El ‘slum’ del arte y la magia
Magos, acróbatas, titiriteros, bailarines y otros artistas callejeros sin otros recursos temen que las autoridades acaben con el barrio donde han vivido desde hace más de 50 años, en el corazón de Delhi
El malabarista bisoño desaparece entre los abigarrados mosaicos de ropa secándose al sol. Un tamborilero se confunde entre las hileras de mujeres con cántaros rebosantes de agua en la cabeza sorteando las abluciones matutinas. Titiriteros, contorsionistas, bailarinas, encantadores de serpientes e ilusionistas que pasan las noches hacinados en chamizos infestados de ratas y piojos, renacen a la luz del día en el slum de Kathputli. Como por arte de magia. Al borde de una cloaca pestilente, el prestidigitador hace aparecer el huevo dentro de su chistera ante la atenta mirada de los niños. Cabras y perros desaliñados atestan los callejones. Se desvanecen los arroyos ocres en el laberíntico alcantarillado de la barriada, y surgen nuevos cómicos para amenizar el momento. Ora un mago, ora una acróbata. Los artistas callejeros no cesan su espectáculo aunque mañana los quieran desaparecer.
A sólo 15 minutos en metro del corazón de Nueva Delhi, la colonia de Kathputli —marioneta en hindi— ha sido el semillero de artistas de la capital india durante 50 años. Lo que empezó como asentamiento de 500 familias de trovadores polvorientos y gitanillas adivinadoras de la suerte llegados de Rajastán, se ha transformado en una ciudadela dentro de la ciudad con más de 3.500 familias de artistas de todo el país. Pero el gobierno quiere bajar el telón en el gueto del arte para construir una zona comercial y de rascacielos.
“Mientras las tropas arrastraban a los magos de su gueto… las parcelas de papel de los titiriteros y las cestas mágicas de los ilusionistas se aplastaron hasta la pulpa; la ciudad estaba siendo embellecida… pero no todos los magos habían sido capturados… Cuentan que al día siguiente de que el gueto de los magos fuera arrasado, un nuevo slum nacía en el corazón de la ciudad…” Hace casi medio siglo que los Hijos de la medianoche inmortalizados en la novela de Salman Rushdie escaparon al intento del gobierno de Indira Gandhi de limpiar la ciudad de barrios de chabolas. “Éramos 1.000 familias y estuvimos alrededor de dos meses viviendo debajo de un puente hasta que volvimos a Kathputli", recuerda Patasi Devi, una de las bailarinas con más edad del barrio de los artistas y la primera en actuar en Estados Unidos en los años noventa. La escena del libro se repitió a comienzos de este año cuando cientos de artistas y magos del slum se plantaron delante de las excavadoras para evitar el desahucio inminente haciendo lo que mejor saben, actuando en la calle.
En 2008 se anunció que el barrio de la magia sería el primer slum a rehabilitar dentro del Plan Maestro de Nueva Delhi 2021. El acuerdo entre la Autoridad de Desarrollo de Delhi (DDA) y la compañía privada Raheja Development establece la construcción de un edificio de 15 plantas para las familias junto a residencias de lujo, un centro comercial y un aparcamiento de cuatro niveles. Sin embargo, desde que se supo de la venta de las 5,22 hectáreas de terreno a la empresa privada, residentes del barrio de Kathputli y organizaciones afines se han opuesto a un proyecto repleto de lagunas. “Nadie nos ha consultado si queríamos dejar nuestras casas. No necesitamos mudarnos a edificios más grandes, sino tener la posibilidad de desarrollar nuestro arte en la que ha sido nuestra comunidad desde hace décadas", se queja el tamborilero Rakish Bhatt mientras se ajusta el dahk —tambor doble tradicional que cuelga del cuello—.
El gobierno planea construir comercios de lujo y desalojar a los miles de artistas que desde hace 50 años viven en uno de los barrios de chabolas más antiguos de la capital
El proyecto de renovación urbanística contempla el traslado de las familias a un campo transitorio a tres kilómetros de Shadipur, el área de los artistas. Según el plan provisto por la DDA, las familias serán reubicadas en 2.800 unidades de 32 metros cuadrados dos años después del desahucio, cuando se espera que hayan terminado las obras en el barrio. “El sondeo realizado por el departamento del Gobierno reduce el número de beneficiarios a 2.600, excluyendo a un millar de familias en base a criterios de elegibilidad arbitrarios y pese a que los descartados tienen documentos que les acreditan como residentes", explica Sunayana Wadhawan, responsable de comunicación de Hazards Centre. La portavoz de la organización encargada de ofrecer apoyo legal y social a comunidades locales sin recursos no sólo subraya la marginalización de muchos habitantes de Kathputli y la posibilidad de que las obras se extiendan durante más de los dos años previstos, sino que alerta sobre los intentos del gobierno de engañar y sobornar a los residentes con acuerdos que les son desfavorables.
El informe elaborado el año pasado por la Comisión de Arte Urbano de Delhi (DUAC) señalaba que la operación conlleva “soluciones medioambientales y arquitectónicas inadecuadas para los residentes”. Ante la desconfianza hacia las autoridades encargadas del plan urbanístico, la Cooperativa de los Artistas Itinerantes Olvidados —Bhoole Bisre Kalakar Sahkari Samiti— que representa a la comunidad de Kathputli desde el primer desahucio vivido en la colonia de los artistas en 1976, interpuso una Demanda de Interés Púbico mediante la Ley del Derecho a la Información. La subsiguiente resolución del Tribunal Superior de Justicia de Delhi recalca los recelos de los residentes e insta a la DDA a evitar el desahucio por la fuerza, aunque conviene que las familias deben colaborar en la finalización del plan de desarrollo de la ciudad.
