Justicia desbordada
Los juzgados que atienden casos complejos de corrupción deben ser reforzados sin demora
Los jueces decanos de España, reunidos en Sevilla, han alertado de la carencia crónica de medios que sufren los jueces que instruyen causas complejas por corrupción o delitos financieros. Muchas de esas causas van a parar a juzgados ordinarios que pocas veces reciben refuerzos y deben atender los demás casos que se plantean. La demanda ha sido clara y con conocimiento de causa; nadie mejor que los decanos conoce las dificultades de estos procesos y las limitaciones con las que trabajan los jueces que las instruyen. El informe del Consejo General del Poder Judicial de abril pasado ya constató la gravedad del problema: en ese momento se tramitaban en España 2.173 procedimientos de “especial complejidad”, que recaían sobre 798 juzgados. De ellos, 1.161 eran casos de corrupción, 302 de los cuales eran macroprocesos con gran cantidad de imputados y ramificaciones.
Los jueces decanos reclaman que se refuercen los juzgados que llevan causas por corrupción o macroprocesos como el de las participaciones preferentes, con magistrados que ayuden en la instrucción. Es una demanda justa que debería ser atendida de inmediato, pues del buen funcionamiento de los juzgados depende no solo que se pueda hacer justicia en tiempo y forma, sino también recuperar la confianza de la ciudadanía. Demoras como las del caso Fabra o las dificultades que tienen los jueces que llevan procesos tan sensibles como el caso Urdangarin o el de los ERE de Andalucía para recibir el soporte que necesitan están erosionando gravemente la imagen de la justicia.
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Conscientes de esta problemática y preocupados por las dinámicas que pudieran estar produciéndose en algunos órganos que prestan auxilio a la justicia, los decanos reclaman también un cuerpo de peritos contables y expertos en informática y finanzas dependiente del Poder Judicial. En la petición han influido probablemente los extraños acontecimientos que ha vivido la Agencia Tributaria. El desequilibrio entre los escasos medios de los jueces y la abundancia de recursos que exhiben algunos de los imputados es clamoroso. Si a ello se añade la sospecha de que algunos órganos de soporte no cumplen bien su misión de auxilio, el daño puede ser irreparable. Es urgente atajar esta situación de deterioro y ello solo es posible poniendo al servicio de los jueces refuerzos y medios técnicos con garantía de independencia.
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