El precio del pollo
El relato de Juan José Millás referido a un matadero de pollos me ha llevado a mi primera reflexión cuando ingresé en el sector de la industria cárnica procedente de la del automóvil.
Mi primer contacto fue precisamente en un matadero avícola, y por unos segundos pensé que me había equivocado de instalación y aún estaba montando carrocerías, porque era un lugar muy similar al que yo había conocido anteriormente.
Las instalaciones avícolas las conforman sofisticados trenes de matanza, despiece, envasado y almacenaje, y si a ello unimos la logística del frío y los exhaustivos controles sanitarios en todo el proceso, uno comprende que un pollo que en vivo tiene un precio se transforme en otro muy superior cuando muere. Al llegar a la tienda, dicho de otra forma, lo más barato es el animal.
¿Y esto para qué? Sin esta tecnología, la humanidad en su dimensión actual no podría alimentarse. Es el precio que pagamos por tan extrañas imágenes, pero que han servido para que el articulista demuestre una vez más su oportunidad y capacidad de hacernos pensar y reflexionar alrededor de una imagen.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.