Al borde del abismo
Es urgente que el Gobierno dé un giro a la estrategia científica y evite el colapso de la I+D
El CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) está al borde del abismo. Su presidente, Emilio Lora-Tamayo, ha alertado sobre la crítica situación financiera del organismo. Es de una especial trascendencia por cuanto afecta a la joya de la corona de la investigación básica —supone el 19% de la producción científica total— y la muestra más palmaria del colapso de la investigación científica española. Que dicha llamada provenga del responsable actual del CSIC, nombrado por el Gobierno, disipa, además, cualquier sospecha de sectarismo. Hay que recordar, en cualquier caso, que los primeros y más drásticos tijeretazos del CSIC se perpetraron en los dos últimos años de gobierno de Rodríguez Zapatero. Se trata de una política científica cuya continuidad en el tiempo se ha convertido en la principal amenaza para el sistema.
El Gobierno parece decidido a resolver la emergencia para evitar el déficit de 100 millones de euros que, según Lora-Tamayo, pesará sobre el CSIC este año. Es urgente que lo haga y que aproveche las nuevas corrientes europeas que apuestan por el crecimiento para cambiar la estrategia científica. Esta es básica para incentivar el cambio de modelo productivo: solo con una inversión sólida y sostenida en este capítulo será España capaz de situarse en la senda de la competitividad y abandonar ese sonrojante 18º lugar en la UE en cuanto a innovación.
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La situación es desesperada y, sin embargo, los responsables políticos españoles llevan años haciendo oídos sordos a las alertas, vengan estas de decenas de premios Nobel, de la Comisión Europea o de las revistas científicas más prestigiosas. El nivel de inversión en ciencia en España —tradicionalmente bajo— es el de hace siete años; algunos contratos de investigadores se han reducido casi a la mitad, y la fuga de cerebros es una realidad constatable. La menor inversión es, además, una rémora para poder participar en proyectos internacionales que requieren cofinanciación.
Si España quiere salir de la crisis y transformar su modelo productivo no puede seguir acometiendo recortes con los ojos cerrados, aplicando la misma receta a una apuesta de futuro como es la I+D+i. El alto comisionado para la Marca España admitió ayer que los problemas del CSIC pueden afectar a la imagen del país; cierto, pero lo que está en juego es algo mucho más trascendente.
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