Más crecimiento
El Banco Central Europeo reduce los tipos para incentivar la economía y sortear la deflación
Ha hecho bien el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) al bajar su tipo de interés de referencia en un cuarto de punto, hasta dejarlo en el 0,25%. El tipo que cobra a los bancos en sus operaciones de endeudamiento regular se ha recortado igualmente en un cuarto de punto hasta el 0,75%, mientras que el que abona sobre las reservas depositadas por los bancos se mantiene en cero.
El objetivo de la política monetaria del BCE es mantener la estabilidad de precios, y las señales recientes en el conjunto de la eurozona expresaban descensos inquietantes en la tasa de inflación. Para no pocos observadores, los riesgos actuales en el área monetaria están más cercanos a la deflación que a superar, precisamente, esa referencia del 2% de variación de los precios asumida públicamente por el BCE. Durante este año y hasta octubre, la inflación en la eurozona cayó hasta el 0,7%, por debajo de lo esperado. Una tasa relacionada con la atonía de la demanda interna en la mayoría de los países, y con la ausencia de presiones salariales.
Haberse amparado para no hacer nada en el argumento de que una reducción tan pequeña, desde un margen de maniobra igualmente escaso, tendría pocos efectos hubiera sido una señal de irresponsabilidad. Más aún cuando sus colegas, desde luego la Reserva Federal estadounidense, hace tiempo que asumieron esos tipos de interés. La Fed, incluso, desveló que no los elevaría hasta que la tasa de desempleo cayera al 6,5%. Es cierto que el BCE no incorpora la lucha contra el desempleo entre sus finalidades, pero la debilidad de la recuperación —como se ha visto esta semana con las previsiones de la Comisión— aconseja adoptar todas las decisiones viables para eludir un largo estancamiento como el que padeció la economía japonesa durante más de 10 años.
El crecimiento de las exportaciones de la eurozona encontraba, además, en la apreciación del tipo de cambio del euro un poderoso obstáculo. Por eso, una de las consecuencias favorables de la decisión del BCE es la depreciación del euro frente al dólar. Aun cuando el tipo de cambio siga siendo elevado, las exportaciones fuera de la eurozona encontrarán un alivio.
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La actitud de la principal institución económica europea, más coherente con lo que ocurre en las economías de la eurozona, no significa en absoluto que el crédito al sector privado vaya a verse inmediatamente abaratado, y mucho menos ampliado. La política monetaria sigue llena de problemas, como ilustra la actitud temerosa de los bancos. Pero que el BCE mantenga una orientación favorable al crecimiento es la condición necesaria para que la confianza vuelva a los agentes económicos. Para que esta arraigue definitivamente hacen falta señales que influyan de forma más directa en la demanda de las economías, como compensar los esfuerzos de ajuste fiscal de los países periféricos con decisiones más expansivas de las economías centrales.
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