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La Comic Sans ataca de nuevo

Tres nombres de referencia del sector en España analizan la polémica que genera la Kim Kardashian de los tipos de letras Un diseñador australiano dignifica, en su 20 aniversario, esta tipografía que puedes amar, odiar amar o amar odiar

Carteles extraídos de comicsansproject.tumblr.com.
Carteles extraídos de comicsansproject.tumblr.com.

Algunos lo ven como una persona fabulosa, amiga de sus amigos y siempre dispuesta a ayudar desde la hora del desayuno, pero con un aparatoso mullet en el cogote. O como una casa de gente francamente honrada y hospitalaria, cuyas paredes están pintadas con gotelé (color pistacho). Es difícil defender su apariencia, si bien todo en ella es bondad. Y, sin embargo, precisamente su benignidad reconocible, en un universo de caracteres afilados y arribistas, la ha convertido tradicionalmente en el blanco de las chanzas de medio mundo (sobre todo de los que preguntados por nombrar diez tipografías, solo sabrían enumerar ésta y Times New Roman).

Ahora que se cumplen 20 años de su creación, asaetada hasta la saciedad como un mártir cristiano, un diseñador australiano ha decidido dignificar la Comic Sans y volverla a poner en el mercado. Como sucede con las baladas ultraproducidas de Julio Iglesias, con la inclusión de Raphael en el cartel del festival Sonorama, con los chistes de Cañita Brava (¿chistes o neolengua genial?) o con las camisetas de Megadeth, nadie sabe, en esta era de cinismo posmoderno, si se trata o no de un ejercicio irónico. Quizás no lo sea, porque el creador, Craig Rozynski, ha decidido pedirle al tipo de letra que se estire un poco y que se ponga corbata. Menos curvas, más legibilidad: se llama Comic Neue. Lo que ha hecho este hombre es algo así como aconsejarle a un excompañero de clase todo sonrisa pero víctima del bullying que jamás cambie, que no pierda la inocencia en este mundo cruel, pero que por favor intente no llevar zapatos de ante con chándal de táctel a los 32 años.

Comic Neue, que se puede descargar de forma gratuita aquí, vuelve a plantear el debate de por qué una letra que hace de la honestidad bandera recibe tantísimos palos. Pero, sobre todo, de por qué simplemente no se ha dejado de hablar de ella, por qué no se la ha enviado al ostracismo en un planeta hipertecnológico en el que cientos de tipografías están disponibles con un clic.

Los palos en el cole

Comic Sans no es aquel niño acomplejado al que nadie elegía para formar parte del equipo de fútbol. De hecho, su éxito (por la empatía o por el odio que genera) ha sido global. Creada hace dos décadas por Vincent Connare, un bostoniano que trabajaba bajo el mando de la esposa de Bill Gates en Microsoft, su problema ha sido siempre la desubicación más que la fealdad. O eso dicen los especialistas.

“La Comic Sans no es una mala tipografía”, explica a ICON Alex Trochut, nieto del tipógrafo Joan Trochut y quizás el nombre español de esta profesión más conocido en todo el planeta (con clientes como los Rolling Stones, Nike o Adidas), “lo que sucede es que ha tenido un muy mal uso”. De hecho, Lope Serrano, estilista de la imagen y realizador en la productora barcelonesa Canadá, referente internacional en el sector y que trabaja en el vivero de nombre de Roman Coppola, intenta definirla como "una moneda de chocolate dando vueltas por el Deutsche Bank”.