El departamento del gobierno ha actuado en consecuencia y el último aviso oficial de la DDA fechado en abril de este año urge a los residentes del barrio de los artistas a mudarse cuanto antes al campo de transición. “No hay fecha para el desahucio porque eso depende de nuestra estrategia para convencer a las familias de que cambien sus posturas. El problema en Kathputli es que las mafias no quieren la rehabilitación de la zona porque ganan dinero alquilando las casas del barrio”, aduce S. K. Jain, director del proyecto de Kathputli para la DDA. Desde su despacho en Nueva Delhi, el director del departamento para el desarrollo urbano de la capital insiste en que los residentes de la colonia, a los que se refiere como artesanos, tienen que ser educados para aceptar un acuerdo que les beneficiará en el futuro.
Tráiler del Documental ‘Mañana desaparecemos’ sobre el slum de la magia en Kathputli presentado en el Festival de Cine de Tribeca 2014.
Rajeev Sethi, director de la Fundación para el Patrimonio Cultural Asiático, se queja del doble rasero utilizado por las autoridades a la hora de calificar la compra-venta de terrenos: “Hay alrededor de 2.000 cooperativas en esta ciudad y todas ellas se benefician de la apropiación de tierras. Pero sólo la de Kathputli está dedicada a los pobres. Los encargados de la planificación aceptan que las cooperativas de ricos realquilen las casas de los terrenos concedidos y vivan en zonas lujosas, pero lo consideran ilícito cuando lo hacen los artistas pobres de Kathputli”. El conocido diseñador y artista indio va más allá y apunta a la corrupción como motivador inicial del problema en la colonia de los artistas. “Hay mucho dinero no declarado en esta inversión. Es ridículo que vendan un terreno en el centro de la ciudad por unos miserables 6,11 crores —medida india equivalente a 10 millones de rupias— (784.787 euros). Los contratistas deben haber dado mucho dinero a los políticos para que acepten el acuerdo. Es un escándalo y debería haber una investigación en curso", asevera Rajeev Sethi.
Los titiriteros se sienten marionetas en manos de las autoridades. “Nuestro arte determina nuestra identidad. Necesitamos vivir en comunidad y el estilo de vida de un edificio de varios pisos no es para nosotros”, explica Aziz Khan, mago de Kathputli que figura en el Libro Ginness de los Records por su truco de cuerda en 1995. Sobre el papel, el traslado final de los artistas del barrio de chabolas a edificios equipados con agua corriente supondría una mejora de su calidad de vida. Los cableados de las redes eléctricas adyacentes que cuelgan de los techos leprosos de las chozas de esta barriada serían sustituidos por un sistema de red eléctrica. Pero es en el entorno de esta comunidad donde surge la magia.
Los habitantes de Kathputli no creen que les vayan a dar las viviendas prometidas y temen que su herencia cultural se pierda para siempre
Aunque los magos, titiriteros, bailarinas y demás artistas callejeros de Kathputli han sido los embajadores de una cultura ancestral fuera de sus fronteras, la Ley de Prevención de la Mendicidad de Mumbai (1959) los criminaliza por actuar en las calles de India. “Muchos de estos pobres artistas han acompañado a primeros ministros indios en sus viajes al extranjero y han actuado ante mandatarios internacionales, siendo los mejores estandartes de nuestra herencia cultural. Pero aquí se les considera delincuentes”, cuenta Rajeev Sethi, quien ha promocionado el arte callejero de los residentes en Kathputli a través de la Fundación para el Patrimonio Cultural Asiático desde los años ochenta. Puran Bhatt, uno de los artistas que más ha viajado por el mundo con su espectáculo de marionetas, describe cómo se puede ayudar a su comunidad. “Queremos que el gobierno promueva nuestra cultura en India. Necesitamos que vengan visitantes que conozcan nuestras actuaciones, y otros artistas con los que colaborar y con los que combinar arte tradicional y contemporáneo. No necesitamos que nos traigan rascacielos, ¿quién va a pagar por los ascensores y cómo vamos a meter nuestro material en pisos?”, se pregunta el titiritero mientras termina de perfilar los rasgos de una de sus marionetas gigantes.
La gentrificación —transformación urbanística para el embellecimiento de barriadas desfavorecidas— no sólo tiene efectos negativos por desalojo urbano de las comunidades debido el encarecimiento de los barrios en los que viven. En el caso de Kathputli, también ejemplifica el triunfo de la modernidad materializada en rascacielos y lujo en detrimento de un arte condenado al ostracismo. “En la actualidad no hay mucho trabajo y el que hay no se paga bien. La gente prefiere la cultura occidental, quieren escuchar música disco en vez de los tamborileros de toda la vida. La gente pasa mucho tiempo viendo la tele y en internet, y ya no salen a la calle a ver actuaciones en vivo”, analiza Puran entre calada y calada al cigarro sostenido en el hueco de sus manos, bajo el espeso mostacho.
Según Lee Siegel, un erudito sánscrito que ha estudiado a los magos indios, el principio básico de toda magia es que un objeto se torna en invisible cuando nadie lo observa. La joven Jyoti —luz en hindi— piensa que el olvido de las autoridades y de la sociedad india es lo que puede hacerlos desaparecer. “Necesitamos visibilidad porque nuestro arte lo merece. Porque a la gente le gusta lo que hacemos. Y porque no queremos caer en el olvido”, dice la bailarina mientras se maquilla y se ajusta el payal —tobillera tradicional de campanillas— con gesto serio. Y advierte: “Si nos echan de Kathputli, reapareceremos mañana”. Como por arte de magia.
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