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TECNOLOGÍA

Cómo aprovechar el ‘big data’ donde apenas tienen para el ‘data’

Desde cartas a tertulias de radio, todo sirve para recopilar información valiosa para impulsar el desarrollo en países sin herramientas digitales

Javier Salas
Jóvenes en Liberia se apuntan al servicio de interacción vía móviles creado por UNICEF.
Jóvenes en Liberia se apuntan al servicio de interacción vía móviles creado por UNICEF.U-Report Liberia

El big data se ha convertido en una de las modas más notables de nuestro tiempo. Empresas y gobiernos venden innovación acumulando datos recogidos por todo tipo de medios: millones de mensajes publicados en redes sociales, señales recogidas en las ciudades inteligentes, uso de transporte público conectado, consultas en páginas webs, etc. Esa huella digital que dejamos —voluntariamente o no— es muy valiosa porque proporciona datos útiles para diseñar políticas o vender productos. Pero en los países en desarrollo, donde esa información viva y en tiempo real sería un recurso decisivo para responder ante catástrofes o prevenir epidemias, carecen de las herramientas tecnológicas que sobreexplotamos en el primer mundo. Una pega importante, pero eso no hace imposible extraer datos valiosos sin tuiteros, sin teléfonos inteligentes y sin autobuses con wifi. El ingenio está cubriendo esas carencias, como demuestran algunos proyectos que ya recopilan información por todo el mundo, lejos de las ciudades ricas.

Tickets de comida, correo postal, tertulias de la radio, SMS... todo sirve para arañar información que pueda ser procesada

"La huella digital es en lo que nos hemos basado en todos los estudios de sociología computacional. El problema que nos planteamos es cómo obtener esta información en lugares en los que no la hay, países como Uganda, Liberia o Sierra Leona", explica el español Manuel García-Herranz, que aterrizó hace unos meses desde la Autónoma de Madrid en la unidad de innovación de UNICEF para ayudarles a realizar la llamada minería de datos, pero sin pico ni pala. Tickets de comida, correo postal, tertulias de la radio, SMS... todo sirve para arañar información que pueda ser procesada y reutilizada para proteger a las poblaciones mas vulnerables.

Por ejemplo, las conexiones a las torres de comunicación de los teléfonos móviles convencionales, cuyo uso está muy extendido. "Explorando las conexiones a una torre podemos inferir los movimientos de personas a través de los datos de telefonía móvil, como el volumen de llamadas o los minutos agregados de estas llamadas", explica García-Herranz. Esos metadatos anónimos han servido para advertir de corrimientos de tierras y calcular cuánta gente está afectada al observar que los móviles dejan de conectarse a través de una determinada torre y que un importante volumen de llamadas se realiza desde otra cercana.

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"Al final se sabría del desastre, pero ganamos tiempo, diez horas arriba o abajo, que pueden ser muy valiosas: para prevenir epidemias de cólera que surgen al cabo de unos días y para llevar los recursos de forma eficiente hacia donde se ha desplazado la gente", indica este investigador.

Hace unos meses, García-Herranz publicaba junto a otros colegas un estudio sobre la correlación entre desempleo en las regiones españolas y los mensajes escritos en Twitter. ¿De qué sirve saber que hay más paro en aquellas zonas en las que se tuitean más faltas de ortografía si en España ya hay organismos que estudian al detalle el desempleo? "En estos países no hay un INEM, sino encuestas que se hacen cada mucho tiempo, indicadores irregulares. Nosotros estamos tratando de sacar indicadores intermedios para no estar en la penumbra durante tantos años. Estudios como el que hicimos del Twitter español sirve para crear un modelo, en función de las faltas o la movilidad de los tuits, que se puede aplicar a otras herramientas", explica.

En este caso se refiere al uso de los SMS, superados en el mundo rico pero que todavía tienen mucho recorrido en países como Uganda, con una penetración escasa de internet y casi nula de redes sociales. La herramienta estrella de UNICEF es el U-Report, una plataforma de código abierto (libre y modificable) para poder comunicarse mediante SMS con medio millón de jóvenes —y creciendo— en doce países de África, Indonesia y México. "Cada país lo ha cambiado como le ha venido bien, ya que sirve para cerrar el bucle de información entre la administración y los ciudadanos, y los países intercambian entre ellos sus avances", señala.

El problema que nos planteamos es cómo obtener esta información en lugares en los que no hay huella digital", explica García-Herranz, de UNICEF

Con esos SMS recaban información por medio de encuestas, pero también pueden usarse de forma activa, como se puso de manifiesto al combatir plagas en las plantaciones, creando un mapa de las regiones afectadas e informando de los remedios directamente y sobre la marcha. Otro ejemplo: en Zambia lanzaron un programa de empleo al que nadie se apuntaba y no se explicaban la razón. Consultando a los jóvenes por medio de U-Report descubrieron que se demandaba una titulación que nadie tenía: al poco tiempo se habían cambiado los requisitos y empezaron a apuntarse.