El problema, pues, está más en el uso que se hace de ella. Como llegar a un tanatorio con una camisa hawaiana y flotador de patito: lo que falla no es el vestuario en sí, sino el lugar donde se muestra. “Comic Sans o BrushScript generan un debate en el mismo punto de partida. Pretenden estandarizar una grafía gestual, que tiene que ver con la personalidad, lo cultural… Y crear un estándar mecanizado para su reproducción”, razona Sergio Ibáñez, del estudio Setanta, que ha trabajado para la Fundació Miró o ARCO y desarrolla toda la imagen de la editorial Blackie Books (recibiendo premios por ello). Y añade: “En la misma conceptualización de su creación reside el absurdo de su existencia. Todas las tipografías caligráficas quieren tener un aspecto manual, pero luego las letras del mismo signo en un texto son clónicas. Eso no sucede con la Helvética, por ejemplo, porque recrea una fuente diseñada para tipografía de plomo en su uso para linotipias”.

El problema, en cierto modo, está en su humanidad. Incluso en haber sido demasiado accesible. Según Trochut, “se diseñó para usarse en un contexto de dibujo a mano; al haber sido una tipografía de sistema, accesible a cualquier usuario, se ha empleado en casos muy inapropiados: por ejemplo, para grabar el texto en la Copa del Rey”. Si se hubiera quedado en el mundo de las viñetas de cómic, quizás no habría recibido tantas puyas, pero es que nos salió muy viajera.

 El pelotón de linchamiento

¿Por qué, entonces, los trols empapan de brea las estacas, las encienden y la turbamulta persigue a las letras de Comic Sans para prenderles fuego? “Pues por eso, por el mal uso, de ahí el odio que se le tiene, por su constante desubicación, no por la tipografía en sí”, concluye Trochut.

Y, también, por todas las campañas de difamación que ha padecido, como la de Dave y Holly Combs en 1999. De hecho, se conocieron (no hay nada que una más a la gente que criticar a un tercero) rajando de la Comic Sans. Luego, después de ser obligados a emplear la tipografía en una exposición de un museo infantil, fueron más allá y crearon la legendaria página (casi un movimiento tipógrafoactivista) Ban Comic Sans, donde intentaban demostrar el horror de esta letra (en una de sus últimas entradas, un blasón con la leyenda: “20 años en lucha”). Pero pronto ese odio se volvería amor un tanto paternalista: llegaría Comic Sans Project (donde se usaba la tipografía de marras para logos icónicos como el de Star Wars, Burger King o Louis Vuitton). Poco a poco, la ironía se tornó más defensa con Tumblrs como Fuck Yeah Comic Sans y Comic Sans the World!!! “Ya sea como ejercicio de sarcasmo o de fascinación, no hay objeto de culto que deba prohibirse”, apunta Serrano.

Desde siempre, con Comic Sans sucede como con Kim Kardashian o los plenos parlamentarios: aunque no sea noticiable, cualquier anécdota que la nombre salta a los medios de comunicación. Como cuando el Vaticano la usó para un álbum de fotografías de un recién salido del cargo Benedicto XVI (o como decían sus más fervientes seguidores: equis, uve, palito).

La venganza de los listos

El resquemor y la mofa están en la calle, pero todo parece indicar que la burla se alienta desde el mundo profesional del diseño. “Supongo que la controversia nace del conflicto entre un diseño básico, algo rudo e infantil y una aceptación muy popular. Cuando algo rudimentario y kitsch triunfa, saltan todas las alarmas del buen gusto y el academicismo. Pasa lo mismo con Georgie Dann, la teletienda y el Whopper”, apunta Serrano.

En esa misma línea, Ibáñez explica: “Es curioso notar cómo estos packs de fuentes que vienen en todos los sistemas operativos en entornos Mac o PC, cada vez van ampliándose y llegan así a manos de más usuarios domésticos. Es aquí cuando la sabiduría gremial, sintiéndose amenazada, se excusa en argumentos tales, para protegerse de un supuesto intrusismo laboral”.

Así que, en su veinte aniversario, que cada uno defienda su postura. La de Veer, nombre asociado al diseño de calidad y que ofrece múltiples camisetas que reinvindican la candidez de Comic Sans, es la siguiente: “Ámala, ama odiarla u odia amarla”. Hay para todos.

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