Lo consiguió el arte: dos jugadores del Barça y el Madrid se besan en la boca
El puntal del 'art pop' español, Antonio de Felipe, aprovecha los desamores, los conciertos arrebatados y la rivalidad en el fútbol para crear sus obras
Se puede: tener un cuerpo supermusculado sin ayuda de esteroides y acudiendo solo tres horas a la semana al gimnasio. Se puede: pintar un cuadro inspirándose en un concierto de Malú. Antonio de Felipe, valenciano de 49 años, es la prueba de estos dos logros. El máximo representante actual del pop art español nos está mostrando en su estudio un lienzo con un ojo gigante, del que caen, inconsolables, ríos de finas líneas blancas. Son lágrimas. “Vamos a ver. Te dejan y te vas a un recital de Malú. O sea, lo peor. Porque muchas de sus letras tratan de rupturas. Encima era un plan que tenía con la persona que me dejó. Fue algo así como ‘todas las canciones me recuerdan a ti’. En el mismo concierto hago un boceto, con una aplicación que tengo en el móvil. Mi ojo llorando, en plan grafitero. Y luego lo pinto en mi estudio”.
Esa obra es una de las que el artista ha pintado para la serie GraffitiPop (que ya presentó en Madrid y que próximamente visitará otras ciudades), un trabajo que le tuvo encerrado cuatro meses en su estudio del barrio de Malasaña de la capital. Solo se permitió tres salidas semanales. Todas a un gimnasio 200 metros más allá. “Tengo un entrenador personal. Prefiero tres días a la semana, una hora cada jornada, y entrenar bien que ir por mi cuenta cinco y hacerlo regular. Empecé a practicar deporte a los 40. Me apetecía cuidarme”, explica. De Felipe, de carácter expansivo, se mueve hiperactivo entre las obras que conforman GraffitiPop. Huele a agua de colonia, que previamente ha rociado su asistente, Osmani. “A Antonio no le gusta el olor de ningún ambientador. Prefiere S3 [de Legrain]”, comenta.
No quiero tener hijos. Tú fíjate en los de Picasso, qué desgraciados han sido. Esta profesión es incompatible con la paternidad”
Audrey Hepburn grafiteando en la calle con un bote de espray marca Tiffany; una potente imagen de Marylin Monroe sobre una recreación de la famosa fotografía del Almuerzo en lo alto de un rascacielos; un jugador del Real Madrid, que parece Figo, y otro del Barcelona, que se da un aire a Luis Enrique, besándose en la boca; Chaplin con medio corazón roto y el otro medio en el suelo, destrozado. “GraffitiPop es un recorrido emocional. En 25 años no me había hecho autorretratos. Tenía pudor a mostrarme. Pero con el paso de los años lo he perdido. La gente igual lo asocia a un rollo narcisista, pero es otra cosa: ahora tengo más seguridad”, explica el creador mientras de fondo suena una canción de Nancys Rubias con Merche, Abre tu mente. “Son suficientes sus celos para abandonar, para que des media vuelta/ Y así te sientes libre y vuelves a ser tú, porque este amor se consume y te quema”, dice la pieza. De Felipe siempre trabaja con banda sonora. Canciones de Kylie Minogue, Fangoria, Pet Shop Boys… “Música que me ponga las pilas. Todo muy petardo”, afirma sin complejos.
En 2015 se cumplen 25 años de su primera exposición. Entonces, muy poca gente pintaba pop art en España. “La gente cree que es un estilo facilón y solo decorativo. Pero mis cuadros son mucho más profundos. He trabajado para dignificar el pop art”, señala. Sobre una repisa de su estudio se ven fotografías de él con famosos con Sara Montiel, Alaska, Manolo Escobar, Rocío Jurado con Ortega Cano, la reina Sofía… “Mi padre compró la televisión en color para ver a Manolo Escobar en el programa Cantares. Era muy fan. Cuando Escobar me encargó su retrato, pensé: ‘Si mi padre estuviera aquí se moriría de felicidad’. ¡Resulta que su ídolo era fan mío!”.
Hay gente que se cree que mis cuadros están hechos por ordenador, que los imprimo y ya está. Perdona: no, no, no, no"
Algunos de sus nuevos cuadros están basados en la relación que tenía con su padre, que falleció cuando De Felipe contaba 20 años. Llena la conversación con recurrentes “te quiero decir”, “esto es una anécdota preciosa” o “es too much”, y desliza frases que dan pistas sobre su carrera. “Soy el pequeño de cinco hermanos y toda mi familia sabía que iba a ser artista”. “Nunca he pedido un crédito. Ni siquiera para comprar mis casas [tiene cuatro]”. “No quiero tener hijos. Tú fíjate en los de Picasso, qué desgraciados han sido. Esta profesión es incompatible con la paternidad”. “Hay gente que se cree que mis cuadros están hechos por ordenador, que los imprimo y ya está. Perdona: no, no, no, no. Están realizados de manera tradicional, con pinceles, acrílicos, técnica, paciencia y disciplina”.
Unos 40.000 euros cuestan sus obras (precio medio). Si alguien quiere encargarle un retrato le puede salir por 15.000. Y si se pasan un par de horas en su estudio, se puede uno marchar mientras suena Sandro Giacobbe: “Lo siento mucho, la vida es así, no la inventado yooooo”.
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