_
_
_
_
la imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Todo muy edificante

Una taza de retrete que en un país de África parece una mierda, en una tienda de la calle Almirante de Madrid puede ser una joya

Juan José Millás
Claudio Álvarez

El traje del señor ministro es de los de “raya diplomática”. Se llaman así desde que uno tiene uso de razón y hubo un momento histórico en el que a lo más que podías aspirar en la vida era a llevarlo. Morenés es la prueba de que no significa nada: debajo de la elegancia moral de la raya puede ocultarse un vendedor de minas antipersona; esas que arrancan una pierna, un brazo, un ojo o un aparato genital y que tanto han contribuido, en el Tercer Mundo y otros, al crecimiento de las prótesis de madera, también llamadas arte étnico. Los caminos del arte étnico, como los del Señor, son insondables. Una taza de retrete que en un país de África parece una mierda, en una tienda de la calle Almirante de Madrid puede ser una joya.

El señor de la raya diplomática, lentes incorpóreas, perfil evanescente y corazón de piedra, no se dispone a dar paso a los violines con su índice de director de orquesta, sino a echarle la bronca a una diputada que osó sacar a colación en el Congreso el asunto de una comandante del Ejército acosada y reacosada por un valiente coronel al que dieron cobertura, de forma sucesiva, un grupo de aguerridos oficiales de las Fuerzas Armadas respaldados a su vez por el sujeto de la foto. Poco después de llevar a cabo este gesto admonitorio, el ministro haría callar a la diputada Irene Lozano (lo intentaría al menos) colocando ese mismo índice sobre los labios, ligeramente adelantados en forma de bocina. Resultó todo tan edificante y tan sutil que aquí está de nuevo, como una mina antipersona de las que estallan al pasar la página del periódico.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_