo, por elegir en masa a colaboradores torcidos, en vez de rectos. Es la responsabilidad definida en el artículo 1.903 del Código Civil, que deriva del deber genérico de no causar daño a otro.

Aguirre causa daño a los ciudadanos madrileños, y en general, españoles. ¿Con qué credibilidad, con qué trayectoria, con que mochila de ética hará oposición a Manuela Carmena desde esta semana? Aguirre es un peso muerto o una termita para el Partido Popular. “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”, escribió Dante en la puerta del Infierno. Abandona (toda) Esperanza.

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