La familia y otras alimañas
Si fuera amiga de Rosa Díez le diría que el despecho no le favorece nada. Lo de que tus chicos se vayan con otro más joven y con más posibles está más visto que la casa de Terelu
Santo Jobs, cómo pasa el tiempo. No, no es que me haya dado llorona la primavera, que también, una no es de piedra. Dime tú quién es la Ana Obregón que no se deprime viendo las hordas de muchachas en flor marcando ídem con sus shorts intrauterinos mientras tú sopesas si reponerte o no el DIU en la próxima ITV dado lo incierto del periodo de amortización y del margen coste/beneficio. Pero no, no se trata de eso. No sé en el tuyo, pero en mi curro se viene ya llorada de casa por el chorreo que te pueda caer dentro. Te contaba lo del tempus fugit porque ayer me saltaron los plomos al enchufar la Epilady y, al ir a encenderlos a tientas, me di de morros con el árbol de Navidad de la entrada y caí en la cuenta de que, aunque hace nada estábamos con la noche de paz, noche de amor, etcétera, ya estamos metidos en la temporada de bodas, bautizos y comuniones. Mira, si no, cómo están los escaparates de los chinos, que serán superherméticos pero nos conocen como si nos hubieran parido. Llenos de trajes de fiesta rollo Pronovias y tocados Philip Treacy. Falsos, obviamente. Tanto como muchos de los saraos para los que están pensados. La apoteosis del cuánto nos queremos, qué felices somos y qué bien nos llevamos por la cuenta que nos tiene.
Dirás que soy una amargada, y no seré yo quien te lleve la contraria en este momento. Pero no pude pensar otra cosa al ver en la portada de tres de las cuatro revistas cardíacas a la exconcejal socialista Olvido Hormigos y a su marido, Jesús Atahonero, yéndose de vacaciones en amor y compañía después de confesar ante millones de espectadores que hace seis meses que no copulan (sic), y que él tiene que aliviarse solo (sic, te lo juro), mientras ella sale a buscar sexo (sic, por éstas) fuera de su nido de Los Yébenes, Toledo, España.
Hay que ver cómo está el periodismo, díjeme para mis adentros. Ya le damos primera a cualquier cosa. No sé qué les dirán hoy a los nuevos, pero a los de mi centuria nos dictaron que para que algo sea noticia tiene por lo menos que ser nuevo. Y lo de escenificar cara a la galería una unidad de pega es más viejo que la Alfombra roja de José Luis Moreno. Pues anda que no hay familias felices que van a bodas, comuniones y Juntas Directivas del Partido y gritan vivas a los novios, al comulgante o al presidente de sus siglas si hace falta, para ponerse luego a caer de un burro, o unos cuernos de alce, si se tercia. Y no miro a nadie, Cospedal, Santamaría, Feijoo y demás compañía pepera.
Ahora, para familia desestructurada, la de Unión, Progreso y Democracia. Yo, si fuera amiga de Rosa Díez, le diría que el despecho no le favorece nada. Que lo de que tus chicos se vayan con otro más joven y con más posibles está más visto que la casa de Terelu. Tanto, como lo de hacer que todo va como la seda. ¿No han sonreído durante décadas para la foto la pareja senior de La Zarzuela y hemos ido nosotros y nos la hemos creído? Al final, los más normales van a ser Hormigos y Atahonero. Que conste que yo no le quito el tul ilusión a nadie. Pero ya lo dice una íntima mía abogada de divorcios: vosotros pasad por vicaría, ilusos, que ya pasaréis por caja.
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