Este sistema está desempeñando un papel esencial para cubrir lagunas en asuntos como la prevención de enfermedades de transmisión sexual y demostró su valor con la irrupción de la epidemia de ébola en África Occidental, donde estos SMS gratuitos han servido para tomar el pulso de la población, para diseminar información útil sobre malas prácticas en enterramientos, para hacer frente a bulos peligrosos y para monitorizar la apertura de escuelas.

"El teléfono móvil se ha convertido en una prioridad incluso para las poblaciones mas vulnerables ya que los shocks o cambios repentinos muchas veces escapan de los sistemas de recolección clásicos, como las encuestas, que usan tradicionalmente las organizaciones humanitarias y el sector publico", asegura el asturiano Miguel Luengo-Oroz, responsable científico de Global Pulse, la iniciativa de Naciones Unidas para el aprovechamiento del big data. Luengo-Oroz explica que los datos generados por los móviles —recalca que sólo tras ser anonimizados y agregados para proteger la privacidad de los usuarios— ofrecen la oportunidad de "realizar análisis en tiempo real a un coste muy bajo y, en muchos casos, llegar a gente que no se podría tener en cuenta de otra manera", defiende.

Los SMS han sido de gran utilidad frente al ébola.
Los SMS han sido de gran utilidad frente al ébola.U-Report

Este innovador social cuenta cómo esta fuente sirve también para hacer frente a situaciones como la que se da en Indonesia, donde más de un millón de niños se quedan sin vacunar cada año. "Descubrir los motivos que llevan a los padres a no inmunizar es fundamental para actuar. Hemos descubierto que cada día hay unos mil mensajes públicos en redes sociales hablando de inmunización y las razones para no hacerlo, como lejanía del centro médico, desconocimiento del número de dosis, motivos religiosos, falsos mitos...". Esos mensajes permiten reaccionar rápido y diseñar las campañas de comunicación mas ágiles y eficientes.

El jefe científico del Global Pulse, que asegura que pueden obtener 20 tipos de datos de cada carta de papel que se envía, reconoce que se ha llevado muchas sorpresas recopilando información en estas regiones. "En un país africano [no se puede desvelar], hemos descubierto que el dinero que la gente gasta en móvil es proporcional al que gasta en comida en el mercado. El cambio en los patrones de gasto en una region podría utilizarse como mecanismo de alarma para realizar investigaciones mas detalladas", asegura. Todo este conocimiento que generan se pone en común con la comunidad académica: este estudio sobre móviles y alimentación se presentó esta semana en el NetMob, la principal conferencia de análisis científico del big data generado por los móviles, que se celebra cada año en el MIT, y que ha dirigido el español Esteban Moro (que lideraba el estudio del desempleo y Twitter de García-Herranz). Luengo-Oroz también llevó a este encuentro de primer nivel otro estudio que analizaba la información obtenida a partir de las llamadas de móviles en las inundaciones de 2009 en Tabasco (México).

"Existe la necesidad de abordar los retos de la invisibilidad y la inequidad utilizando la revolución de los datos", defiende Paula Hidalgo-Sanchís, que dirige el laboratorio de Kampala (Uganda) uno de los tres que el Global Pulse tiene por todo el mundo. Allí acaban de poner en marcha un innovador proyecto que consiste en obtener información a partir de las más de 200 emisoras de radio que hay por todo el país, en cuyos programas y tertulias suele participar la población telefónicamente. Mediante un software de reconocimiento y transcripción de la voz, se recogen aquellas emisiones en las que se usan palabras clave como "sequía", "violencia doméstica" o "brote epidémico" para conseguir información sobre las necesidades y preocupaciones de la gente en tiempo real y localizada geográficamente.

Un programa de SMS gratuitos ayuda a combatir el ébola, mejorar políticas de empleo o responder a plagas

"El big data, los datos digitales, nos ofrecen la oportunidad de innovar y entender mejor la situación de desarrollo de las sociedades, mejorar el diseño de políticas de desarrollo y entender el impacto de estas políticas", asegura Hidalgo-Sanchís, que pone como ejemplo el ejercicio que están realizando con el Ministerio de Sanidad ugandés y la Organización Mundial de la Salud para predecir la expansión de enfermedades con datos de movilidad humana.

Aunque reconoce que "existen barreras ligadas al necesario cambio de mentalidad para entender lo que la revolución de los datos significa", cree que se está definiendo "un antes y un después" en la investigación aplicada al desarrollo, sobre todo porque "el Sur tiene un papel principal". "La complejidad", reconoce Luengo-Oroz, "reside en la necesidad de alinear todos los actores necesarios, agencias internacionales, reguladores, propietarios de datos, expertos en procesado de datos y aquellos que quieren aplicar las metodologias innovadoras en temas como salud, planificación urbana o seguridad alimentaria". Y añade: "Tenemos que encontrar los mecanismos seguros que permiten la utlizacion de datos que muchas veces están en el sector privado y tienen un valor increíble para la sociedad y el bien común".

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.

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